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Tilsa Otta
Tilsa Otta Vildoso (Lima, 1982) ha publicado los poemarios “Mi niña veneno en el jardín de las
baladas del recuerdo” (2004) e “Indivisible” (2007) con la editorial Álbum del universo bakterial,
y “Antimateria. Gran acelerador de poemas” (2014, Ediciones Neutrinos, Argentina; 2015,
Editorial Pesopluma, Lima; 2016, Juan Malasuerte, México). Además del libro de cuentos “Un
ejemplar extraño”, el cómic "VA" en co autoría con Rita Ponce de León (Contexto Editorial, 2017)
y recientemente “La vida ya superó la escritura” (2018, Juan Malasuerte, México-Lima. Estudió
Dirección de cine y ha realizado alrededor de 20 piezas audiovisuales. Más info y magia blanca en
www.tilsaotta.com.
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EL PASADO
Una ceremonia bajo las estrellas. Han venido todas. Los chocolates adoptan el color del atardecer,
los diálogos hacen piruetas con el fuego y las emociones juntas forman el chico de mis sueños.
Hay una energía fantástica. Nos imaginamos dentro de 10 años. Cortamos el viento con la mirada.
Alguien está a punto de contarme un secreto cuando vemos aparecer una camioneta rural. Se
aproxima al campamento con luces oscuras y se detiene a pocos metros. Uno de los ocupantes
desciende del vehículo y nos apunta con una linterna. El capitán se acerca a ellos, que proceden a
explicarle cierto asunto. Tras asentir con la cabeza regresa hacia nosotros y sin mayor preámbulo
informa que tu pasado ha venido a buscarte. Con una lágrima te pones de pie. Nos abrazas,
despides una esencia dulce. Subes al auto.
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JORGE SUMALAVIA IBA POR LA FIESTA CONTANDO QUE HABÍA MATADO A
UN HOMBRE
Jorge Sumalavia iba por la fiesta contando que había matado a un hombre como si fuera una
anécdota graciosa. Pocos se reían, obviamente, pero quedaba la duda. Al menos a me quedó la
duda porque, ¿por qué alguien andaría diciendo eso si no hubiera algo detrás? Con frecuencia las
bromas esconden una verdad que busca escapar sonriendo como si nada por la puerta principal.
Silvia me contó que Jorge se había acercado a ella con un vaso de ron con Coca Cola en la mano, le
dijo: “¡Qué guapa!y de pronto comentó que acababa de matar a un hombre, así sin más, con
soltura y sin ningún vestigio de culpabilidad. Luego se quedó en silencio mirándola expectante
como si le hubiera preguntado la hora o el día y ella se rio pero solo porque no supo qué responder,
una sola risa, un sonido, como un “Já” y, nerviosa, cambió de tema, le contó sobre los cactus enanos
que vendía en la feria de los sábados pero Jorge se mostró aburrido por eso, parece que solo el
presunto asesinato le resultaba excitante a estas alturas de la noche o de su existencia. Yo me quería
emborrachar porque hace mucho no salía debido a una fuerte gripe que me mantuvo en cama unos
días y después medianamente activa, trabajando en casa, bañándome poco y tomando dos pastillas
bastante fuertes que me daban un ánimo pobre y laxo. En esos días aciagos volví a ver viejas
películas de las cuales no tenía recuerdos excepto que las había visto, por ejemplo “Cazafantasmas”
y “¿Conoces a Joe Black?”. Iba en el tercer chilcano cuando se me acercó Iván y empezamos a
charlar en ese tono bromista que me gusta de él, siempre jocoso y muy carismático. Me estaba
contando una pesadilla que tuvo hace un par de noches. Sucedía que no podía ingresar a su correo,
en la pantalla decía que esa página no estaba disponible, y daba clic en actualizar una y otra vez y
este proceso demoraba, la página cargaba varios segundos dando esperanza para luego reiterar la
negativa. Y que parecía atascado en esta acción, no podía hacer nada más, como si fuera a su propia
vida a la que no conseguía entrar. Sentía vértigo, como si todo su conocimiento y experiencias se
hubieran borrado y su mente estuviera en blanco. Me pareció un poco vergonzoso pensar en el
nivel de compenetración que tenemos con las redes sociales porque, para mí, el sueño trataba de
eso en el fondo. Quería saber si seguía con su novia pero no me atreví a preguntarle, igual era raro
que viniera solo porque Ana María también es amiga de Kristel. Pensé preguntarle de modo muy
casual: “¿Y Ana María?” pero me cohibí, sentí que podría ser evidente, si es astuto claro, hay gente
que no tiene capacidad de deducción o simplemente se le pasea el alma y no ve lo que esahí,
latente. Pero supongo que Iván es avispado, quiero pensar que no me gustaría un hombre si no lo
fuera. Entonces, estamos comentando el ambiente de la fiesta, que la casa está linda a pesar de que
dos nuevos edificios perjudican la vista del ventanal de la sala cuando me pregunta si conozco a
Jorge Sumalavia, le digo que sí, que incluso trabajé con él unos meses en la dirección académica.
