Protrepsis, Año 12, Número 24 (mayo - octubre 2023). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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replanteamiento, a un redescubrimiento de la vida real y natural que había sido enterrada por la
civilización. Algunos de ellos tendían hacia la izquierda en sentido estricto, otros más hacia las ideas
románticas o individualistas.
Desde el principio, el movimiento obrero tuvo dificultades para integrar esta necesidad cultural de
masas completamente nueva. Ya en 1890, algunos nietzscheanos, conocidos como los jóvenes, fue-
ron expulsados del SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) y los ambiciosos intelectuales mar-
xistas del partido como Franz Mehring, Eduard Bernstein y Kurt Eisner, escribieron polémicas
punzantes contra Nietzsche y los suyos, anticipando los argumentos esenciales de Lukács y Haber-
mas. En gran medida estaban de acuerdo en que no había que tomar en serio a Nietzsche: era un
filósofo de moda que no tenía nada que decir al proletariado, que en el mejor de los casos atraía a
unos cuantos pequeños burgueses confundidos que, de por sí, no habían perdido nada en el movi-
miento obrero.
Ciertamente también hubo miembros del movimiento obrero que se portaron de otro modo con
Nietzsche. En 1905, por ejemplo, el artista Fidus, fuertemente inspirado por Nietzsche –represen-
tante de un notable proletariado modernista que desgraciadamente se inclinó hacia la derecha a
partir de 1914–, fue autorizado a diseñar la portada de la edición especial de mayo del órgano del
SPD Vorwärts con un dibujo en el que da expresión concreta y sensual a la visión nietzscheana de
una humanidad liberada (Cf. Fig. 1). Pero la corriente principal era de orientación marxista o kan-
tiana. Otros movimientos sociales, como el movimiento de mujeres, se han comportado de manera
similar: tanto la burguesa como el ala proletaria del movimiento de mujeres se separaron del ala
reformista de la vida. En ambos campos, el libertinaje sexual propagado y practicado por muchas
mujeres del nietzscheanismo de izquierda suscitó una especial ofensa.
El estallido de la guerra en 1914 marcó una censura que hizo que se rompiera la primera ola. Si
bien los temas de esta primera generación de nietzscheanos de izquierda siguieron siendo decisivos
–los marxistas no ortodoxos posteriores, por ejemplo, Walter Benjamin y Ernst Bloch, que se vin-
cularon a este periodo tardío–, nunca pudieron encontrar el camino de vuelta a ese optimismo au-
daz, a ese espíritu de experimentación desenfrenado que no tiene parangón en la historia del
mundo. Mientras que algunos, encabezados por la hermana de Nietzsche, Elisabeth Förster-
Nietzsche, se unieron a la paz del castillo y trataron de hacer que Nietzsche –que de hecho más
bien había sido pacifista– fuera aceptable para la corriente dominante como “Bismarck en la falda
de profesor” (Förster-Nietzsche,1914: 2) e incluso interpretaron el entusiasmo por la guerra (como
por ejemplo Thomas Mann) como el cumplimiento de sus esperanzas revolucionarias culturales,
los otros se radicalizaron hacia la izquierda y se unieron al campo pacifista. Se produjo una escisión
en la comunidad nietzscheana, que hasta entonces había sido heterogénea pero no estaba franca-
mente dividida y que aún hoy determina su discurso (¡Una ruptura y una traición de la que, desde
luego, tampoco el movimiento obrero marxista se salvó!).