Protrepsis, Año 11, Número 22 (mayo - octubre 2022). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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La naturaleza humana, se entenderá como más o menos racional o más o menos pasional. Si bien
esto suena un tanto equívoco es ya que la fluctuatio animii es una suerte de proceso transforma-
dor/liberador, pero solo parcial. La libertad en un sentido estricto no existe, lo mismo que el total
dominio de los afectos. Los afectos debilitantes son tan naturales como lo son los potenciadores,
empero, la clave del spinozismo es que no hay afecto debilitante que no pueda ser transformado en
uno que potencie.
Esto aplica al amor. El amor, aquella idea que producía la alegría por una causa exterior en un
principio se entendía como tenuemente potenciadora, así como fácilmente debilitante, llevando a
la frustración o a los celos. Este amor tiene una dimensión trágica. Empero, Spinoza considera que
en la medida que nos esforzamos por comprender el amor, padecemos menos a causa de él. ¿Por
qué? Spinoza ilustra esto con un ejemplo: ¿Qué sucede cuando dos personas aman lo mismo y solo
uno lo puede tener?
He dicho que Pablo odia a Pedro por imaginar que éste posee algo que Pablo ama también;
de ello parece seguirse, a primera vista, que esos dos hombres, por amar lo mismo y, consi-
guientemente, por concordar en naturaleza, se dañan mutuamente; y si esto es verdad, enton-
ces serían falsas las Proposiciones 30 y 31 de esta Parte. Pero si examinamos el asunto con
precisión, veremos que todo esto concuerda por completo. Pues esos dos hombres no son mo-
lestos el uno al otro en cuanto que concuerdan en naturaleza —esto es, en cuanto que ambos
aman lo mismo—, sino en cuanto que difieren entre sí. Pues, en la medida en que ambos aman
lo mismo, por eso mismo su amor resulta alentado (por la Proposición 31 de la Parte III), esto
es (por la Definición 6 de los afectos), resulta alentada su alegría. Por ello, están muy lejos de
molestarse uno al otro en cuanto que aman lo mismo y concuerdan en naturaleza. La causa
de esto, como he dicho, no es otra que la diferencia de naturaleza que suponemos hay entre
ellos. Pues suponemos que Pedro tiene la idea de una cosa amada actualmente poseída, y, en
cambio, que Pablo tiene la idea de una cosa amada pérdida. De donde proviene que éste se
vea afectado de tristeza, y aquél, en cambio de alegría, y que, en esa medida, sean contrarios
entre sí. Y de esta manera, podemos mostrar fácilmente que las demás causas de odio depen-
den sólo del hecho de que los hombres difieren en naturaleza, y no de aquello en que con-
cuerdan (Spinoza, trad. en 2011: E III, Prop. XXXIV Sc.).
Siguiendo la cita anterior ¿Qué pasa cuando dos personas quieren lo mismo, pero solo una lo puede
tener? Dos personas aman a la misma persona, pero solo puede estar con una de estas dos. Uno de
ellos, el no amado, posee un dejo de tristeza, de frustración, ¿Por qué?, la respuesta es aparente-
mente evidente, y es porque ambos quieren lo mismo. La respuesta por otro lado es que el dejo de
tristeza surge porque ambos quieren cosas diferentes. La dimensión trágica del amor se encuentra
únicamente en el deseo imaginario, ese que solo piensa en lo que uno quiere, pero ignora lo más
importante, es decir cómo son realmente las cosas.