Protrepsis, Año 13, Número 25 (noviembre 2023 - abril 2024). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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manera mediata; el pensamiento en cambio se le da de forma evidente. La realidad efectiva de la
dimensión subjetiva no puede ser puesta en cuestión ni por la duda más radical. Cogito, ergo sum,
pienso luego soy, es la verdad inobjetable que Descartes tanto anhelaba. En las Meditaciones me-
tafísicas ofrece una explicitación adicional de la naturaleza del cogito:
¿Qué soy, pues? Una cosa que piensa. ¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda,
entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere, y, también, imagina y siente. Ciertamente
no es poco, si todo eso pertenece a mi naturaleza. (Descartes, 1641/2007: 131)
Para obtener información segura sobre la dimensión del sujeto se precisa de un medio de acceso
eficiente, se requiere de una vía metodológica como la cartesiana. El perspectivismo sospecha de la
existencia de un método tal, de un modo de acceso directo y objetivo. No cree en las certezas in-
mediatas que posibilitarían un conocimiento pleno del ámbito subjetivo. La reflexión del pensa-
miento sobre sí, la autoobservación, no da como resultado certezas inmediatas porque el modo en
que es aprehendido es también mediato y condicionado. La comprensión de la actividad interior
no es directa, sino que pasa por una serie de transposiciones y modificaciones. Es la misma serie de
filtros por los que transitan las impresiones sensibles para ser identificadas en cuanto tal. La
aprehensión del mundo interior es posible en la medida en que es llevado al nivel de la conciencia.
Pero esta toma de conciencia conlleva una serie de modificaciones y conversiones del dato inicial.
La conciencia traduce a sus propios términos (o conceptos) aquello que recibe para poder apropiár-
selo. Y para lograr esto lleva a cabo un conjunto de transposiciones o conversiones. Nietzsche lo
plantea de la siguiente forma en el fragmento póstumo de 1884, 26 [114]: “¡No hay hechos inme-
diatos! Igualmente pasa con sentimientos y pensamientos: al hacerme consciente de ellos, hago un
extracto, una simplificación, un intento de configuración: esto es precisamente hacerse consciente:
un arreglar completamente ACTIVO” (Nietzsche, 1882-1885/2010: 560).
No solo los pensamientos pasan por este proceso de traducción, los sentimientos también. La iden-
tificación de un estímulo interno, como el dolor, precisa de un proceso de conversión, precisa que
dicho estímulo sea llevado al nivel de la conciencia. No se podría representar la sensación de dolor,
y menos aún expresarla si no se hace consciente. El estímulo nervioso precisa ser transformado en
una representación mental y ésta ser traducida a una expresión verbal: ‘me duele’. La actividad de
la realidad interior, como los sentimientos, solo es accesible a la conciencia a través de una serie de
transposiciones similares a lo que sucede con el mundo externo. En el fragmento póstumo de 1887-
1888, 11 [113] Nietzsche afirma:
Yo mantengo incluso la fenomenalidad del mundo interior: todo aquello de lo que llegamos a
ser conscientes, primero ha estado completamente arreglado, simplificado, esquematizado, in-
terpretado — […]. Este ‘mundo interior aparente’ se halla tratado por entero con las mismas
formas y los mismos procedimientos que el mundo ‘exterior’. Jamás tropezamos con ‘hechos’: