Protrepsis, Año 12, Número 23 (noviembre 2022 - abril 2023). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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ISSN: 2007-9273
Protrepsis, Año 12, Número 23 (noviembre 2022- abril 2023) 265 - 286
Recibido: 07/12/2021
Aceptado: 12/11/2022
Ensayo: La lengua como una práctica para la colonialidad
en la temática del videojuego Metal Gear Solid V: The
Phantom Pain
Ignacio García Solano 1
1 Universidad de Guadalajara
Jalisco, México
E-mail: garciasolanoignacio@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-4358-5198
Resumen: Entiendo por lengua aquella serie de signos usados por el humano para generar un medio
de comunicación y por colonialidad una relación de dominación impuesta por una cultura X a una
cultura Y. Con base en esto: ¿Es posible que la lengua sea utilizada como un medio para la colonia-
lidad de otras culturas? Esa fue la pregunta que me realicé al terminar el videojuego Metal Gear
Solid V: The Phantom Pain. El argumento está enfocado en la destrucción de la lengua angloame-
ricana para finalizar con el imperialismo de los Estados Unidos. Por más que el juego parezca tener
una historia ficticia, sostengo la siguiente tesis: El argumento del videojuego Phantom Pain, siendo
un ejercicio del poder, puede llegar a ser una práctica para la colonialidad impuesta a ciertas cultu-
ras, hablo sobre la destitución de una lengua como una forma de obtener el control sobre alguna
determinada población.
Para probar las razones que sostienen mi propuesta me propongo dos objetivos: 1) Mostrar las for-
mas en que la lengua ha sido o puede ser una forma de ejercer el poder, manteniendo un control
sobre cierta población como una práctica de colonialidad. 2) Mostrar los problemas que surgen
sobre la ambigüedad y la indeterminación del lenguaje, indeterminación que vuelve intraducible
en su totalidad cualquier idioma; un idioma al contener una forma específica de percibir el mundo,
su desaparición o reestructuración puede implicar también la desaparición o manipulación de de-
terminadas culturas.
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Palabras clave: Videojuegos, colonialidad, poder, lengua, cultura.
Abstract: I understand language as a series of signs used by the human being to generate a meaning
of communication and coloniality as a relationship of domination imposed from culture A to cul-
ture B. Based on this: Is it possible that language is used as a way of coloniality of other cultures?
That was what I asked myself when finishing the videogame Metal Gear Solid V: The Phantom
Pain. Its argument is focused on the destruction of the Anglo-American language to end the impe-
rialism of the United States. Although this video game seems to have a fictitious story, I propose
this thesis: The argument of video game Phantom Pain, being understood as an exercise of power,
could become in a practice for coloniality imposed to some cultures, I speak about the displacement
of a language as a form to keep the control on some determined population.
To justify my thesis I propose two objectives: 1) Show the ways in which language has been or can
be a way of practicing power, maintaining control over a determined population as a practice for
the coloniality. 2) Show the problems that arise with the ambiguity and indetermination of lan-
guage, an indetermination that makes any language untranslatable; a language containing a specific
way of perceiving the world, its disappearance or restructuring may also imply the disappearance
or manipulation on determined cultures.
Keywords: Videogames, coloniality, power, language, culture.
La lengua como práctica para la colonialidad
El argumento del videojuego phantom pain
Metal Gear Solid V: The Phantom Pain (Kojima, 2015) es la secuela directa del videojuego Ground
Zeroes, diseñado por Hideo Kojima y desarrollado por Kojima Productions, del género bélico o
acción-aventuras en tercera persona. El argumento data 5 años después de la destrucción de Mot-
her Base (base militar ubicada en una zona independiente del mar que la vuelve igualmente inde-
pendiente de cualquier país) cuando el soldado Punished Venom Snake (también conocido como
Big Boss y líder de la Mother Base) logra despertar de un largo coma, para tener que escapar inme-
diatamente de un intento de asesinato. Una vez a salvo busca a la persona que puso precio a su
cabeza, descubriendo una conspiración secreta en contra de los Estados Unidos detrás de un mis-
terioso hombre, con nombre desconocido, pero, todos lo llaman bajo el pseudónimo “Skull Face”.
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Skull Face es el líder de la organización Cipher encargada de la destrucción de la Mother Base en
el o de 1975. Nacido en 1930 proveniente del Norte de Transilvania, Rumania, fue testigo de
los ataques militares soviéticos que destruyeron a su ciudad natal. Secuestrado por este mismo ejér-
cito es torturado con el fin de olvidar su lengua nativa Székely adoptando otros nuevos lenguajes,
a la vez que era entrenado militarmente. Tras apoyar a la ONU con la destrucción de la Mother
Base y el supuesto asesinato de Big Boss, Skull Face es traicionado siendo exiliado en África, lugar
donde conoce a Code Talker quien le enseña sobre los parásitos de las cuerdas vocales. Estos pará-
sitos ingresados en el cuerpo humano tienen una función reproductiva realizada con la ayuda vi-
bratoria ocasionada por las cuerdas vocales, una vez reproducidos continúan viviendo consu-
miendo los tejidos vivos hasta causar la muerte del sujeto que los contiene. Skull Face inició con la
experimentación de estos parásitos capacitándolos para reaccionar únicamente con determinados
idiomas. Así crea varios grupos de cepas parasitarias según el idioma aprendido, afectando sola-
mente a personas que hablen un determinado idioma identificado por este parásito (Kojima, 2015).
Skull Face ansiaba obtener venganza por la destrucción de su cultura nativa, teniendo planeado
una limpieza étnica contra aquellos países dedicados a la invasión o intervención extranjera. Para
poner a prueba las cepas creadas, infiltran en la Mother Base a una espía de nombre Quiet ingre-
sando a parásitos que matarían a todos los reclutas de Big Boss que hablasen el idioma Kikongo. La
plaga que infectaría a los hablantes del idioma inglés se encontraba siendo trabajada en un labora-
torio desconocido aislada del resto de cepas. Una vez que fuese repartida en los Estados Unidos,
por ser el inglés angloamericano el lenguaje universal, se esperaba que los países de todo el mundo
vieran el final de un idioma entre todos común. Además, también se esperaba la extinción de una
lengua dominante acabando así con el imperio estadounidense, dando fin a su medio de comunica-
ción que culminaría con una forma de ejercer el poder. Estas personas tendrían dos opciones: morir
hablando su lengua o vivir aprendiendo otra. Así es como Skull face obtendría el control cultural
de los estadounidenses implementando un proceso lingüístico de colonialidad (Kojima, 2015).
Definición de los conceptos lengua y colonialidad
Inicio el primer análisis del juego partiendo de tres puntos claves: 1) La definición del concepto
“lengua” y su relevancia en la sociedad; 2) la definición del concepto colonialidad”; 3) la conexión
entre el concepto de “lengua” con la “colonialidad” respondiendo a la siguiente cuestión: ¿Por qué
la lengua puede ser utilizada como una práctica para la colonialidad? De cumplir con estos objeti-
vos secundarios, podré justificar que el argumento del videojuego Phantom Pain (Kojima, 2015)
no se encuentra fuera de la realidad.
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El Diccionario de Filosofía de Nicola Abbagnano define por lengua: “Un conjunto organizado de
signos lingüísticos” (1963: 721). Distinguiéndolo del lenguaje Abbagnano citando a Saussure co-
menta ser: “[…] conjunto de los hábitos lingüísticos que permiten a un sujeto comprender y hacerse
comprender” (1963: 721). Para hablar sobre la relevancia de la lengua en la sociedad decido recu-
rrir a Ernst Cassirer (2016), quien va a proponer una nueva antropología del hombre basada en los
simbolismos percibidos por las personas y su capacidad para transmitirlos a través de un idioma.
Todos los fenómenos reales (cualquier objeto) o ideales (cualquier sentimiento) que el hombre pre-
sencia en la vida se convierten en formas simbólicas comunicadas a otras personas. En desacuerdo
con Aristóteles quien definió al hombre como “animal racional” en sus escritos sobre Política (Trad.
en 1988), Cassirer propone otra explicación biológica interpretándolo como alguien que relacio-
nado socialmente expresa los simbolismos del mundo percibido a través del idioma.
El lenguaje ha sido identificado a menudo con la razón o con la verdadera fuente de la razón,
aunque se echa de ver que esta definición no alcanza a cubrir todo el campo […]. Los grandes
pensadores que definieron al hombre como animal racional no eran empiristas ni trataron
nunca de proporcionar una noción empírica de la naturaleza humana […]. La razón es un
término verdaderamente inadecuado para abarcar las formas de la vida cultural humana en
toda su riqueza y diversidad, pero todas esas formas son simbólicas. Por lo tanto, en lugar de
definir al hombre como un animal racional lo definiremos como un animal simbólico. (Cas-
sirer, 2016: 59-60)
Desde esta perspectiva antropológica del hombre, puedo interpretarlo como un sujeto social que
explica su mundo exterior o su propio sentir mediante determinados códigos lingüísticos, teniendo
como función primordial que alguien más pueda comprenderlo. Pero, Cassirer reconoce que esas
descripciones pueden ser ambiguas al ser una especie de metáfora que tratan de dar a entender
cómo es que alguien percibe su realidad; por tanto, entiéndase que la lengua es una expresión de
códigos transmitidos por un emisor y decodificados por un receptor que siendo: […] incapaz de
describir las cosas directamente, apela a modos indirectos de descripción, a términos ambiguos y
equívocos” (2016: 205).
El hombre que expresa su realidad o sus ideas para comunicarlas a alguien más, se encuentra reali-
zando una explicación de sus propios conocimientos o sentimientos acerca de lo percibido, no ex-
presa esos fenómenos como cosas en mismas, sino como palabras. Allí radica la ambigüedad del
lenguaje. Los hombres en su cultura aprenden a comunicarse a través de un determinado idioma
que se ha ido desarrollando a lo largo de una historia para expresar ciertas cosas, pero así como cada
persona se sumerge en su propio mundo cada cultura con cada idioma expresan diferentes percep-
ciones a través de la lengua. Por tanto, retomando el tema de la lengua como una práctica colonial,
puede implicar que la desaparición de un idioma determinado no sólo termine con una forma de
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habla, también puede terminar con una explicación que alguien o algunos tenían respecto de la
realidad.
Es momento de definir el concepto de colonialidad para más adelante ligarlo al asunto de la lengua.
Para explicar este concepto me baso en un texto de Walter Mignolo titulado: La Colonialidad a lo
Largo y a lo Ancho. El autor, para guiarnos a lo que entiende por “colonialidad”, comienza por
explicarnos qué es el imaginario”. Con ese concepto se refiere a la autodefinición que una socie-
dad tiene de misma: “[…] es la construcción simbólica mediante la cual una comunidad […] se
define a sí misma” (2000: 34). Para esclarecernos su definición decide recurrir a una situación sus-
citada en América Latina, la idea que tenemos nosotros de los europeos parte del imaginario que
ellos nos legaron durante la conquista: “La imagen que tenemos hoy de la civilización occidental
es, por un lado, un largo proceso de construcción del ‘interior’ de ese imaginario […]” (2000: 34).
El imaginario” del occidente Europeo seel auge de la modernidad, una modernidad que llega
de la mano con un proceso de colonialidad. Mignolo (2000) citando a Aníbal Quijano nos men-
ciona porque ambos procesos pueden llegar a ser coexistentes. La expansión de la cristiandad como
parte de la modernización de la Europa occidental hacia el resto del mundo en su responsabilidad
para civilizarlo, es un suceso preciso de la colonialidad: “[…] desde el momento de la expansión de
la cristiandad más allá del mediterráneo (América, Asia), que contribua la autodefinición de
Europa, y fue parte indisociable del capitalismo, desde el siglo XVI” (2000: 35). Explicado en mis
propios términos, el imaginario europeo sostiene que el auge de lo moderno proviene de su propia
cultura, siendo su responsabilidad la expansión civilizatoria, en este punto surge el proceso de co-
lonialidad, cuando esa autodefinición de occidente debe ser impuesta mundialmente como una
cultura dominante, tomando cierto control sobre otras diversas formas de pensamiento, impo-
niendo el suyo como verídico.
Siguiendo lanea argumental, la colonialidad es un proceso donde se impone el imaginario de una
cultura X sobre el pensamiento de una cultura Y. El pensamiento de Y es considerado incivilizado
siendo necesario ser introducido a un proceso de modernización desde los criterios de X. X pasa a
ser una forma de ejercer el dominio o el poder epistémico sobre Y, entendiendo por epistémico una
forma de conocimiento proveniente en este caso de la cultura, como bien podría ser: la tradición o
la lengua. Dicha episteme puede ser alterada bajo ciertos estándares impuestos por el grupo domi-
nante. Aquí surgen dos preguntas importantes: ¿La lengua puede llegar a ser una práctica utilizada
para un proceso de colonialidad? Y ¿Puede la lengua ayudar a eliminar un pasado cultural introdu-
ciendo otras formas de pensamiento para la construcción de una nueva episteme?
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La lengua como un ejercicio del poder
En Nicolás Maquiavelo es posible encontrar este tipo de prácticas en su libro II capítulo 5 de los
Discursos Sobre la Primera Década de Tito Livio. Allí explica que uno de los procesos utilizados
por los romanos para combatir a los territorios paganos dependió de dos aspectos importantes: la
desaparición de las antiguas religiones y su lenguaje. Desaparecer antiguas religiones implicaría el
olvido de su propia cultura. Sobre la lengua olvidar su propio idioma implicaría olvidar su propia
y antigua forma de pensamiento:
[…] cuando aparece una nueva secta, es decir, una nueva religión, su primer cuidado es ad-
quirir crédito extinguiendo la antigua; si los fundadores de la nueva religión hablan distinto
idioma, lo consiguen fácilmente. Se conoce esto examinando los procedimientos de la religión
cristiana contra la pagana, pues destruyó todas sus instituciones y todas sus ceremonias, sin
dejar memoria de esta antigua teología. […] esto se debe a la necesidad de conservar la lengua
latina, puesto que en ella se escribiría la nueva ley: de poderla promulgar en nuevo idioma,
teniendo en cuenta las otras persecuciones que sufrió el paganismo, no quedaría memoria de
los anteriores sucesos. (Maquiavelo, 2014a: 223)
Es importante entender los intereses intelectuales de Maquiavelo descritos en su obra El Príncipe:
¿Cómo puede el príncipe conservar su poder en los dos tipos de principados clasificados según la
forma en que se obtienen: hereditarios o nuevos? El análisis presentado por Maquiavelo sobre reli-
gión y lengua descritos en los Discursos Sobre la Primera Década de Tito Livio, parten de este
mismo interés de quien gobierna por conservar su gubernatura. Maquiavelo tenía muy en claro que
la destrucción cultural de un pasado, era una efectiva estrategia tomada por los romanos para ejer-
cer el poder sobre los conquistados. Recurriendo al tema suscitado por la religión, pensar una reli-
gión parte desde pensarla con un determinado lenguaje, en consecuencia, perder un idioma es per-
der también una religión al no poderla pensar. Por el contrario, introducir una lengua que permita
comprender otra religión, sería igualmente enseñar a los conquistados a pensar en otra nueva reli-
gión.
Léase lo que hacían Gregorio y los otros propagandistas de la religión cristiana, y se verá con
qué obstinación perseguían cuanto pudieran recordar la idolatría, quemando las obras de poe-
tas e historiadores, destruyendo las estatuas de los dioses y alterando o arruinando cuanto pu-
diera ser recuerdo de la Antigüedad; de suerte que si tal persecución hubieran podido añadir
el uso de un nuevo idioma en brevísimo tiempo, todo lo antiguo se habría olvidado.
Debe creerse que lo hecho por la religión cristiana contra el paganismo lo hicieron también
los paganos contra las religiones anteriores a la suya, y como en cinco mil o seis mil años han
ocurrido dos o tres veces estos cambios de religión, no hay memoria de sucesos anteriores a
dicho tiempo […]. (Maquiavelo, 2014a: 224)
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El cambio de una lengua a otra, el intercambio de palabras para situar una oración en otro contexto
o el cambio de significado para algunas palabras puede influir en el pensamiento de las personas.
Los nazis comprendieron la importancia del discurso como una forma para ejercer el poder totali-
tario mediante el uso de la lengua. Desde distintos aspectos la manipulación de ciertas palabras
jugó un rol importante para imponer su ideología en la sociedad. Los nombres judíos buscaron ser
dignificados reduciéndolos a una letra para minimizarlos: Jacob, Moisés, David eran sustituidos
por J, M o D, luego, en los campos de concentración eran intercambiados por números. El concepto
de judío fue asociado a conceptos considerados problemáticos para el alemán: “judío-marxismo”,
“judío-capitalismo” o “judío-americano” fueron conceptos considerados enemigos externos culpa-
dos del mal político alemán. Otra estrategia de control fue culminar con la idea de individuo, ha-
ciéndolo pensar siempre como una masa adoctrinados por conceptos específicos inmersos en los
discursos del Tercer Reich: “fanático” siendo la persona entregada al partido, “pueblo” para pensar
en nosotros en lugar de yo, o “crisis” sustituyendo “derrota” (Cohen, 2003).
Un ejemplo ficticio pero posible sobre la lengua como un ejercicio del poder se encuentra en la
obra distópica de George Orwell 1984 (1987). Entre diversos temas analiza cómo serían los pro-
blemas que implicaría el lenguaje si un partido político, en su deseo por mantener el poder, cam-
biará el idioma de la ciudadanía con la finalidad de mantener el control de un Estado. El autor logra
denotar (mediante lo que podría interpretarse como un experimento mental) las formas de mani-
pulación que pueden existir en obligados intercambios de idioma. Cuando un nuevo idioma es in-
troducido en una sociedad de forma violenta (es violenta por irrumpir el derecho del hombre a
conservar su lengua), nos encontramos en una situación donde la lengua se encuentra siendo utili-
zada como una práctica para la colonialidad.
En 1984 (Orwell, 1987) de todas las palabras sustituidas por el ministerio de verdad encargados
del desarrollo de la newspeak, quizá la más peligrosa sea el concepto free (libertad), la cual ahora
podría ser considerada como carencia de algo, por ejemplo: Yo estoy libre de enfermedad o me
encuentro libre de trabajo. Los ejemplos propuestos por el autor son: “’The dog is free from lice’ or
‘This field is free from weeds’” (p. 313). La palabra “libertad” había perdido algunos sentidos, no
existía más la definición de libertad política o libertad de pensamiento. En un Estado dominado
por la dictadura del Big Brother, era importante que los hombres no conocieran esos significados,
de no conocerlos no podrían expresarse, entonces, no exigirían sus derechos como la libertad de
voto o la libertad de prensa.
En la novela de Orwell es posible encontrar similitudes con Foucault en torno al tema del poder.
Hay una lógica que se maneja bajo la siguiente estructura: existe un sujeto X que vigila a un sujeto
Y, Y al sentirse observado por X se mantiene bajo una determinada conducta disciplinaria. Fou-
cault en Vigilar y Castigar realizaría una crítica al concepto de la prisión establecido por Jeremy
Bentham sobre el proyecto del panóptico. El poder puede generarse en la creación disciplinaria, la
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disciplina se construye a través de la vigilancia y el castigo. X vigila que Y cumpla un reglamento
Z, o al menos Y cree que X se encuentra vigilándolo para obedecer según lo determinado por Z
serie de principios. Si X observa que Y incumple con Z ejerce una penitencia como castigo, enton-
ces, mientras Y se encuentre o se crea vigilado por X, teniendo miedo al castigo nunca incumplirá
con lo establecido en Z.
El panóptico de Bentham es la figura arquitectónica de esta composición. Conocido es su
principio: en la periferia, una construcción en forma de anillo, en el centro una torre, ésta, con
anchas ventanas que se abren en la cara interior del anillo. La construcción periférica está
dividida en celdas, cada una de las cuales atraviesa toda la anchura de la construcción. Tienen
dos ventanas, una que da al interior, correspondiente a las ventanas de la torre, y la otra, que
da al exterior, permite que la luz atraviese la celda de una parte a otra. Basta entonces situar
un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda a un loco, un enfermo, un condenado,
un obrero o un escolar. Por el efecto de la contraluz, se pueden percibir desde la torre, recor-
tándose perfectamente sobre la luz, las pequeñas siluetas cautivas en la celda de la periferia.
Tantos pequeños teatros como celdas, en los que cada actor está solo, perfectamente indivi-
dualizado y constantemente visible. El dispositivo panóptico dispone unas unidades espacia-
les que permiten ver sin cesar y reconocer al punto.
[…]
De allí el efecto mayor del Panóptico: inducir en el detenido un estado consciente y perma-
nente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder. Hacer que la vi-
gilancia sea permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción. (Foucault,
1976: 203-204)
Esto deja una duda en el aire: ¿Cómo funcionaría este proceso del poder en un ambiente lingüís-
tico? Trasladando esta teoría del poder al campo del discurso, Foucault define la función arqueoló-
gica como el estudio hermenéutico del discurso, los sentidos que puede tener o no tener determi-
nado discurso dentro de cierto contexto: “se trata de captar el enunciado en la estrechez y la singu-
laridad de su acontecer” (1970: 45). Los sentidos de los objetos se forman con base en la definición,
se categorizan ciertos criterios o conceptos de un fenómeno y con esa descripción se define. Los
conceptos de la economía, la psiquiatría o la sociología no son cosas en mismas, sino formas dis-
cursivas de entender determinado fenómeno a través del discurso.
