Protrepsis, Año 12, Número 23 (noviembre 2022 - abril 2023). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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Sin embargo, a diferencia de Slater (2013), consideramos que las formas de capitalismo contempo-
ráneo persiguen una lógica que profundiza las relaciones de colonización, que incluyen dicha di-
mensión social, militar, psicológica, etc., vertida en los mecanismos del imperialismo económico,
siguiendo a Marion (2000).
El capitalismo gore representa una forma de generación del capital aparentemente contraria a las
formas de capitalismo de la información contemporáneas, que señalan una tendencia a la genera-
ción de valor con base en la intervención de dispositivos de intercambio y reproducción de infor-
mación, como señala (Han, 2014). Empero, en las formaciones de valor bajo el entramado de ne-
croemprendimientos, la producción del cadáver, del asesinato, representa la última expresión de la
generación de interés del capital. Cadáver que representa el estadio ulterior al desgaste y agota-
miento de la fuerza productiva del proletariado –que ya había indicado Marx– ya que esta clase
social al no contar con capital, tiene que vender lo único que posee, su fuerza de trabajo mediada
por el desgaste de su cuerpo; labor: “gasto de cerebro, nervio, músculo, órgano sensorio, etc.” (Marx,
1867/2010: 87, Tomo I), pero aquí la producción –a través del desgaste del cuerpo– no es condi-
ción de posibilidad de generación de capital, de valor, sino que, en el último estadio de generación
de ganancias del mercado, la dimensión monetaria adviene a través de la disolución y aniquila-
miento del cuerpo –la producción del cadáver–, correlato del postrero valor. Entonces, en este sen-
tido, el cuerpo deviene una pieza que vale más muerta que viva, para el proceso productivo y de
creación de capitales gore. El cuerpo, en este tenor, opera a suerte de correlato al que se le inscriben
mecanismos: necrodispositivos como la tortura, disolución, violencia extrema, secuestro, o asesi-
nato perpetrados por los agentes generadores del capital dentro del andamiaje de dicho capitalismo,
en el que el valor clásico producido mediante el trabajo humano y desgaste del cuerpo, se desplaza
a la concreción del cadáver, ni siquiera como el horizonte de la forma de la explotación tradicional,
que se ejercía contra el trabajador por parte del capitalista, en el cual el primero transfiere el valor
de su trabajo a este último y su excedente no liquidado en forma de plusvalía, “[…] haciendo que
tal proceso consista solo en la ejecución de tareas dirigidas por otros, abarata el trabajo, lo hace apto
para la automatización y refuerza el control sobre los trabajadores, todo lo cual contribuye a una
mayor explotación” (Marion, 2000: 368). Por el contrario, la forma de generación de valor dentro
del capitalismo gore adviene en la producción de la muerte, la disolución del sujeto. Valencia
(2010) considera el capitalismo gore como una transvalorización de valores y de prácticas que se
llevan a cabo “de forma más visible en los territorios fronterizos” (Valencia, 2010: 16) Empero,
consideramos los necroemprendimientos gore como formas de la profundización de la lógica de la
máquina capitalista que produce la destrucción del cuerpo, no mediante la inscripción a este del
desgaste productivo, como sostiene Marx (1867/2010: 87, Tomo I), sino en las formas de capita-
lismo tardío –como representa el capitalismo gore‒ la producción del cadáver posee parecidos de
familia con la expresión que sostiene Hannah Arendt, a propósito del mal radical, en el que “todos
los hombres se han tornado igualmente superfluos” (Arendt, 1951/1998: 368), de modo que con-
desciende su asesinato impune y sostiene Arendt: “El asesino deja un cadáver tras de sí […] borra