-Es un poco raro, ¿no?
-¿De qué modo?
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-Como excéntrico, desubicado.
-¿Por qué? pregunto intrigada.
Y me cuenta lo mismo que Silvia, que de la nada le dijo que acaba de matar a un hombre en tono
gracioso y que a él no le pareció divertido y se lo dijo, y Jorge pareció complacido o gratificado con
su reacción. Aunque trataba de restarle importancia a ese desencuentro pude notar que Iván había
quedado perturbado por las palabras de Jorge, y era totalmente razonable, un crimen semejante no
es motivo de broma. A cuántas personas les estaría arruinando la noche con su desatino, era como
si una rata sucia y gorda anduviera por la sala asustando a los presentes y enturbiando el ambiente
con su porte desagradable. Si de por el rumbo que había tomado la conversación ya disipaba la
posibilidad de un intercambio romántico entre Iván y yo, una llamada telefónica me obligó a
excusarme y girar hacia la pared en busca de privacidad y, sobre todo, mayor silencio para escuchar
al interlocutor que resultó ser una voz grabada cuya deplorable función en este mundo era ofrecer
una promoción consistente en un plan de telefonía celular más costoso con ventajas que preferí no
escuchar porque francamente no estoy interesada y me gustaría que tuvieran al menos la decencia
de plantar sujetos reales detrás de esos aparatos para poder reventarles el oído con lo poco que me
interesan sus ofrecimientos y lo inoportunos que pueden ser! Para esto, Iván estaba ya conversando
con otra chica, bonita, debo admitir, que le estaba coqueteando definitivamente, mirándolo con una
disposición casi vulgar de lo regalada. Una pulsión oscura me incita a hablar con Jorge y escuchar
la anécdota del hombre que asesinó. Lo veo junto a la mesa sumergiendo papitas coctel en salsa de
ocopa y siento un breve escalofrío y algo de asco por este personaje tan inmaduro que parece
carecer de un sentido mínimo de respeto por la vida humana, pero no debo sacar conclusiones
apresuradas ni ser tan severa. Odio juzgar a la gente basada en cuestiones superficiales. Ante la
tentación de condenar es mejor respirar con el corazón y evocar los consejos de la profesora de yoga
al final de la práctica: No esperar que el otro sea igual que uno, no juzgar”… mejor formulado,
pero esa es la idea.
-¿Qué tal está?
-¿La salsa? Está buena, pruébala.
Cojo un mondadientes, pincho una papita y, bajo la mirada de Jorge, la sumerjo en la densa salsa
verde. En el trayecto hacia mi boca una pequeña gota cae sobre el mantel blanco. Mala decisión
poner ese mantel con tantas salsas y bebidas sobrevolando.
-Mmmm, muy buena.
-Eres Paty, ¿no? De la dirección académica.
-Sí…Paty. O Patricia si prefieres.
-Paty me gusta más, es más íntimo… o sea, de amigos, no me malentiendas.
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Me río un poco.
-Claro, en tu caso sería Coqui, ¿no?
Hace una mueca de desagrado.
-No por favor, Coqui no me gusta para nada, suena ordinario. Jorge está bien.
Cruza los brazos y me observa con simpatía mientras degluto la segunda papa, esbuenaza la salsa.
Hay un momento de silencio expectante, esa moneda lanzada al aire con una mirada que define si
tomaremos caminos separados o la conversación tomará un nuevo impulso… y yo persisto, en un
acto temerario interrogo, señalándolo con el mondadientes:
-¿Y a qué te dedicas ahora? ¿Qué has hecho últimamente?
Su sonrisa se ilumina e inclinándose hacia mí susurra:
-¿Quieres saber que he estado haciendo, Paty? Te voy a contar.
Me pongo nerviosa y empiezo a jugar con las hilachas sueltas de mi cartera tejida sin dejar de
mirarlo, excepto por un segundo que veo a Iván que sigue platicando con la fulana, a Silvia que me
mira confundida, seguramente reprobando mi accionar y, sin querer, a un chico joven que baila
con una botella de whiskey cerca de la puerta, moviendo mucho las caderas como Ricky Martin.
