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ISSN: 2007-9273
Protrepsis, Año 9, Número 18 (mayo octubre 2020) 177-184
Recibido: 16/03/2020
Aceptado: 30/09/2020
Ensayo: El pluralismo ético y cultural como alternativa
frente al relativismo y el fundamentalismo
Jesús Roberto Gutiérrez Carmelu
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Universidad Autónoma de Nayarit.
Nayarit, México.
E-mail: robertoguti93@gmail.com
Resumen: El presente ensayo tiene por objetivo defender el pluralismo ético y cultural como la
mejor postura filofica para el análisis axiogico de los escenarios multiculturales. Lo anterior a
partir de una crítica a la postura fundamentalista, que defiende la existencia de una cultura supe-
rior, y a la postura relativista, que sostiene la validez absoluta de cada cultura en función de sí
misma. Ambas posiciones, como se verá, presentan problemas insalvables que pueden superarse
únicamente desde el pluralismo. Desde luego, el debate que se aborda supera las pretensiones y
extensiones de este trabajo, pero se procura presentar los elementos fundamentales para tener una
visión general de los enfoques tratados.
Palabras clave: Pluralismo, relativismo, fundamentalismo, ética, cultura.
Abstract: The objective of this essay is to defend ethical and cultural pluralism as the best philo-
sophical position for the axiological analysis of multicultural settings. This is based on a critique of
the fundamentalist position, which defends the existence of a superior culture, and the relativist
position, which maintains the absolute validity of each culture in terms of itself. Both positions, as
will be seen, present insurmountable problems that can only be overcome from pluralism. Of
course, the debate that is addressed exceeds the claims and extensions of this work, but attempts
are made to present the fundamental elements to have an overview of the approaches being dis-
cussed.
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Keywords: Pluralism, relativism, fundamentalism, ethics, culture.
Introducción
La discusión en torno al relativismo y el fundamentalismo puede rastrearse hasta los inicios mismos
de la filosofía con Parménides y Heráclito, y puede plantearse desde distintos enfoques filosóficos,
sea a nivel epistemológico, ontológico o ético. Para las pretensiones de este ensayo, me limitaa
afirmar que el pluralismo ético y cultural es una solución frente a los problemas que surgen de los
extremos relativistas y fundamentalistas que suelen adoptarse al tratar el tema de las relaciones mul-
ticulturales.
No está de más aclarar que la complejidad de la problemática propuesta no podagotarse en la
extensión de este trabajo, por lo que únicamente puntualizaalgunos elementos fundamentales
de los argumentos expuestos por los fundamentalistas (primera parte) y por los relativistas (segunda
parte), haciendo una crítica general a los mismos al finalizar su exposición. Por último, me concen-
traré en desarrollar la propuesta que aquí defiendo (tercera parte) y cerraré con algunos comenta-
rios finales y aclaraciones (conclusiones).
Es necesario señalar que el abordaje de este problema filosófico es de suma importancia en nuestro
contexto nacional y mundial actual, en el cual la manera en que se conciban las relaciones multi-
culturales determinamuchas decisiones en distintos ámbitos del debate público, como migración,
relacn con pueblos originarios, desarrollo social, ecología y laicidad del estado, entre otros.
Postura fundamentalista
A grandes rasgos, los fundamentalistas sostienen la existencia objetiva y concreta de ciertos valores
o principios absolutos (sean entidades abstractas, ideales, espirituales, etc.), que son independientes
a los criterios, deseos, cualidades, condiciones, circunstancias y convenios de cualquier sujeto indi-
vidual o colectivo. Por lo tanto, estos elementos fundamentales poseen un carácter incuestionable
de tipo transhistórico y transcultural. En última instancia, todos deberían aceptarlos y ajustar sus
convenciones y modos de vida a ellos, precisamente por ser fundamentos de la realidad.
Los fundamentalistas culturales y éticos defenderían la existencia de un modelo cultural asentado
en una estructura única que sirviera de horizonte axiogico para todas las demás, rechazando a
priori cualquier consideración de las particularidades espirituales (normas, valores, ideas cultura-
les, etc.), las que siempre terminaban siendo concebidas como efectos retardados, aspectos difusos
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de la realidad social y hasta elementos ficticios, finalmente irreales (ideológicos).” (Ramírez, 2000:
23).
A entendido, el fundamentalismo cultural y ético postula la existencia de una Cultura hegemó-
nica, una Cultura y una Moral Humana Universal, al menos en cuanto a los principios fundamen-
tales se refiere. Pienso que, actualmente, esta postura es asumida bajo dos perspectivas distintas,
aunque en ocasiones se unen, como es caso reciente en países latinoamericanos como Bolivia y
Brasil: primero, una postura religiosa fundamentalista que busca imponer sus criterios a nivel so-
cial, nacional e internacional a través de diversos medios, y segundo, una postura ecomico-polí-
tica, que suele categorizarse como neoliberal, en la cual se asume un modelo social cimentado en
nociones como modernización, desarrollo, progreso, etc., que se entienden de manera unilateral y
rigen de manera acrítica y nociva el rumbo de una gran parte del mundo, segregando a quienes
pretenden asumir otras formas de culturales y otros principios axiológicos.
Frente a este escenario fundamentalista es necesario reivindicar la importancia y el valor de las
diversas culturas humanas. No niego la existencia objetiva y concreta de un mundo independiente
al ser humano ni la posibilidad de realizar actos racionales que nos permitan distinguir cuáles prin-
cipios y teorías sobre ese mundo sean mejores, pero es evidente que nuestro acceso al mundo y
nuestra capacidad para representarlo están condicionadas por diversos factores de índole físico,
biológico, psicológico y social, entre otros. Los cuales generan la existencia de diversos modelos
culturales y morales, cada uno de los cuales permite tener la comprensión de algún elemento propio
de la realidad y de los mejores modos de vida.
A, los fundamentalismos parecen sostener sus fundamentos en supuestos ontológicos y epistemo-
gicos no fundamentados del todo y, en última instancia, dogmáticos y totalitarios.
Postura relativista
Como reacción frente al absolutismo hegemónico que imponen los fundamentalistas, los relativis-
tas asumen el extremo contrario. Partiendo de la premisa de que no existe tal cosa como una cultura
y una moral universal, sostienen que lo que existen son culturas y morales igualmente válidas, sin
distinción. La postura relativista pareciera ser acorde con nuestras experiencias e intuiciones coti-
dianas, toda vez que negamos la existencia de un único modelo cultural y moral. Es decir, si no
existen criterios universales para juzgar la pertinencia y corrección de los modos de vida, parece
evidente que la conclusión es que cada sujeto individual o colectivo tiene iguales condiciones para
desarrollar sus creencias, normas, instituciones y actividades según les convenga. Con esto, los re-
lativistas asumen que cada comunidad es independiente y autónoma en lo que a su cultura y moral
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respecta. Según lo expresa Graham Sumner, el gran precursor de la sociología, esto se debe a que
la legitimidad les viene dada por su propia tradición:
La idea de lo correcto esen las costumbres tradicionales, no fuera de ellas ni tiene un
origen independiente y que se introduce para probarlas. En las costumbres tradicionales,
lo que es, es lo correcto, y a es porque son tradicionales, y de este modo contienen en sí
mismas la autoridad de los esritus ancestrales. Cuando llegamos a las costumbres tradi-
cionales, estamos al final de nuestros análisis (Citado en Rachels, 2017: 40).
Los argumentos relativistas suelen esgrimirse por aquellos que buscan defender el valor y la liber-
tad para organizarse y desarrollar su vida individual o colectiva según sus propios criterios; normal-
mente como oposición a ciertos modelos impuestos por alguna forma de poder vigente, sea potico,
económico, social o religioso. Esta postura podría estar cercana a la que Luis Villoro define como
ética crítica, la cual "empieza cuando el sujeto se distancia de las formas de moralidad existentes y
se pregunta por la validez de sus reglas y comportamientos […], los cuales remiten a una tradición
específica y se reafirman en su fidelidad a ella.(Villoro, 2015: 6-7). Este sujeto se rebela contra
los modos de vida vigentes en su comunidad apelando a las contradicciones internas de la misma o
la posibilidad de aspirar a nuevos modelos más justos.
