Protrepsis, Año 12, Número 24 (mayo - octubre 2023). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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Una cosa es afirmar que hay un mundo independiente de nuestras representaciones,
como hace el realismo externo; y otra distinta es afirmar que hay un mundo
independiente de las mentes, como haría el objetivismo ontológico. De acuerdo a las
distinciones anteriores, hay hechos reales independientes de la representación, pero
cuya existencia depende de la mente, como los dolores o las cosquillas. Son
ontológicamente subjetivos, pero epistémicamente objetivos. La objetividad ontológica
implica el realismo externo, porque la independencia de la mente implica la
independencia de la representación; pero como acabamos de ver en el ejemplo de los
dolores y las cosquillas, la independencia de la representación no implica
independencia de la mente (Searle, 1997: 161). El realismo seguiría siendo cierto
incluso si toda la realidad fueran estados mentales, si toda la realidad fuera
ontológicamente subjetiva, pues cabría distinguir aún entre esa realidad mental y su
representación.
El realismo searleano no está comprometido con la teoría de que hay un solo léxico
óptimo para describir la realidad. Se puede ser realista y aceptar a la vez la tesis de la
relatividad conceptual según la cual pueden construirse diversos léxicos, tal vez
inconmensurables, para describir distintos aspectos de la realidad desde nuestros
propósitos variables (Searle, 1997: 169).
3.3. Críticas al realismo externo searleanoa
No obstante su bien argumentada defensa, no es difícil señalar aspectos discutibles de
la propuesta searleana. Marvan, por ejemplo, suscribe gran parte de la perspectiva
realista de Searle, pero cuestiona su tesis general de la existencia de una realidad
independiente de nuestras representaciones que no asume compromisos ontológicos
específicos (Marvan, 2012). El realismo searleano sería tan minimalista y poco
informativo hasta el punto de llegar a ser vacío; como si el mundo fuera un bulto
informe, un algo inespecífico. Posición muy cercana a la de los constructivistas
ontológicos que niegan que el mundo posea una estructura intrínseca y aseguran que
somos nosotros quienes lo dividimos mediante nuestras representaciones en objetos,
propiedades, etcétera. Marvan cree que el realista habría de asumir que el mundo posee
límites inherentes que de ninguna manera hemos creado nosotros, y que la realidad
misma determina cómo debemos describirla.”Simplemente no tallamos la realidad de
la manera que nos plazca” (Marvan, 2012: 38). De similar forma, Sosa señala que el
realismo searleano es un tanto engañoso, pues la cuestión del realismo se refiere a cómo
es el mundo de hecho, lo que es característico de una teoría ontológica (Sosa, 2002:
287).
McDermid, por su parte, asegura que el argumento
maestro
pro-realista de Searle en su
Mind, Language and Society
(1998) puede reconstruirse mediante cuatro premisas y la
conclusión siguientes (McDermid, 2004):