Protrepsis, Año 11, Número 21 (noviembre 2021 - abril 2022). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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Las ciencias culturales tienen en cuenta no sólo la peculiaridad individual, que posee lo
singular y particular en el sentido propio de la palabra, sino también —cuando se trata de
partes del todo histórico por concebir— la peculiaridad que se encuentra en un grupo de
objetos (Rickert, 1926/1965: 161).
Esta doble posibilidad, como señala el propio Rickert, es fundamental para ciencias como la
economía o la ciencia del lenguaje, pues los fenómenos a los que se enfrentan dichas ciencias no
pueden entenderse como propiedades del individuo, sino que sólo se desarrollan en sociedad, pero
esto a su vez no implica que se puedan establecer como fenómenos universales sin más, pues el
peso de lo individual sigue siendo indispensable para su correcta interpretación. Gracias a esta
interdependencia entre lo universal y lo individual "origínanse conceptos que tienen a un mismo
tiempo significación naturalista y significación culturalista" (Rickert, 1926/1965: 162).
Un aspecto que se escapa a la argumentación de Rickert, y que es el punto central de este artículo,
es que la existencia de dichas zonas de conocimiento es el resultado de las perspectivas
monista/dualista de la ciencia: más que zonas de excepción, son puntos en los que se agudizan las
carencias de dichas perspectivas. Si bien Rickert supera en parte la rigidez de los modelos
dicotómicos basados en la distinción espíritu/naturaleza, es apenas un primer paso hacia otras
maneras de entender el conocimiento científico y la relación entre las ciencias.
Sin embargo, si cambiamos el enfoque y reconocemos que el conjunto de conocimientos que
llamamos ciencia está constituido por un continuum y una pluralidad en los que metodologías
rígidas conviven con heurísticas, intuición e introspección, veremos que las zonas intermedias no
son excepciones, sino precisamente áreas en las que se agudiza el pluralismo y la variedad
metodológica, pero que estos están presentes de manera fundamental, con mayor o menor fuerza,
en la ciencia en general, incluidas las ciencias naturales. Además, este enfoque permite aceptar la
posibilidad de diálogo entre la ciencia y otros tipos de conocimiento, como la propia filosofía, los
saberes tradicionales, etc. De esta manera, la relevancia de la imaginación, la intuición, los roles
sociales de los participantes, los métodos heurísticos, etc., que suelen considerarse fuera del proceso
científico, pasan de la periferia a ser parte integral de este.
De las zonas intermedias al pluralismo científico
El pluralismo científico se caracteriza principalmente por sustentar que la variedad de enfoques,
metodologías, representaciones y modelos en las distintas disciplinas científicas son parte inherente
de la ciencia y de la obtención de conocimiento. En este sentido, la variedad en los acercamientos
epistemológicos y metodológicos es consecuencia no del error o de una práctica científica
deficiente, como se ha considerado en numerosas ocasiones, sino de la propia naturaleza de la
ciencia y de sus objetos de estudio: la composición del mundo es, ante los ojos del ser humano,