Protrepsis, Año 11, Número 21 (noviembre 2021 - abril 2022). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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tesis, Lugones (2008) asevera que el principio organizador más importante antes de la Conquista
era la experiencia basada en la edad cronológica y lo biológico anatómico sexual escasa influencia
tenía para la organización social. En este sentido, para Lugones (2008) -al decir de Breny Mendoza-
lo social ordenaba y organizaba lo social; esto la distingue de hipótesis como la de Rita Segato (2011)
para quien existía un patriarcado de baja intensidad que, al imbricarse con el sistema colonial mo-
derno, se tornó más violento. También, debe considerarse la distancia de la mirada proveniente de
los feminismos comunitarios que sostienen la idea de un entronque patriarcal. Julieta Paredes
(2008) y Lorena Cabnal (2010) por ejemplo, sostienen que, en las sociedades originarias, previo al
proceso de conquista y colonización, primaba un ordenamiento patriarcal tradicional que puede
ser rastreado en el pensamiento, cosmología y filosofía de los pueblos andinos. Para las feministas
comunitarias, el ordenamiento patriarcal originario ancestral se fusionó con el patriarcado occiden-
tal dando lugar a la opresión y subalternización de las mujeres indígenas.
Muchas pensadoras y activistas han escrito sobre la conveniencia de abordar -o no- a los pueblos
indígenas desde la perspectiva de género (Gargallo, 2011). En este sentido, importa señalar que la
noción de género es moderna y colonial, es decir, se trata de un concepto teórico gestado por fuera
de la lógica y filosofía indígena: “el concepto de género es patrimonio de las ciencias sociales como
categoría de análisis y su construcción teórica es parte de un proceso social y académico distante de
los Andes” (Paiva, 2007; citada en Bidaseca y Vazquez Laba, 2011: 3). Sin embargo, hay que reco-
nocer que tiene un enorme potencial -político- que favorece el análisis crítico de las relaciones hu-
mano-humano y humano-naturaleza en las sociedades no occidentales. Dicho esto, debe señalarse
que, a manera de juicio, es imposible comparar las relaciones sociales propias del orden comunita-
rio indígena con las relaciones patriarcales impuestas y normalizadas a partir de la colonización.
Imaginario sobre las hembras colonizadas
De acuerdo con nuestra lectura, entonces, la formulación que Lugones (2008) realiza de la expre-
sión hembras colonizadas permite pensar la situación de las mapuce, quienes padecen los efectos
de la dominación racista, sexista y capitalista, y, por ende, de la imbricación entre sexo, género, raza
y clase. En esta línea, Moira Millán (2011) exhibe que la mirada negativa hacia lo indígena se po-
tencia en el caso de las subjetividades feminizadas, quienes desde la invasión colonial son doble-
mente negadas, al intersectarse el racismo y el sexismo que -aún dentro de las comunidades indíge-
nas- reproduce y perpetúa la desigualdad racial y de género. En este sentido, Millán advierte el
ataque sistemático que desde hace 200 años se lleva a cabo contra las zomo y weichafes -guerreras
y lideresas mapuche- percibidas como una amenaza para mantener el dominio masculino, tanto del
blanco conquistador (wigka), como de los varones indígenas, quienes en alianza buscan: “ocultar y
desconocer este hecho contundente ante la mirada del mundo, todo ejemplo de equidad y plenitud
de los hombres y mujeres de una misma sociedad podía desestabilizar al orden capitalista, patriarcal
colonial moderno” (2011: 114). Esto tiene fuertes vínculos con las tesis de Silvia Federici (2010) y