De allí parte a explicar que la construcción de la realidad es establecida desde los discursos realiza-
dos por las personas. La construcción del mundo no es una verdad en sí misma, sino dada mediante
el discurso donde un sujeto X da su comprensión, interpretación o percepción de una realidad Z.
Los significados de palabras u objetos no son otra cosa que una serie de conjuntos de características
que permiten situarlo en un determinado lugar; quien tenga X conjunto de características perte-
nece al grupo de los Y. De esa forma el significado determina a qué grupo pertenece cada quien:
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locos, académicos, presos, enfermos, etc. El poder se ejerce cuando un idioma determina el sentido
de aquello que describe, si la palabra libertad describe una carencia: “yo carezco de enfermedad”,
más no un derecho: “tengo derecho a elegir”, nos encontramos en una construcción discursiva que
ejerce poder:
[…] no se trata de interpretar el discurso para hacer a través de él una historia del referente
[…] no se trata de saber quién estaba loco en tal época, en qconsistía su locura, ni si sus
trastornos eran idénticos a los que hoy nos son familiares. No nos preguntamos si los brujos
eran locos ignorados y perseguidos, o si, en otro momento, no ha sido indebidamente conver-
tida en objeto de la medicina una expresión mística o estética […]. Definir esos objetos sin
referencia al fondo de las cosas, sino refiriéndolos al conjunto de las reglas que permiten for-
marlos como objetos de un discurso y constituyen así sus condiciones de aparición histórica.
(Foucault, 1970: 76-79)
Un artículo publicado por la Revista Latina de Comunicación Social bajo el nombre La Neolengua
de Orwell en la Prensa Actual (Buendía, 2006), puede explicar este fenómeno sobre cómo el len-
guaje puede ser una forma de ejercer poder o mantener un control sobre determinada población.
Lo que he definido también como un proceso de colonialidad. El hombre al no poder estar presente
en todos los hechos de importancia social, debe depender de los medios de comunicación para man-
tenerse informado, ellos juegan el papel de transmitir material objetivo, aunque algunas veces no
es así. Mientras el espectador no puede constatar su información con la realidad no puede saber
hasta qué grado sea verdadera. Ejemplos claros de la situación política y la prensa actual se encuen-
tra en encontrar el concepto adecuado para transmitir información, según el impacto que preten-
dan obtener. Cambiar palabras puede implicar una determinada impresión para el espectador: “mi-
grantes” por “ilegales”, manifestantes” por detractores” o trabajadores” por “ambulantes”. El
primero de los términos mencionados en alguno de los tres ejemplos podría causar un impacto de
empatía, el segundo lograría un sentido negativo sobre el sujeto de la noticia. Así es posible crear
una imagen maliciosa de tal o cual individuo. Esto es una forma en que la lengua puede inducir a
una forma de pensamiento social.
Es muy probable que Kojimma junto a los guionistas del videojuego Phantom Pain (2015) tuvieran
en cuenta el problema de poder que puede encontrarse detrás del control del idioma o la lengua en
general. El desarrollo del villano Skull Face dejaba notar su entendimiento sobre las ambigüedades
lingüísticas en los idiomas, sobre determinar una palabra a un objeto exacto o determinar una pa-
labra por otra totalmente equivalente en distinta lengua. Mientras los lenguajes son ambiguos o
indeterminables, además son constructores de un pensamiento o una realidad, entonces es posible
ejercer control por medio de la lengua, es posible hacer de ella una práctica para la colonialidad de
otras culturas, incluso su misma desaparición o absorción de una sociedad hacia otra forma de pen-
sar. Esto deja algunas dudas en el aire: ¿Por qué el lenguaje no puede ser una expresión exacta de
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la realidad sino un intento por describirla? ¿Cuáles son los problemas que genera la ambigüedad
de un idioma para hacerlo indeterminable por otro? De tener una respuesta se completaría las ra-
zones para justificar que el argumento del videojuego desarrollado por Kojima puede ser una prác-
tica colonial en la vida real.
La ambigüedad de la lengua y la indeterminación de la traducción
En este segundo apartado del trabajo se pretende defender dos cosas importantes para sostener las
siguientes ideas: La lengua es ambigua, por tanto, su importancia radica en aquello que cada quien
pueda expresar con ella. Mi última idea será sobre los problemas de traducción: mientras no toda
palabra en determinado idioma pueda ser equivalente en otro, entonces, cada idioma expresa ideas
o sentidos propios sobre cierta realidad, desaparecer un idioma implica desaparecer un medio de
expresión. Con estos dos nuevos objetivos se puede dar continuidad al tema de la lengua como un
proceso de colonialidad. Si las expresiones lingüísticas expresan realidades indeterminables en
otros lenguajes, o los significados en palabras son ambiguos o intercambiados, el argumento de
Phantom Pain (Kojima, 2015) sobre la desaparición del idioma angloamericano, es consecuente a
un ejercicio de dominio o poder sobre dicho Estado desapareciendo su original medio de comuni-
cación.
La Ambigüedad de la Lengua
Con Gottlob Frege iniciaría la filosofía del lenguaje cuando se pregunta: ¿Cómo es posible el sen-
tido de la premisa a=b? Por ejemplo, Aristóteles se encuentra contenido dentro del conjunto de
hombres, todos los tapatíos son jaliscienses o todas las sillas pertenecen al conjunto de muebles. La
relación que hay entre a y b se refiere al sentido que proponen ambas variables, si hacen referencia
de un mismo objeto o no: “esa relación se mantendría entre los nombres o signos sólo en la medida
en que designan algo” (Frege, 2005: 29).
Los signos lingüísticos terminan siendo sentidos de aquellos objetos a los cuales nos referimos. La
referencia en cambio puede ser un objeto cualquiera real o ideal, reales sería una mesa, un perro,
una pelota, aunque no todo objeto debe ser material, podemos referirnos a una manifestación o una
huelga cuando vemos una serie de acciones humanas que coinciden con la descripción dada a
“huelga” o “manifestación”, aunque no podamos percibirlos como objetos. Si bien a y b son signos
diferentes, su relación se encuentra en ser parte de un solo conjunto. Tapatíos refiere a los nacidos
en Guadalajara, todos los de Guadalajara son jaliscienses, en este caso tendríamos una referencia
verdadera, falso sería decir, todos los jaliscienses son tapatíos. Por tanto, hay una relación al
decir, todos los tapatíos son Jaliscienses, pero no tendría sentido decir que todos los jaliscienses son
tapatíos.
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Así pues, resulta natural pensar que con un signo (nombre, unión de palabras, signos escritos)
está unido además de lo designado, lo que se podría llamar la referencia del signo, lo que me
gustaría llamar el sentido del signo, donde está contenido el modo de presentación. De
acuerdo con esto, en nuestro ejemplo la referencia de las expresiones «el punto de intersec-
ción de a y y «el punto de intersección de b y es la misma, pero no sus sentidos. La
referencia de «el lucero de la mañana» y «el lucero de la tarde» es la misma, pero no el sentido.
(Frege, 2005: 30)
Una vez encontrada la relación entre a y b cuando se establece a=b, Frege reconoce que este suceso
lingüístico puede darse por las diferentes representaciones que cada quien tiene sobre la realidad:
“La representación es subjetiva: la representación de uno no es la del otro” (2005: 32). Imaginen a
un grupo de niños en su etapa preescolar, se les pide que hagan el dibujo de un carro, la maestra al
revisar los dibujos notará como todos han dibujado uno, aunque no precisamente el mismo, segu-
ramente cada niño dibujó la percepción propia del objeto, sin embargo, todas esas diferentes per-
cepciones son parte de la misma referencia. Así mismo, la lengua puede tener diferentes formas de
signos para designar un mismo referente, lo que nos vuelve a la premisa principal: a=b.
Para Frege la verdad se encontrará entre la relación del sentido con la referencia. Cuando la des-
cripción que hacemos sobre determinada percepción es adecuada con aquello que referimos, nos
encontramos en el campo verdadero. Esto sucede aunque haya distintas descripciones del mismo
objeto. Por ejemplo: Los perros son animales con cuatro patas, los perros son mamíferos. Ambas
oraciones son verdaderas porque se refieren a lo que el perro es, aunque su descripción difiera.
Si nuestra conjetura de que la referencia de una oración es su valor de verdad es correcta,
entonces éste debe permanecer inalterado cuando una parte de la oración se reemplaza por
una expresión con la misma referencia pero distinto sentido. (Frege, 2005: 36)
Con Frege parece que hemos llegado a una interpretación dogmática del lenguaje a pesar de las
ambigüedades que pueda haber. La ambigüedad se da en las diferentes representaciones del mismo
objeto designado por diversos signos de la lengua, sin embargo, es gracias al mismo referente como
podemos conocer cuando hablamos sobre un mismo objeto, si nuestra descripción se ajusta a esa
misma realidad confirmamos su veracidad, de lo contrario, confirmamos su falsedad. Pero, con Ber-
trand Russell el problema se vuelve aún más complejo. Mientras el primero requiere de un refe-
rente para establecer el sentido, el segundo afirma no ser necesario un referente para dar sentido a
una oración.
¿La frase “el actual rey de Francia es calvo” puede tener sentido en un contexto donde Francia es
una república? Frege diría que no por su referente, según Russell (2005) no sería necesaria una
referencia para tener sentido. Mientras el concepto exista y mantenga una determinada relación
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con la descripción realizada a la frase “el actual rey de Francia es calvo” podría tener significado.
No porque actualmente haya un rey de Francia y sea calvo, sino porque existió o puede llegar a
existir alguien que sea rey de Francia, además, ese rey fue o podrá ser calvo:
el enunciado continuaría siendo significativo, aunque no podría posiblemente ser verdadero
[…] “Me encontré con un unicornio” o “Me encontré con una serpiente marina” son asercio-
nes perfectamente significativas, si sabemos lo que sería ser un unicornio o una serpiente ma-
rina, esto es: cuál es la definición de esos monstruos fabulosos. Así pues es solamente lo que
llamamos el concepto lo que entra en la proposición. (Russell, 2005: 51)
Podríamos decir que Russell se encontraba inquieto por encontrar: ¿Cómo es que se forman el sen-
tido de oraciones provenientes de ideas fantásticas? ¿Cómo es que las novelas de ficción cobran
sentido si su referente no existe en realidad? Otra ambigüedad del lenguaje surge a esta altura: ¿Por
qué con el lenguaje podemos expresar cosas que van más allá del mundo? Suponiendo que verda-
deramente Aquiles y Odiseo sean personajes ficticios en la imaginación de Homero, o que siendo
reales, no tengamos una representación gráfica para idealizarlos, tanto la Ilíada como la Odisea
mantienen un sentido al momento en que nos encontramos leyendo esos poemas épicos. Sin duda,
nadie dirá que no logra comprender quién es Aquiles y Odiseo, esto debido a las descripciones
dadas por al autor que nos permite imaginar o explicar cosas irreales.
Decir que los unicornios tienen una existencia en heráldica o en literatura o en la imaginación
es una evasión sobremanera lastimosa y mezquina. Lo que existe en heráldica no es un animal,
hecho de carne y hueso, que se mueve y respira por su propia iniciativa. Lo que existe es una
figura o una descripción en palabras. (Russell, 2005: 52)
Con Russell llegamos a una ambigüedad no encontrada en Frege, hay premisas que no son falsas
ni verdaderas, más bien tienen sentido o lo carecen. Oraciones como “Aquiles murió en la batalla
de Troya” no depende de un atributo de verdad o un referente, depende del significado brindado
por su descripción. Con Wittgenstein la filosofía del lenguaje va a llegar aún más lejos que los dos
primeros autores. Para él la lengua debe comenzar a omitir todos los conceptos que generen una
ambigüedad o no sean parte del mundo, la claridad debe ser ante todo parte de comprendernos
correctamente, creyendo así dar solución a los problemas clásicos de la filosofía.
Wittgenstein comienza su Tractatus Logico-Philosophicus describiendo que el mundo es una con-
formación de casos, los casos son encadenamiento de hechos y los hechos son los estados de cosas,
las cosas son los objetos contenidos en el mundo. Para el discípulo de Russel la lengua será una
descripción únicamente de las cosas del mundo, nada fuera de ello debería ser dicho o puesto en
discusión. Sin un hecho o una cosa no habría nada de qué hablar.
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1 El mundo es todo lo que es el caso.
1.1 El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas.
1.11 Porque la totalidad de los hechos determina lo que es el caso y también todo cuanto no
es el caso.
[…]
2 Lo que es el caso, el hecho, es el darse efectivo del estado de cosas.
2.01 El estado de cosas es una conexión de objetos (cosas). (Wittgenstein, 2015 b: 9)
Todo lo contenido en el mundo será parte de una figura lógica, la expresión que podemos realizar
de nuestro acontecer: “2.12 […] es un modelo de la realidad” (2015 b: 15). La verdad o falsedad de
los hechos expresados del mundo dependen de su correlación con lo real: “2.21 […] concuerda o no
con la realidad; es correcta o incorrecta, verdadera o falsa” (2015b: 19). No nos es posible pensar
algo más allá del mundo o tener un pensamiento fuera de esta figura. Por ejemplo, pensar el uni-
cornio es posible porque pensamos en un caballo, luego añadimos un cuerno cualquiera: “2.225
No existe una figura verdadera a priori” (2015b: 19). Ahora tratemos de pensar en un nuevo color,
así como no es posible idealizar, qué necesidad habría de nombrarlo. Podemos decir que hay un
color nuevo llamado el absoluto”, pero cómo describiríamos lo absoluto si no tenemos un objeto
presente para describirlo.
3.03 No podemos pensar nada ilógico, porque de lo contrario tendríamos que pensar ilógica-
mente.
3.031 Se dijo en otro tiempo que Dios podría crearlo todo a excepción de cuanto fuera con-
trario a las leyes gicas. De un mundo “ilógico” no podríamos, en rigor, decir qué aspecto
tendría.
