Protrepsis, Año 13, Número 26 (mayo - octubre 2024). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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no ha podido ejercer su politicidad. Pareciera que vive controlada por el capital. Además, la mo-
dernidad capitalista proyecta su confianza en una cultura que enseña a vivir el progreso como ani-
quilación de la naturaleza o el goce sólo después del sacrificio. Hasta aquí, Echeverría vuelve a
acercarse a los planteamientos de Adorno y de Horkheimer. Sin embargo, el filósofo mexicano-
ecuatoriano se aleja de los alemanes cuando decide profundizar en el aspecto cultural, esto es, en
el comportamiento espontáneo de las sociedades que deben vivir en el capitalismo. La modernidad
capitalista deja sus huellas en la conducta de los seres humanos, pero éstos, en su carácter de con-
figuradores, la van re-haciendo. Echeverría habla entonces de diferentes modernidades, diversos
modos en que se presenta el capitalismo o distintas posibilidades de presenciar el hecho capitalista.
Echeverría −valiéndose de la distinción de Saussure entre lo sincrónico y lo diacrónico− recurre al
eje sincrónico para explicar la profundidad en que la forma de reproducción capitalista ha subsu-
mido la riqueza social. En el otro eje, el diacrónico, alude a la manera en que a lo largo del tiempo
se percibe cómo quedan sometidos los recursos naturales a la renta tecnológica. Frente a las contra-
dicciones internas del hecho capitalista, las sociedades optan por una manera distinta de vivir la
modernidad capitalista. Echeverría destaca la presencia de cuatro actitudes o comportamientos,
que bien pueden aparecer combinadas en el desarrollo de las sociedades de acuerdo con las cir-
cunstancias. Cada actitud identifica, desconoce, se distancia o participa de las contradicciones en-
tre la forma natural y forma valor, dando pauta a un ethos realista, un ethos romántico, un ethos
clásico y un ethos barroco. Cada comportamiento o ethos propone una solución a la contradicción
presente en el hecho capitalista.
Los sujetos que materializan el ethos realista suelen borrar las contradicciones presentes en el ca-
pitalismo, se identifican con su forma de producción y consumo, con sus ideales, valores, como el
de la disciplina, el ahorro, el trabajo duro. Aceptan la relación causal entre sacrificio y goce. Incluso,
ellos entienden el proceso de acumulación del capital o la valorización del valor como una oportu-
nidad para incrementar la creatividad individual y de desarrollo (Echeverria, 1998).
En el comportamiento del ethos romántico también se niegan las contradicciones, pero a diferencia
del realista, el romántico cree que la realización de la forma natural sólo es posible a través de la
valorización, esto es, internaliza el capitalismo y lo idealiza en una imagen contraria a su apariencia.
En lugar de ver la contaminación ambiental que produce una mina a cielo abierto, se destacan los
beneficios para el capitalista (Echeverría, 1998). El ethos clásico reconoce como inevitable la con-
tradicción, no la anula ni la desconoce, sino que la vive de manera distanciada, incluso, trágica.
Acepta la subordinación del valor de uso al valor y la asume como la única forma de vida posible
(Echeverría, 1998). El ethos barroco reconoce como inevitable la contradicción, pero se resiste en
aceptarla como tal. Afirma la vida, a pesar de estar en un contexto de muerte. Echeverría toma la
idea de Bataille sobre el erotismo, que es: aprobación de la vida (caos) aun dentro de la muerte