-Estoy estudiando teatro con Eduardo Balarezo desde inicios de marzo, y he adoptado un gato, casi
recién nacido, se llama Morti. Sigo con la misma chamba, estoy un poco aburrido pero mientras no
consiga otra cosa, caballero. Como me queda cerca a la casa también es cómodo, siempre la
comodidad es un plus, ¿no? Sobre todo ahora que el tráfico está insoportable. ¿Has visto que han
cerrado Garzón? Las primeras cuadras… Como estoy cerca puedo ir caminando y de paso hago
ejercicio.
Estoy perpleja por la normalidad de su conversación y francamente casi aterrada, como si estuviera
loco por comportarse tan juicioso sin ninguna razón ya que le di pie para que me confiese su crimen.
Asiento y sonrío mientras habla hasta que me lleno de impaciencia. Interrumpo:
-Me contaron que te viste implicado en un asunto turbio…
Jorge estalla en una carcajada y se golpea el muslo con la mano al mismo tiempo.
-Espérame un segundo, Paty se acerca de un salto a la mesa y se sirve un vaso de whiskey con
hielos.
-¿Quieres uno?
-Bueno.
-Dime hasta dónde… ¿ahí?
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-Un poco más.
-¿Ahí…?
-Sí, está bien, gracias.
Regresa con dos vasos relamiéndose los labios con placer por lo que está a punto de pronunciar.
-No me sorprende que te lo hayan contado, es un buen chisme.
-No es que me gusten los chismes ah, esto me pareció algo diferente, sobre todo que lo andes
gritando a los cuatro vientos.
-Justo tú serías el cuarto viento al que se lo cuento en esta fiesta ríe.
-Me siento honrada… -sonrío. Sin darme cuenta estoy coqueteando con este presunto homicida. No
me sorprende visto el prontuario de disfuncionales por los que me he sentido atraída. Pero
felizmente sé que Jorge no es mi tipo. Es un poco afectado, casi diría hípster y a mí me gustan bien
masculinos. O sea, me agrada que sientas que puedes confiar en para una confesión de ese
calibre… -la barajo.
Ríe con un dejo burlón y me pincha con su mondadientes en el hombro, la chompa amortigua el
hincón pero igual… nada que ver. –¡Ay! exclamo- ¡¿Qué te pasa?!
Ríe de nuevo.
-A me parece raro que te acerques a sabiendo lo que hice. Pero es interesante conocer la
moral de las personas que creemos conocer. Recién en momentos extremos vemos el alma de las
personas…
-Qué hablas Jorge. No me vas a venir a juzgar tú que has matado a un hombre, o al menos eso dices
porque la verdad yo creo que es una broma, y de muy mal gusto, como tú bien sabes.
-A ver, vamos a calmarnos. ¿Quieres sentarte? Ahí hay dos sillas libres. Así te cuento mejor y la
pasamos bien.
Observo que aún tiene entre los dedos el mondadientes que usó para sus papitas y luego para
atacarme.
-Bueno, vamos. Pero no es una historia muy larga, ¿no? Disculpa pero tengo que regresar con Silvia
en un rato, vine con ella y no conoce a mucha gente.
Justamente Silvia nos sigue con la mirada y me hace señas variando la apertura de sus ojos mientras
cruzamos hacia las sillas y nos sentamos muy juntos y misteriosos a secretear. Yo estoy muy
nerviosa, casi excitada por oír este revelación oscura al oído. Jorge se inclina hacia y rodea mi
espalda con el brazo izquierdo, introduciéndome a su espacio personal criminal y prófugo.
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-Maté a un hombre, Paty susurra en mi oreja y algo en mis ojos se enciende.
-Eso ya lo sé, pero ¿cómo? y ¿por qué?
Una cuerda une nuestras miradas con una tensión leve, en el medio hay una hamaca donde
descansa una posibilidad escabrosa.
-¿Por qué quieres saber los detalles? ¿No te da miedo? ¿O es morbo?
-No es morbo, es que todavía no te creo. Si tu historia me parece convincente te creeré.
-¿Y entonces qué? ¿Me vas a denunciar a la policía?
-No sé… no he pensado qué haría. Depende de las circunstancias… pudo ser en defensa propia, por
ejemplo.
-Es cierto, pero no lo fue.
Por un momento considero que estoy bien calientita junto a un psicópata y busco atemorizada la
mirada vigilante de Silvia. Me doy con la sorpresa de que esde lo s contenta hablando con
Iván y la cualquiera, también está coqueteando. Los tres están en un flirteo tan evidente que puedo
ver sus cuerpos formando la palabra TRÍO… debería tener tres letras la palabra trío, o al menos la
palabra tres. Uno y dos tienen tres letras… Bueno, la cosa es que me ha abandonado con un asesino
serial. Claro, qué conveniente, así se va con el chico que me gusta y la nueva chica del barrio. Qué
manera de confesarme su bisexualidad. Pensé que era su mejor amiga.
-Paty Jorge me da una palmadita en el hombro para recapturar mi atención.- Creo que estoy
media picada y me distraigo fácil.
-Disculpa, te escucho
-Te decía que no fue en defensa propia…
-Ah sí… -siento miedo nuevamente y quiero huir pero algo me conmina a quedarme sintiendo su
cuerpo delictivo, errático e inmoral respirando cerca al mío, tan curioso y, ya bueno, chismoso
también.
-¿Entonces te declaras culpable? Sin atenuantes
Estalla en una carcajada, es bastante risueño… me cuesta imaginar que alguien lo hizo enfadar a
ese grado tal, debe haberlo ofendido en serio, o tal vez lo mató riéndose, en un estado hilarante
mortal, como el Guasón o alguien así que pensamos que solo existe en los comics. Pero también es
una estrategia inteligente pues, si escuchamos a una persona reír en una habitación contigua es muy
poco probable que sospechemos que está quitándole la vida a otro ser humano. Lo más probable es
que pensemos: está viendo una comedia tonta, quizás fumado.
-¿Estás grabando esta conversación o qué? ¿Qué tipo de lenguaje es ese?
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-Es un lenguaje normal, son palabras del cotidiano…
-No, Paty, así habla un juez o un oficial de policía.
-Por las películas y las series cualquiera puede hablar así, ya está integrado en nuestro vocabulario.
-Bueno, yo no veo series.
-¡¿Ninguna?!... Pero sígueme contando… ¿por qué habrías matado a un hombre?
Se queda en silencio, pensativo, mira su vaso vacío.
-¿Nos servimos más?
-Bueno.
Entiendo que necesite un par de tragos para contar algo tan difícil que debe pesar tanto en su
conciencia que a duras penas puede continuar la marcha, aunque lo oculte. Siento algo de
compasión por su alma atormentada, pena por el encierro perpetuo que le espera, casi simpatía por
contarme esto de manera franca y amical. Sirve whiskey en los vasos, esta vez al tope. Caminamos
despacito para no derramar en el recorrido hasta las sillas. Silvia nos mira de nuevo, está sola ahora.
Al parecer la pareja la dejó rezagada y tendrá que esperar otra oportunidad para cumplir su fantasía
promiscua. A falta de escarceo, se entretiene en la visión de mi emocionante destape. Ya sentados,
pongo mi mano sobre la rodilla de Jorge y mirándolo a los ojos, que descubro cada vez más
hermosos, le pregunto:
-Entonces Jorge, ¿por qué mataste a ese hombre?
Voy entrando en calor, ya soy como una profesional y presiento que llegaré al fondo de la verdad.
Pone su mano sobre mi rodilla y responde a mi oído:
-¿Y qué recibo yo a cambio de la primicia?
-¿Qué te gustaría? ¿Qué necesitas?
-Podríamos ir a mi casa y continuar la charla. Si soy culpable sin atenuantes puede que no disfrute
de un tiempo a solas con una chica guapa en mi casa durante varios añoso nunca más. Eso me
gustaría. Pasar un rato agradable contigo y seguir conociéndonos.
–Mmm… espera un ratito, ¿ya? Voy al baño.
Tal cual, voy al baño, hago la pichi, me lavo las manos bien, me miro al espejo y siento que me veo
más sexy que de costumbre. Esta intriga y lo prohibido le dan un resabio audaz al rojo de mis labios,
quizás el whiskey es quien también… ha coloreado mis mejillas y… estoy súper excitada la verdad.
Creo que tendré que llegar al fondo del asunto aunque eso implique sumergirme en la escena del
crimen como una Mata Hari autodidacta. Aaay ¡qué roche! ¡Qué pensará Silvia! Si al menos se
hubiera ido con los otros las dos habríamos arrochado y estaríamos parches pero ella está aquí bien
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decente esperándome como buena amiga. Me siento en el WC y le escribo un mensaje de texto:
“Amiga ve yendo nomás. Mañana conversamos. Te veo cansada y yo estoy pasándola genial. Besos
tqm.