3.032 Representar en el lenguaje algo “que contradiga la lógica” es cosa tan escasamente po-
sible como representar en la geometría mediante sus coordenadas de un punto que no existe.
(Wittgenstein, 2015b: 19)
Nuestro acontecer se da en el mundo de los hechos donde percibimos cosas u objetos, la lengua
forma la figura lógica, son proposiciones de lo presenciado. Wittgenstein concluye que el lenguaje
contiene la ambigüedad de encontrarse limitado a ese mismo mundo. Por tanto, no es posible hablar
o tratar de hablar, o si lo fuera, no valdría la pena hablar de todo aquello que exceda esos límites.
Quipodamos decir que el “absoluto” es la forma de un nuevo color, uno aún no presenciado,
pero con qué hechos expresaremos sus características: 5.6 Los límites de mi lenguaje significan los
límites de mi mundo”. (2015 b: 105). Con estos argumentos cree haber encontrado el problema
principal de la tradición metafísica. Los conceptos tratados por esta doctrina son una propuesta
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fuera del mundo gico, entonces, carecen de sentido como de hechos que permitan ser expresados
con claridad, finalizando así su Tractatus: “7 De lo que no se puede hablar hay que callar” (p. 137).
Wittgenstein creía que las ambigüedades del lenguaje generaban una barrera entre la comunica-
ción de los seres humanos, era mejor evitar aquellos asuntos que no fueran parte del mundo tra-
tando de dar una mayor claridad. La comunicación entre personas debía evitar ciertas proposicio-
nes o conceptos carentes de sentido hablando sólo de aquellos hechos que pudiéramos contrastar.
Esta teoría del lenguaje fue llevada a un nivel más radical con la propuesta de Rudolf Carnap sobre
los enunciados protocolares.
Carnap creería que a través del lenguaje lógico podrían superarse todas las ambigüedades del pen-
samiento metafísico. Su estudio se encuentra enfocado al sentido de las oraciones, no le interesa si
pueden ser verdaderas o falsas. Una oración verdadera podría ser, “el sol tiene figura circular”, ésta
es verificable por los sentidos para mostrar su veracidad; en cambio, “el sol tiene figura cuadrada”,
evidentemente es falsa. No obstante, ambas oraciones poseen sentido, también, pueden ser proba-
das empíricamente. Por otro lado, se encuentran aquellas proposiciones sin sentido. Una proposi-
ción es una serie de oraciones formadas por palabras y sintaxis: “Un lenguaje consta de un vocabu-
lario y de una sintaxis, es decir, de un conjunto de palabras que poseen significado y de reglas para
la formación de proposiciones” (Carnap, 1965: 67).
Carnap llamaría al tipo de proposiciones metafísicas “pseudo-proposiciones”, las cuales, quedan
divididas en dos tipos: a) aquellas formadas por alguna palabra con un sentido erróneo y b) aquellas
formadas por palabras con significado, pero sin usar adecuadamente su sintaxis. Su investigación
es mostrar cómo la metafísica se encuentra formada por alguna de ellas.
De acuerdo con esto hay dos géneros de pseudoproposiciones: aquellas que contienen una
palabra a la que erróneamente se supuso un significado o aquellas cuyas palabras constituti-
vas poseen significado, pero que por haber sido reunidas de un modo antisintáctico no cons-
tituyeron una proposición con sentido. (1965: 67)
Tal como propone Frege, Carnap acepta la referencia del concepto, cuando posee un referente
entonces designa algo poseyendo sentido, si sólo refiere algo aparente, no refiere nada, es tanto
como un pseudo-concepto: “¿No puede afirmarse que cada palabra fue introducida en el lenguaje
sin otro propósito que al indicar algo determinado; de manera que desde el inicio de su uso tuvo un
significado definido?” (1965: 68). Interpretándolo como un realista radical, el autor parece com-
prender por concepto únicamente aquello verificado por nuestra experiencia: zapato, niño, pájaro,
árbol, río, son palabras designadas a objetos reales teniendo una designación adecuada. En cambio,
conceptos como: ser, sustancia, absoluto, forma, coseidad son palabras aparentemente significati-
vas, puede alguien designar son tal y tal cosa, significan esto u otro, pero no son empíricamente
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verificables para constatar su verdad o falsedad, pudiendo dar cada quien un sentido diverso de
dichos conceptos, pero no verificables. Frases como: ser-ahí” o “la realidad es una dualidad de
materia y forma” pueden tener una estructura sintáctica adecuada, pero el sentido se carece por el
sujeto sin referente.
El metafísico nos dice que no pueden especificarse condiciones empíricas de verdad; si a ello
agrega que a pesar de todo quiere "significar" algo con ellas, sabremos entonces que no se trata
en ese caso sino de una mera alusión a imágenes y sentimientos asociados a las mismas, lo que
sin embargo no les otorga significado. Las pretendidas proposiciones de la metafísica que con-
tienen estas palabras no tienen sentido, no declaran nada, son meras pseudoproposiciones.
(Carnap, 1965: 73)
Luego vienen las proposiciones con palabras adecuadas, pero sin una estructura adecuadamente
sintáctica: "¿Cuál es la situación en torno a la nada?... La nada misma nadea” (Heidegger citado por
Carnap, 1965: 75). El error sintáctico se encuentra en el mal empleo de los conceptos, “nada” es
utilizado como un sustantivo que designa una cosa, una carencia de algo, sin embargo, se encuentra
siendo conjugado, la conjugación sólo se aplica en verbos, el corre, ella corre, nosotros corremos,
pero, decirla nada” para luego ese mismo sustantivo conjugarlo “nadea” carece de una estructura
lógica.
La propuesta de Carnap para superar estas ambigüedades lingüísticas es la elaboración de propo-
siciones protocolares, enunciados sintácticamente adecuados y con un vocabulario verificable en
la experiencia. Este tipo de enunciados son los únicos que pueden ser clasificados entre verdaderos
o falsos al poder ser contrastables con la realidad:
Hemos establecido con anterioridad que el sentido de una proposición descansa en el método
de su verificación. Una proposición afirma solamente todo lo que resulta verificable con res-
pecto a ella. Por eso una proposición, cuando dice algo, sólo puede enunciar un hecho empí-
rico. Algo que estuviera en principio más allá de lo experimentable no podría ser dicho, ni
pensado, ni planteado. (Carnap, 1965: 82)
Cuando parece haberse resuelto el problema sobre la ambigüedad del lenguaje mediante un posi-
tivismo lógico, nuevamente regresamos al punto de inicio, las ambigüedades siguen presentes por
una razón, no es posible reducir la lengua a los principios de la lógica matemática, tampoco deter-
minarlo a cuestiones puramente empíricas o reales. La lengua tiene funciones coloquiales o natu-
rales que siguen un propio orden y no es precisamente formal, sino informal. Aun así, tiene sentido
siendo posible nuestra comunicación. Todo esto se hará notar cuando Wittgenstein realice sus aná-
lisis sobre el pragmatismo lingüístico. El pragmatismo va a sostener una función diferente de la
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lengua dada en la práctica, no en la lógica. Oraciones que para los lógicos podrían no tener sentido,
lo tienen dependiendo siempre del contexto en donde se encuentren siendo utilizadas.
