Protrepsis, Año 10, Número 20 (mayo - octubre 2021). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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figura una de las partes constitutivas de la Praxis, la actividad queda escindida de la esencia hu-
mana; donde el ser comunitario encuentra su plena realización en las relaciones que establece con
los de su especie, esto es lo que los empuja a apropiarse creativamente de la naturaleza y de las
cosas, lo proyecta como un ser capaz de transformar. No obstante, si el hombre no encuentra las
condiciones para afirmar su esencia y, por el contrario, vive en la miseria capitalista, hasta sus sen-
tidos quedan autolimitados.
Por lo que se viene exponiendo, el padre del materialismo dialéctico observa que la Economía Po-
lítica Clásica que es llamada por muchos ciencia de la riqueza, es, también, ciencia de la renuncia,
de la privación y, sobre todo, de la austeridad; el ideal de esta disciplina es hacer del obrero un
esclavo ascético y productivo, su objetivo primordial moral es que el obrero encuentre en el arte
servil del ahorro su tarea favorita, de ello deviene la moralidad de esta ciencia pues su toque de
piedra es la renuncia a toda necesidad humana. Por lo cual, mientras el hombre menos coma, menos
hable, menos licores consuma, menos asista al teatro, menos vaya a la taberna; cuanto menos piense,
menos ame, menos teorice y menos cante y pinte; tanto más grande será su tesoro, es decir, su capi-
tal.
Sobre la base de los contenidos de la Economía Política, Marx escribe que en la medida en que el
ser humano más tiene menos exterioriza su esencia humana comunitaria y, por lo tanto, mayor es
la enajenación de su vida (1980: 160-161). Básicamente, lo que el dueño del capital quita al obrero
de vida y humanidad lo “compensa” en dinero (salario) y “riqueza”, esto funciona bajo el supuesto
de que todo lo que el hombre no puede llegar a ser, a tener o a hacer (sabiduría, poder político,
viajes), el dinero se lo otorga y, bajo estas consideraciones, todas las personas y toda la actividad
deben, por tanto, disolverse en la avaricia. En conclusión, el obrero sólo debe tener lo suficiente
para sobrevivir y sólo debe querer sobrevivir para ahorrar, hasta tal punto que el hombre no sólo
debe privarse de sus sentidos inmediatos (comer, dormir), sino también de la participación de in-
tereses generales (compasión, confianza), todo ello debe ahorrarse si es que quiere ser económico y
no morir de ilusiones.
Siendo que, en la economía capitalista, todo tiene que hacerse útil, Marx se cuestiona si el econo-
mista estará de acuerdo en que cualquier persona, en su afán de seguir las leyes económicas, consiga
dinero ya sea con la prostitución de su cuerpo o de algún miembro de su familia, ya sea vendiendo
a un amigo como esclavo. Tal vez, el letrado en ciencia económica diría que, en esos supuestos, no
se opera en contra de ninguna ley económica, sin embargo, se atenta contra la moral y la religión, si
esto es así, continúa el teórico crítico, ¿A quién debemos hacer caso, a la moral o a la economía?,
¿Cómo ser virtuoso si no soy?, ¿Cómo tener buena conciencia si no tengo conciencia de nada? El
problema radica en que la moral de la Economía Política es la riqueza con buena conciencia, con
virtud. Con esta queda establecida otra contradicción interna del capital que Marx explica bajo la
aparente oposición entre economía y ética.