Protrepsis, Año 14, Número 27 (noviembre 2024 - abril 2025). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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ilusión3 estimada y encomiada” [KrV: AXIII] (Kant, trad. en 2009: 8). La reflexión filosófica no es
valiosa por permitir, a través de la concatenación argumentativa, la creación de grandes sistemas
que pretendan dar respuesta a las grandes preguntas existenciales, sino a pesar de ello. El valor de
la filosofía radicaría en su capacidad para hacer despertar del dulce sueño dogmático, no como una
cálida invitación a la reflexión, sino como una abrupta irrupción que enfrenta a un sujeto con sus
propias creencias; su razón, al verse estimulada de tal manera, se ve orillada a entrar en conflicto
consigo misma, adentrándose en un género de sus conocimientos cuyos cuestionamientos no le es
posible eludir ni tampoco resolver. La crítica viene a desempeñar el papel moderador de hacer del
pensamiento filosófico un pensamiento sano, legítimo y modesto.
Con la crítica, el profesor de Königsberg pretende dar cuenta de los alcances de las facultades
superiores del alma —facultad de conocer, facultad de desear y el sentimiento de placer y
displacer— y, por lo tanto, de los límites que ha de tener cualquier fundamentación que se pretenda
objetiva. En este sentido, es importante destacar que la crítica es una crítica de la razón y no
solamente una crítica a la razón; es decir, la razón se autoexamina, se trata a sí misma como objeto
de conocimiento, indaga sus propios límites mientras da cuenta también de sus capacidades. Kant
no busca guiarnos al absurdo de que ante la imposibilidad de conocer los objetos que legitiman
nuestra acción lo mejor es la supresión del juicio, o un fingido abandono hacia la irracionalidad; la
crítica muestra a un sujeto que, en su necesidad de encontrar regularidad en el mundo, es capaz de
crear y producir una unidad tal, y darse fines en ella, de manera que la naturaleza seguirá
contestando a sus preguntas. Antes de averiguar lo que es el objeto, la crítica busca hacer una
revisión del sujeto que conoce, se pregunta cómo puede un sujeto conocer objetos y, a partir de ahí,
se van descubriendo nuevas posibilidades de enfrentarse con la existencia:
Ensáyese, por eso, una vez, si acaso no avanzamos mejor, en los asuntos de la metafísica, si
suponemos que los objetos deben regirse por nuestro conocimiento; lo que ya concuerda
mejor con la buscada posibilidad de un conocimiento de ellos a priori que haya de establecer
algo acerca de los objetos, antes que ellos nos sean dados. [KrV, BXVI] (Kant, trad. en
2009:19)
A pesar de las perspectivas que se abren con este giro, para el filósofo alemán es necesario no perder
de vista que, si bien la razón tiene usos, no deja de ser una sola razón cuyas capacidades señalan lo
que es un uso legítimo o ilegítimo de acuerdo consigo misma. La unidad de una razón que se
proyecta fines, derivados de sus usos especulativo y práctico, exige la sistematización de la filosofía,
3 Aquí la palabra Wahn, aunque traducida como ilusión, no tiene la connotación de la inevitable ilusión (Illusion)
trascendental, sino que más bien refiere a algo insensato, carente de sentido, o incluso a una especie de manía que ha
dado pie a malentendidos que se pueden evitar. La ilusión trascendental, por el contrario, no se puede aniquilar, sino
únicamente dirigir bajo un uso regulador.