Protrepsis, Año 11, Número 22 (mayo - octubre 2022). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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defendido aquella premisa filosófica. En su obra Ordo Amoris (Scheler, 2008), explica que la ob-
jetividad del amor puede contribuir en el ordenamiento de la estructura subjetiva del ser humano.
Esto lo habría explicado, en parte, así:
Al investigar la esencia de un individuo, una época histórica, una familia, un pueblo, una na-
ción, u otras unidades sociales cualesquiera, habré llegado a conocerla y a comprenderla en
su realidad más profunda, si he conocido el sistema, articulado en cierta forma, de sus efecti-
vas estimaciones y preferencias. Llamo este sistema el ethos de este sujeto. Pero el núcleo más
fundamental de este ethos es la ordenación del amor y del odio, las formas estructurales de
estas pasiones dominantes y predominantes, y, en primer término, esta forma estructural en
aquel estrato que haya llegado a ser ejemplar. La concepción del mundo, así como las acciones
y hechos del sujeto van regidas desde un principio por este sistema (Scheler, 2008, p. 22).
Sobre el posicionamiento metafísico que plantea el ordo amoris de Scheler, es preciso recordar que
tiene asociada una perspectiva metafísica y ontológica de corte espiritualista (Mujica, 2022b), pues,
una perspectiva deductiva de base materialista podría llegar a otras conclusiones en torno al amor.
Incluso, relativizando su importancia en el ámbito moral del ser humano. Un caso es el del filósofo
chileno, Humberto Maturana (2020a, 2020b), quien aborda el amor desde una perspectiva moral
materialista y lo reduce a una emoción. Tanto para Scheler (2001, 2005), como para Mujica (2019)
y Ortega y Gasset (2018), el amor estaría por sobre las emociones, dado que el primero tendría un
carácter espiritual más estable y primario que estas últimas. De hecho, una misma emoción, como
la alegría, podría darse ante actos de amor y de odio.
Desde la concepción de Scheler (2008) el amor no sería un aspecto que puede ser modificado a
destajo por la voluntad humana o el intelecto, y tampoco sería una imposición divina, sino que sería
un aspecto espiritual que se aprehendería o captaría de forma intuitiva, donde la afectividad hu-
mana tendría mucha relevancia en aquel proceso. En este sentido, mientras más la persona acerca
su moralidad a la bondad, más capacidad iría teniendo para intuir y captar el amor. Esto es lo que
se llamaría una intuición moral, que es base en la ética objetiva y material de los valores de Scheler
(2001). Un autor que se refiere a la intuición moral para explicarla desde la perspectiva de esta
corriente filosófica es Benzo, quién lo hace de este modo:
La intuición moral, como la mayoría de los acontecimientos, es progresiva: el ideal ético no se
revela de una vez en su plenitud, sino que, si se continúa profundizando en él, siempre es
posible descubrir nuevos horizontes morales. Pero es que, además, el conocimiento ético es
progresivo en un sentido peculiar: en su avance no solamente influye el esfuerzo intelectual,
sino también la realización vital. El hombre que procura ser bueno se capacita para intuicio-
nes éticas más profundas; el que se entrega al mal, empobrece su capacidad de intuición ética
(Benzo, 1967: 35).