En oposición a lo establecido en el Tractatus Wittgenstein debe admitir que la función natural del
lenguaje se basa en términos coloquiales, pero, a fin de cuentas, significativos. Puede resumirse que
su inquietud es: ¿Cómo se forman los sentidos de las palabras en un lenguaje cotidiano? Durante
el día es común encontrarnos con personas a las cuales hablamos, pero nuestro pensamiento no es
expresado necesariamente por premisas y conclusiones, sino por oraciones muy ambiguas pero en-
tendibles dentro de una acción, situación o tiempo. No es lo mismo decir “buenos días” cuando es
noche o “buenas noches” cuando es de día. Usamos las frases según el momento sea adecuado. Pues
así funciona nuestra comunicación. Cuando laboras en algún lugar y escuchas alguien gritar tu
nombre, comprendes inmediatamente que debes presentarte para obtener alguna indicación.
¿Cómo puedes inferir de tu nombre una indicación laboral? El desarrollo de la lengua se da entre
las relaciones humanas, antes aún que en su estudio lógico: “En la práctica del uso del lenguaje una
parte grita las palabras, la otra actúa de acuerdo con ellas” (Wittgenstein, 2015a: 23).
Las palabras, son entonces, parte de un juego de lenguaje, el juego no se aprende mediante las
reglas, se aprende en su ejercicio, luego las reglas lo delimitan. La lengua se aprende mediante el
uso de las palabras, luego aprendemos su significado. Una palabra escuchada corresponde con una
acción o petición antes de referir un objeto. Aqes posible encontrar una diferencia entre Frege
y Wittgenstein, el primero dice que un concepto refiere a un objeto, el segundo afirma haber una
dependencia según su uso:
La expresión “juego de lenguaje” debe poner de relieve aqque hablar el lenguaje forma
parte de una actividad o de una forma de vida.
Ten a la vista la multiplicidad de juegos de lenguaje en estos ejemplos y en otros:
Dar órdenes y actuar siguiendo órdenes-
Describir un objeto por su apariencia o por sus medidas-
Fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (dibujo). (Wittgenstein, 2015a: 37)
Con estos puntos pretendo probar las ambigüedades lingüísticas, su indeterminación exacta de la
palabra al objeto o de la palabra a la acción, sin embargo, podemos generar sentido de todas las
oraciones con las cuales nos comunicamos. El hombre ha usado la lengua para explicar su entorno
o sus sentimientos. Se esfuerza por darse a comprender haciendo del mundo una descripción con-
formada por diversas oraciones transmitidas a otra persona quien intentará descifrarlas mediante
las referencias o usos. Pero, así como el lenguaje es ambiguo y las percepciones son subjetivas, nues-
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tra forma para establecer una explicación sobre nuestra realidad siempre será independiente. Sos-
tengo a esta altura un relativismo lingüístico dependiente de la persona o la cultura donde el idioma
sea transmitido.
Phantom Pain (Kojima, 2015) ha logrado denotar este mismo relativismo en el argumento sobre la
destrucción del idioma angloamericano. En la historia de la humanidad podremos encontrar una
palabra quizá entre todos común, Dios”, sin embargo, pese a algunas coincidencias en su defini-
ción como: inmortal o eterno, podemos encontrar diversas interpretaciones, para algunas culturas
es antropomorfo, pero, los panteístas negarían su antropomorfismo diciendo ser la naturaleza
misma. Igualmente, el lenguaje ha sido dependiente de la cultura, teniendo su propia estructura,
su propio vocabulario o su propia lógica. La palabra Dios” no tiene el mismo concepto entre los
romanos cristianos que entre los antiguos griegos. Ese es el punto a defender en el último apartado
sobre la indeterminación de la traducción.
La indeterminación de la traducción
Para aprender a comunicarnos entre las personas debemos comprender el sentido de palabras u
oraciones, quizá hay muchas formas de hacerlo, pero, una de ellas es la observación. La proferencia
es una serie de experiencias pasadas que nos permiten deducir una idea. El lenguaje tiene una
función similar. Observamos el acto de saludar con la mano, al paso del tiempo comprenderemos
el gesto amistoso, de cordialidad o de amabilidad conllevado en dicha acción. El método para apren-
der una lengua desconocida podría ser este mismo. Realizar observaciones sobre ciertas acciones,
observar cómo la llaman y hacer una inducción, saber si siempre llaman a esa acción con ese mismo
término. Luego, intentar comunicarse con una persona que hable ese mismo idioma para darle a
entender si la acción corresponde a la palabra, de recibir un asentimiento se está en lo correcto, de
lo contrario se deberá seguir investigando:
El lingüista asocia provisionalmente una proferencia del nativo a la situación observada por
ambos, con la esperanza de que se trate de una oración observacional vinculada con esa situa-
ción.
[…]
Para sacar provecho de estas ventajas, el lingüista debe ser capaz de reconocer, aunque sea
valiéndose de una conjetura, los signos de asentimiento y disenso en la sociedad selvanesa. Si
la conjetura es errónea, la investigación posterior entrará en una vía muerta y el lingüista ten-
drá que empezar de nuevo. Pero no le faltarán elementos de juicio a la hora de identificar los
signos de asentimiento y disenso. Para empezar, un hablante asentirá ante una proferencia
siempre que se den las circunstancias que le hubieran llevado a proferirla espontáneamente.
(Quine, 1992: 68)
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Para el éxito de la traducción se debe abarcar siempre a más de un sujeto cuando se describe la
acción y el término, esperando una acepción o deserción. Esto es llamado “intersubjetividad”, o la
subjetividad compartida socialmente. Así es posible inferir que la palabra se encuentra asociada a
la acción por más de un sujeto, teniendo mayor certeza de éxito en la investigación. Si un conejo
pasa continuamente entre un grupo de hombres, este grupo de nativos con lengua desconocida
llama gavagai cuando ese animal pasa una y otra vez, conlleva al investigador a creer que conejo y
gavagai son palabras equivalentes (Quine, 1992).
Este método llamado “oraciones observacionales”, sostiene que, de la observación de un evento
determinado junto a la asociación de un término usado por personas con una lengua desconocida
para nosotros, nos permite descifrar la traducción de un determinado concepto a nuestra propia
lengua. Una vez traducidos varios conceptos siendo posible entablar una oración completa, el si-
guiente paso será usar esa oración con el nativo, si el nativo sigue asintiendo se toma en cuenta que
la oración tiene sentido, sino se cree que no hemos formado una oración adecuadamente.
El éxito, insisto, se mide por el logro de la comunicación y por la fluidez en la conversación.
Cuando el nativo reaccione con asombro o desconcierto, o cuando emita respuestas aparen-
temente irrelevantes, tendremos razones para pensar que el manual no ha funcionado correc-
tamente.