Ahora bien, es necesario realizar un análisis crítico del relativismo para ver con claridad si su pro-
puesta es realmente satisfactoria para un contexto multicultural. En primer lugar, es necesario re-
conocer que, al menos, nos ofrece dos ventajas frente al fundamentalismo: En primer lugar, libertad
de elección en nuestros modos de vida y principios, según nuestra autonomía racional y moral, y
sin una dependencia absoluta a un único modelo impuesto, y, en segundo lugar, el reconocimiento
y valoración de las culturas no hegemónicas, como pudiera ser el caso de las comunidades indíge-
nas, rurales, LGBT, etc.
Sin embargo, el relativismo cultural y moral tiene serios problemas que parecen insalvables. Si-
guiendo de cerca a James Rachels (2017: 44-48), podemos mencionar tres:
a) Imposibilidad de criticar a otras culturas: Dado que todas las culturas son igualmente válidas, no
podríamos criticar prácticas como las realizadas por Hitler en los campos de exterminio, o la muti-
lacn genital femenina que se realiza en ciertas comunidades, principalmente en Sudáfrica.
b) Imposibilidad de criticar a la propia cultura: Dado que cada cultura se autojustifica y se autode-
fine a partir de sus propias tradiciones, no hay forma de que alguno de sus miembros critique sus
modos de vida. A, la ética crítica de Villoro sea imposible para los relativistas, pues todo aquel
que reniegue de su cultura apelando a otros valores no tradicionales, estaría actuando de forma
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incorrecta. Iría en contra de lo que es bueno y justo, según su comunidad, fuente de legitimidad
moral y cultural, lo dictamina.
c) Imposibilidad de hablar de progreso moral: Dado que cada cultura define sus principios según su
tradición, no podríamos hablar de que, por ejemplo, hemos avanzado como humanidad al prohibir
la esclavitud o el trabajo infantil. Esto debido a que estas prácticas fueron instituidas en un deter-
minado contexto cultural que las avalaba; así, no pueden juzgarse desde nuestros criterios particu-
lares, lo cual termina por ser totalmente contrario a nuestras intuiciones históricas.
En suma, el relativismo, si bien nos ofrece la libertad de autodeterminación y la reivindicación de
la diversidad cultural, nos coloca en un escenario bastante problemático que impide asumirlo como
una postura viable en el diálogo multicultural.
El pluralismo ético y cultural como solución a la dicotomía relativismo -fundamentalismo
Finalmente, entonces, podemos pasar a la propuesta que aquí pretendo defender. En palabras de
Raúl Alcalá Campos, filósofo mexicano, el pluralismo cultural
Afirma que no existe una cultura superior a las otras sino diferentes, y que su validez de-
pende de sus propios argumentos, sin que esto nos lleve a un relativismo exacerbado pues
es posible aceptar una parte de una cultura y rechazar otra, en última instancia lo que se
afirma es que podemos aprender de las otras culturas, pero esto no implica aceptarlas sin
más (Alcalá, 2011: 48).
Si seguimos con detalle la cita anterior y sus implicaciones, podemos caracterizar a la postura plu-
ralista en cuatro afirmaciones: en primer lugar, no existe una cultura superior o hegemónica; en
segundo lugar, se reconoce la existencia fáctica y legítima de diversas culturas; en tercer lugar, atri-
buye la validez y riqueza de los modos de vida de cada cultura a sus propios argumentos, y, por
último, busca explícitamente el desarrollo cultural a partir del aprendizaje que surge de la reflexión
crítica compartida.
A continuación ofreceré un breve comentario a cada una de estas afirmaciones, intentando así mos-
trar con mayor detalle de qué va el pluralismo y cómo resuelve los problemas planteados al funda-
mentalismo y al relativismo:
1. No existe una cultura superior o hegemónica: Hablar de una cultura superior implicaa, como
decía en la crítica al fundamentalismo, sostener la existencia objetiva y autónoma de ciertos valores
fundamentales independientes a todo sujeto o comunidad. Sin embargo, el pluralismo afirmaría,
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como lo hace León Olivé, que es falso que los valores existen por sí mismos, sino que sólo hay
cosas, objetos, acciones, situaciones, relaciones, animales y gente, que ciertos agentes consideran
valiosos” (Olivé, 2011: 18). Así, los valores son productos de una relación entre los sujetos y aquello
que es valorado. Entonces, no hay valores en mismos que legitimen a un único modelo cultural y
moral.
