Protrepsis, Año 13, Número 25 (noviembre 2023 - abril 2024). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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Lamentablemente, para nuestro querido protagonista la situación es calamitosa, un monstruo no
pertenece. Lo ungeheueren escapa los límites de la representación posible, lo desborda por com-
pleto. Ahora Gregor Samsa es un algo que no solo desconoce y excede su facultad interpretativa,
sino que jamás podría conocer, aunque transcurra largamente el tiempo meditando en su habita-
ción. Quizás podríamos decir que el protagonista no se encuentra [fand er sich], lo cual implicaría
algún nivel de identificación, sino que simplemente se experimenta sin mediación alguna, si es que
a ello se le pudiese llamar experiencia. Una experiencia no propiamente humana colinda con lo
que imaginamos de lo animal, una pura conciencia perceptiva sensorial; en tanto insecto es algo
ungeheueren, en tanto humano ya no puede ser.
Ungeheuer, como anunciamos, no tiene una traducción única o sencilla, en cierto sentido es justa-
mente aquella condición de lo intraducible. De todas formas, han existido algunos intentos para
verterla al castellano: enorme, ingente, tremendo, monstruoso, prodigioso, descomunal, espantoso,
colosal, gigantesco, terrible, inmenso, formidable, insólito. Ninguno de ellos por sí solo capta el sig-
nificado total de la palabra, pero al menos hay dos aspectos que nos gustaría poner de relieve, en
primer lugar, en torno a la magnitud a la que hace referencia, un tamaño excesivo, desmesurado,
inmensamente grande. En segundo lugar, a la cualidad de no-humano, lo monstruoso, que aparece
como espantoso para quién lo experimenta. Ambos aspectos convergen, lo descomunal para la es-
cala humana es también lo que —si no es divino— llega a ser terrible. Lo entendemos solo como
negación de algo, antinatura. Hay otra manera de abordarlo, cuando algo sobrepasa de tal modo
nuestra comprensión habitual nos sentimos intimidados, impotentes, la frustración cognitiva lleva
fácilmente a dudar de nuestra propia capacidad y relevancia. Ante lo que no podemos simbolizar,
traducir en un código legible de significado, nuestra propia existencia se muestra como insignifi-
cante. Algo que escapa toda medida habitual nos arrastra hacia lo desconocido, si el intento de
arrastrar a su vez el objeto hacia nuestros parámetros tradicionales no tiene efecto, es probable que
cuestionemos nuestro propio esquema de comprensión, esto puede tener resultados revoluciona-
rios, catastróficos, o ambas. Como pareció ver Nietzsche, si nos experimentamos frente a lo un-
geheuer como insignificantes entonces transitamos hacia lo ungeheuer en nosotros mismos.
La descomunal colección de mercancías puede ser vista como el resultado de cierta organización
del mundo, el cual se encuentra vaciado de un sentido global más allá de su autoreproducción. Por
supuesto la mayoría de las cosas tienen un valor de uso particular, pero el principio ordenador del
sistema no está orientado a ningún fin que podamos reconocer como racional y propio. Cuando
despierta Gregor Samsa, luego de la repentina sorpresa de descubrirse monstruoso, rápidamente se
pregunta por su trabajo. Viéndose convertido en un inmenso bicho su preocupación inmediata es
ser despedido, no poder ir a cumplir sus obligaciones laborales. Él ya no es otra cosa que mera fuerza
de trabajo, la más especial de las mercancías, pronta a ser desechada, totalmente prescindible. No