Protrepsis, Año 11, Número 22 (mayo - octubre 2022). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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lugar a la última de las exteriorizaciones de la Belleza dada en el propio mundo sensible. Este úl-
timo es el aspecto fenoménico de la Belleza.
Esta gradación de la belleza produce, a su vez, una doble vertiente de la concepción plotiniana de
la Belleza. Por un lado, como se indicó, la operatividad de la Belleza siempre reside en la propia
vitalidad del cosmos, entendida como emanación de lo Uno. En este sentido, lo bello siempre es
expresión de vida e inteligencia (Plotino, trad. en 1998: VI, 6, 1, 20-25). Por otro lado, a nivel fe-
noménico, la apertura visible de la Belleza respondería a esta inteligibilidad que la fundamenta y
sostiene, permitiendo que ella fuera reconocida desde el eidos manifiesto en el propio orden sensi-
ble (Plotino, trad. en 1998: V, 9, 13, 10-15). De este modo, la Belleza formal sirve como propedéu-
tica del conocimiento de lo inteligible a través de lo visible. Encontramos una aceptación por parte
de Plotino de una concepción formalista de la Belleza como antesala de una comprensión vitalista
y metafísica de la misma:
Y por eso hay que reconocer que aun acá la belleza consiste más en el esplendor que refulge
en la proporción, y que ese esplendor es lo que enamora. ¿Por qué, si no, brilla más la belleza
en el rostro de un hombre vivo, mientras que en el de un muerto no hay más que un rastro de
belleza, y eso aun antes de que el rostro esté mustio de carnes y proporciones? ¿Por qué las
estatuas más vivas son más hermosas, aunque las otras estén mejor proporcionadas? ¿Por qué
un hombre feo pero vivo es más hermoso que la estatua de un hombre hermoso? Sin duda
porque el vivo es más deseable; y eso, porque tiene alma; y eso por el alma es más boniforme;
y eso porque está coloreada de algún modo por la luz del Bien y, una vez coloreada, se reaviva,
se aligera y aligera el cuerpo que lleva y le comunica toda la bondad y vivacidad que este es
capaz. (Plotino, trad. en 1998: VI, 7, 22, 25-35)
De este modo la concepción plotiniana de la Belleza se acompasa a la gradación ontológica que se
encuentra en las Enéadas. En el plano fenoménico, la Belleza puede o no expresarse de forma ar-
mónica y geométrica, pero su expresión geométrica la hace más susceptible de ser captada por aque-
llos que ya han comenzado su búsqueda. No obstante, la Belleza inmanente a la vida inteligible del
cosmos es más elevada que una mera expresión formal inerte, tal y como podemos apreciar en el
pasaje anterior. De este modo, para Plotino, lo bello siempre comporta una vivencia determinada,
ligada al conocimiento inteligible. Esta vivencia solo puede ser interpretada por el filósofo a través
del Eros. Finalmente, la Belleza trascenderá el orden mismo del eidos y podrá ser experimentada
como la muestra misma de lo divino.
El Eros, en esta dinámica, tiene un papel mediador entre el alma cognoscente y la dialéctica misma
de la Belleza. Su percepción pone en marcha y dinamiza las potencias del alma. En este proceso, el