2. Se reconoce la existencia fáctica y legítima de diversas culturas: El pluralismo da cuenta del
hecho de que la diversidad cultural es una realidad necesaria en términos ontológicos y éticos, pues
la naturaleza misma del ser humano genera el contexto multicultural, mismo que es un deber res-
petar.
3. Atribuye la validez y riqueza de los modos de vida de cada cultura a sus propios argumentos: Es
decir, el pluralismo posibilita un diálogo crítico intercultural en el cual se pueden ofrecer y valorar
las razones para sostener las pcticas o creencias de una comunidad. A se logra una visión realista
de las culturas, reconociendo que es posible cuestionar si dichas prácticas promueven o no el bie-
nestar de las personas involucradas.
4. Busca explícitamente el desarrollo cultural a partir del aprendizaje que surge de la reflexión
crítica compartida: En última instancia, el pluralismo, al permitir el diálogo crítico intercultural,
abre la puerta al desarrollo moral de las culturas, tanto dentro de sí mismas como en relacn con
las des.
Como queda señalado, pues, los puntos 1 y 2 recogen la crítica al fundamentalismo y las ventajas
del relativismo, respectivamente. La novedad del pluralismo se introduce, fundamentalmente, en
el punto 3, el cual, apelando a un ejercicio de diálogo abierto, horizontal y crítico, ofrece una solu-
ción a los problemas a y b del relativismo. El problema c del mismo es resuelto tomando en consi-
deración el punto 4. Así, en síntesis y a modo de conclusión sobre el pluralismo, podemos afirmar
que
El pluralismo nos ofrece una base fuerte no sólo para reconocer que existe diversidad cul-
tural […], sino también para sostener la validez de diferentes culturas; además permite sos-
tener la afirmación de que es posible establecer relaciones entre las diferentes culturas de
una manera armoniosa, con la finalidad de superar conflictos entre ellas. En otras palabras,
establecer relaciones interculturales que nos permitan vivir en armonía aprendiendo unos
de otros (Alca: 2011: 49).
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Conclusiones
En torno al tema de las relaciones interculturales, las posturas suelen situarse del lado del funda-
mentalismo o del lado del relativismo. Sin embargo, como se ha mostrado, ambas posturas resultan
seriamente problemáticas y, de seguir adopndolas, seguiremos encontrándonos con escenarios de
dominacn o de desintegración social. El interés de este trabajo ha sido defender al pluralismo
cultural y ético nolo como una alternativa frente a los dos extremos mencionados, sino como la
mejor postura filofica para situarse en escenarios multiculturales.
Bajo una mirada crítica, el fundamentalismo y el relativismo se tocan. Ambos terminan por ence-
rrar a los sujetos en un modelo cultural único, sea impuesto por un valor universal absoluto o por
una tradición particular incuestionable. Es cierto que el pluralismo propone y exige un tipo de diá-
logo inter-(e intra) cultural que no siempre es fácil de realizar y que, en algunos casos puede parecer
irrealizable, sobre todo cuando se ven implicadas creencias y tradiciones que pueden estar muy
fuertemente arraigados en una comunidad. No obstante, como dice el fisofo español, Jesús Mos-
terín:
La llamada a la fidelidad cultural es una invitación a permanecer prisioneros en la caverna
de la propia tradición, encadenados a una particular interpretación religiosa del mundo
(tan arbitraria como las demás). Lo que necesitamos es liberarnos de nuestras cadenas in-
telectuales, y eso sólo puede lograrse mediante una manera libre y universal de pensar,
más en concordancia con nuestro mundo crecientemente globalizado y de la que la ciencia
y la tecnología actuales son ejemplos (Mosterín, 2013: 17).
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