Protrepsis, Año 14, Número 27 (noviembre 2024 - abril 2025). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
128
(o abstracto) y la última etapa del siglo XIX configuró el tercer estadio, es decir, el estadio
positivo (o real). (Deutscher, 1989: 256)
Entonces, esta filosofía positiva importada por los pensadores hondureños, “[...] crearon una ver-
sión desligada de tintes religiosos, más que todo desarrollaron una vertiente plena de propósitos
educativos e industriales” (Zelaya, 2001:16). Es así que la filosofía como conocimiento universal,
indica Quintanilla que “[...] para Comte, el conocimiento positivo, el único en sentido estricto, es
el que procede de la experiencia fáctica” (Quintanilla, 2006: 4). Con tal convicción, en Honduras
se tuvo la idea de que, por medio del progreso, declaraba el fin de erradicar la ignorancia mediante
la educación tecnocientífica, debido a que habría imperado en las colonias españolas y a la desigual-
dad social. Ante los problemas generados por la ignorancia, Rosa reveló la necesidad de adoptar
valores emprendedores y de libertad para impulsar la economía. “El sector social que realiza la
reforma en Centro América impulsó aunque en forma desigual, una reforma agraria campesino-
burguesa” (Romero, et al., 1982: 20).
Uno de los propósitos de la Reforma Liberal fue educar a la mayor parte de la población. Asimismo,
“[...] impulsó una política de fomento de café y a la minería, una reorganización fiscal, una política
ferrocarrilera, una modernización de la legislación económica” (Fonseca, 2002: 23). En consecuen-
cia, la educación positivista en las reformas liberales, en hondureño, implicó la profesionalización7
con tendencia al modelo napoleónico, el cual influyó en la educación una visión tecnocrática. En
este marco, “[...] dando lugar a un modelo monopólico educativo universitario, público, laico, gra-
tuito, cogobernado y autónomo” (Vicerrectoría Académica, 2009: 18). Es decir, consistió en sujetos
capaces de “[...] desenvolverse en la técnica y en la ciencia, forjadores de progreso material y espi-
ritual de la época” (Zelaya 2001: 32). Por esta razón, la adaptación de una filosofía positiva por
parte de Rosa tenía que ver, por una parte, con dejar a un lado la ley metafísica y la ley teológica
para abolir el dominio colonial y, por otra, con crear una burocracia estatal eficiente capaz de for-
mar sujetos para servir al Estado, consolidando así la modernización económica e industrial8.
Necesitamos pues, todo un trance, para que la República viva y sea lo que debe ser, la consagración
de la inteligencia, la libertad y del derecho, nuestros pueblos se compongan de ciudadanos conoce-
dores de lo verdadero y de lo justo, apreciadores de sus derechos y obligaciones [...] cuando sus niños
7 Respecto a la modernización de los Estados en América Latina, en el ámbito educativo, la tendencia positivista se
relaciona con el modelo napoleónico.
8 Hasta 1876, Honduras existe como un esbozo de nación, caracterizada por una economía, con múltiples actividades
locales sin impacto globalizante y sin vínculos entre sí: minería de plata en Tegucigalpa; tala de bosques y cortes de
madera en la costa norte; ganadería en Olancho y el sur, tabaco en Copán, etc, sin la presencia de un mercado interno
(Fonseca, 2002).