[…] De modo que sigue suponiendo alegremente que la comunicación tiene éxito, hasta que,
más pronto que tarde, su marcha es interrumpida por un traspiés. Cuando esto ocurre, el tra-
ductor quizás llegue al convencimiento de que, después de todo, su par de traducciones era
incorrecto. Ahora tendrá que recorrer hacia atrás el camino preguntándose en qué momento
de la fluida conversación anterior perdió la onda. (Quine, 1992: 78-79)
Muchos de estos desfases en la investigación podrían suscitarse por un grave error del investigador:
tratar de crear una traducción exacta entre diferentes términos de una lengua a otra. Puede resultar
que alguno de los conceptos en otro idioma no tenga una traducción literal a nuestra lengua, sino
interpretativa. Es decir no podemos decir que a=b, sino a es un suceso o un objeto con tal y tal
característica no existente en nuestro idioma. Gavagai no hacía referencia al animal llamado co-
nejo”, realmente era una oración completa, su traducción podría ser similar a: Mira, un conejo”:
“Decir que 'gavagai' hace referencia a conejos es optar por un manual de traducción en el cual
'gavagai' es traducido como 'conejo', en lugar de optar por alguno de los manuales alternativos”
(Quine, 1992: 85-86).
Una anécdota personal se suscitó durante mi aprendizaje de inglés: ¿Cómo comprender el sentido
del auxiliar Do? Cualquier diccionario de inglés o un traductor computarizado podría traducirlo
como el verbo “hacer”, sin embargo, dicho auxiliar resulta no tener una traducción exacta a nuestra
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lengua, su función corresponde al contexto. Puede ser utilizada como el verbo “hacer”, pero, tam-
bién cumple una función auxiliar para algunos enunciados interrogativos o negaciones como: Do
you like chocolate? I don’t like chocolate. O incluso cumplir una función interrogativa y de verbo
en una sola oración: What do you do?
Este relativismo lingüístico va a ser sostenido por Benjamin Lee Whorf quien afirma que la lengua
es una expresión de nuestra realidad, una realidad no exacta, sino dependiente de aquello que po-
damos expresar, esa forma de expresión termina influyendo en el pensamiento y también en la
forma de actuar: “También jugaba un papel importante el significado que la gente daba a cada
situación específica, significado que después influía en su comportamiento” (1970: 156). Si consi-
deramos como parte del lenguaje los símbolos de señalamiento, por ejemplo, aquellos de seguridad
encontrados en una empresa como la figura de alguien corriendo cruzada por una línea, sabemos
que al pasar por ese lugar no debemos correr.
Teniendo en cuenta que el conocimiento de la realidad proviene tanto de nuestras ideas subjetivas
como de la propia cultura, nuestra expresión del mundo debe estar ajustada necesariamente a ella,
por tanto, Whorf sostendrá que la lengua debe tener también una cierta relación con esa realidad:
“También me di cuenta de que incluso la gramática hopi tenía una relación con la cultura hopi,
mientras que la gramática de las lenguas europeas tenía una relación con nuestra propia civilización
‘occidental’ o ‘europea’” (Whorf,1970: 160).
Así como las lenguas son expresiones de la realidad, también son razones sobre nuestro comporta-
miento. Dependiendo de cómo entendamos el lenguaje es como nos comportaremos ante determi-
nada situación. Whorf pone como ejemplo la preparación de la cultura Hopi ante una crisis de
incendio. Su preparación ante esa crisis se divide en: anuncio, preparación exterior, interior, ce-
rrada y persistencia. El anuncio es la difusión de la publicidad preparativa, la preparación exterior
son actividades físicas, la preparación interna depende de oración y meditación creyendo que los
buenos deseos pueden ser convenientes, la participación cerrada es el apoyo moral o los buenos
deseos ofrecidos a otros, por último, la persistencia, para promover a continuar con las buenas vo-
luntades o los buenos actos físicos.
Con estos argumentos brindados por Whorf es posible comprender la importancia de la lengua
como parte de la cultura, el pensamiento, el comportamiento y la sociedad. La desaparición de una
lengua, el intercambio de palabras o la modificación de significados, no sólo influyen en el sentido
o la referencia del objeto, influye socialmente en las acciones, en las expresiones de nuestras libres
ideas o en la conservación de la cultura. Desaparecer o modificar una lengua puede llegar a ser una
forma para el ejercicio del poder, del control social, un adoctrinamiento del comportamiento o del
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pensamiento humano. Si una cultura realiza el ejercicio del poder por medio de la lengua impuesto
a otra cultura, se encuentra en el acontecer de una colonialidad lingüística.
Conclusiones
Más que solo un videojuego, Metal Gear Solid V: Phantom Pain ha mostrado que la lengua puede
ser efectivamente un proceso de colonialidad. La eliminación de la lengua angloamericana obliga-
ría al estadounidense a comunicarse mediante otro idioma. Este hecho provocaría perder su cultura
antecesora para aprender otra nueva, una nueva semántica, un nuevo vocabulario y una nueva
comprensión de la realidad. Con el tiempo, las nuevas generaciones, perderían el pasado imperial,
estarían sometidos al sentido otorgado por otro nuevo lenguaje.
El trabajo ha logrado mostrar el ejercicio de poder que puede establecerse por medio del idioma.
La lengua a lo largo de la historia ha logrado ser un discurso para mantener un determinado control
social. Mientras la ambigüedad lingüística y la indeterminación de la traducción sean problemas
en cualquier idioma, mientras no podamos tener un lenguaje puramente objetivo y universal, será
imposible generar un sentido general de todos los objetos o ideas acerca del mundo. Con esa ambi-
güedad el lenguaje puede, al menos, ejercerse tres formas de poder:
A) Cuando las palabras son sacadas de contexto. Esto es muy común en los medios de comu-
nicación cuando desean generar una cierta imagen sobre cierta persona o tema. No es lo
mismo hablar de “presidente re-electo” que “tirano” o viceversa. No es lo mismo hablar de
“guerra en nombre de la libertad” que de “intervención política” o colonialismo”. Tam-
poco lo es decir “protestantes” a decir “terroristas”.
B) El sentido que otorgan las palabras. Los significados pueden influir bastante en una forma
de pensamiento. Cuando alguien educado bajo la cultura occidental de Europa escucha
hablar sobre Dios, no tendrá la misma concepción de esa entidad superior a la que tendría
una cultura nativa de América. El cambio de sentidos puede influir mucho en el actuar y
pensar de la sociedad. El monoteísmo nos ha hecho creer algunas veces que debemos des-
preciar toda otra religión opuesta a la nuestra.
C) La indeterminación de la traducción. Similar al punto anterior, cuando una lengua desa-
parece se pierde su forma de pensamiento y también su cultura. Alguna vez escuché que
la lengua desaparece no cuando muere el último hablante, muere cuando muere el penúl-
timo de ellos, porque el último no tendrá con quien hablarlo. Una persona inmersa en una
lógica semántica o un vocabulario propio para expresar su realidad, cuando se ve confron-
tado a cambiar su lengua para comunicarse en otro idioma, debe aprender un nuevo sistema
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de pensamiento. Si una cultura como la estadounidense, con su propia idea de “libertad”
desapareciera mañana por un grupo de cepas parasitarias de cuerdas vocales, quizá su con-
cepción del individuo libre no pueda estar asociada a su idea mesiánica de llevar la guerra
a fin de otorgar la libertad a otros Estados. Pero, también podría quedar sometida a otra
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