Protrepsis, Año 11, Número 21 (noviembre 2021 - abril 2022). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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Aunque Bolívar Echeverría quiera poner énfasis en la capacidad transformadora del lenguaje por
medio de la comunicación, o más precisamente en la emisión sonora del lenguaje, en el habla, la
experiencia sonora, o la escucha, es también un trabajo, una producción, la transformación de la
materia que Marx (1953/1971) toma como punto de partida. Echeverría toma de la descripción
del acto comunicativo de Jakobson la dinámica que más asemeja al proceso de producción y con-
sumo descrito por Marx, sin embargo, la propuesta de Echeverría contempla las condiciones mate-
riales e intelectuales del productor y éstas son las que determinan el horizonte cultural desde donde
se produce sentido y es posible comunicarlo. El proceso de comunicación es integral para la cultura,
ya que el acto de producir sentido está determinado por el alcance intelectivo y las condiciones
geográficas, históricas, económicas, etc., del individuo (Echeverría, 2001).
Cuando Echeverría desarrolla el proceso comunicativo, lo hace a partir del acto del habla, ya que
parece que es el acto primordial tanto de producción de sentido como de comunicación. Y este acto
de habla no sería posible si no existiera el medio adecuado para procesar o consumirlo: el campo de
la escucha. Ambos, habla y escucha están dentro del campo sonoro, la sonoridad de la palabra es el
medio por el cual el lenguaje tiene materialidad, desde donde se produce sentido y significación,
que, a su vez, se transforma, se consume e interpreta para producir y reproducir ese sentido. En
palabras de Bolívar Echeverría:
Si prestamos atención al contacto observamos que, ya de entrada, él tiene una doble consis-
tencia. En el caso del lenguaje —ejemplo siempre paradigmático— consta, primero, del aire,
de la atmósfera con su sonoridad alterable o su estado acústico siempre dispuesto a variar, y,
segundo, de la fatis propiamente dicha, del rumor, del estado “acústico-social” de esa atmós-
fera, de una inercia “protosignificativa” que convoca desde la comunidad de los interlocuto-
res. Nunca es pura la sonoridad del aire, siempre hay en ella la marca reconocible de una
preferencia para la adquisición de sentido, de una predisposición significativa. Este soporte
físico siempre ya socializado de la copertenencia entre emisor y receptor constituye el mate-
rial o la “materia prima” que, al recibir una determinada forma en el proceso comunicativo,
adquiere justamente la calidad de substancia de esa forma. (Echeverría, 2001:95, énfasis en
el original)
La producción de objetos que posibiliten de esta manera a la comunidad o sociedad de experiencias
estéticas no estaría limitada únicamente a los artistas para Merleau-Ponty, ya que el acto de produ-
cir un objeto cultural es intrínseco al momento de la percepción. Si para Bolívar Echeverría la ma-
terialidad de este objeto estético es indispensable, faltaría repensar a los objetos artísticos primera-
mente como objetos estéticos, y como tales objetos que provienen de la percepción. La comunica-
ción, expresión o dotación de materialidad de un objeto cultural que proviene de la percepción de
un individuo (propuesto como el artista) implicaría el proceso de producción y consumo que Eche-
verría explica desde Marx y Jakobson. La transformación del lenguaje como movimiento análogo