Espero unos minutos y me asomo a ver si Silvia sigue en la sala. No la veo. Salgo. Jorge sigue
esperándome donde lo dejé. El interés es mutuo y genuino. Yo estoy interesada en su culpabilidad
y él en mi inocencia. O quizás espera que le corresponda con una confesión a la altura de las
circunstancias, la cual no podré darle. No he cometido faltas mayores, mis errores en la vida han
sido de los típicos y aun así me costaría tanto decirlos en voz alta. Me cuesta perdonarme.
Cuando camino hacia Jorge me siento muy sensual, él me mira con deseo.
-¿Vamos a mi casa? me dice.
-Sí, pero… ¿y si estás mintiendo? Necesito una prueba.
M toma de la mano.
-No estoy mintiendo Paty, es todo cierto. Maté un hombre hoy. ¡Vamos!
Ya se puso ansioso, debo jugar bien mis cartas pues no si estoy tratando con un hombre en su
sano juicio, pero sí me atrae. Solo necesito una prueba, una mínima prueba.
-¿Dónde está el cuerpo?
-¿Quieres verlo? Se pone de pie impulsándome hacia arriba.
-No sé, no necesariamente… era una pregunta nomás.
Empieza a caminar llevándome del brazo.
Vamos, te lo muestro. Así te convences
Me baja la presión pero continúo mi descenso a los infiernos a su lado.
-No es necesario en serio, solo era curiosidad…
-Normal, queda de camino a mi casa.
-Ah ya… bueno.
La primera cuadra caminamos alejados, yo no pronuncio una palabra… ¿Y si es cierto? Nunca he
visto un muerto, no sé si podría resistir la visión de un hombre degollado, desollado, con la lengua
cortada en pedacitos, con la cara morada dentro de una bolsa plástica, elegantemente vestido con
un disparo en la sien, abrazando a un osito de peluche con un puñal clavado en el estómago, con
espuma en la boca y una jeringa atascada en la yugular… Si fuera una mujer mucho peor, seguro
me desmayo en el acto y quedo a un paso de ser la próxima víctima. Encima he tomado dos
chilcanos y tres vasos de whiskey, la concentración de alcohol en mi sangre es suficiente para que
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en las redes sociales me culpen de mi propio asesinato por salir de noche y estar picada. Pobre mi
mamita, felizmente no tiene Facebook o vería como me matan dos veces seguidas sin motivo. No
lo merezco.
-¿Te gusta bailar salsa? pregunta súbitamente.
-Normal… sí.
Seguimos en silencio. Me mira fijamente mientras caminamos por una calle pequeña y vacía,
silenciosa a esta hora de la madrugada.
-Mira, está allá dice señalando un jardín rodeado de arbustos.
Siento que me baja la presión de nuevo. Me toma del brazo y me dirige hacia el presunto lugar
donde el cadáver yace. No quiero verlo pero no logro reaccionar, camino como una zombi, tanto en
mi pasividad de autómata como en mi rostro sin expresión. Nos detenemos juntos frente al jardín,
miramos hacia adentro: solo flores y algunas basuritas. Gardenias y rosas, descuidadas, maltrechas.
Un boleto de autobús, una envoltura de galletas vacía. De lejos debemos vernos como una pareja
que, romántica, observa la naturaleza urbana y reflexiona sobre la condición del amor, de su amor
reflejado en el lenguaje de las flores de un jardín.
-No hay nada.
Jorge se ríe partiéndose en dos, sin dejar de sujetarme el brazo por lo cual medio que me zarandea
un poco. Estoy en shock, indignada, decepcionada, confundida.
-¡No puede ser tan fácil pues! No puedes ser tan crédula.
-Ya sabía que era mentira, baboso. Me voy a mi casa.
Doy media vuelta y extiendo la mirada buscando un taxi en el horizonte. Jorge corre a alcanzarme
y tomándome la mano me hace girar. Nos quedamos mirando. Me sonríe entre dulce y pendejo…
¿Realmente me gusta este sujeto o estoy borracha, dejándome llevar por el morbo, por lo excitante?
¿Estoy mal, qué me pasa? ¿Por qué Silvia me dejó ir así, sabiendo que me quedaba con un
desequilibrado?
-Vamos a mi casa.
Me abraza cariñosamente y me pone en marcha de nuevo, a su merced. Andamos en silencio, los
autos nos guiñan las luces.
-Entonces, ¿quieres saber por qué lo maté?
-No, creo que prefiero no saberlo… por favor, ya no me hables de ese tema.
-Pensé que era lo que te interesaba de mí…
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-¡No! ¡Qué horrible! ¿Qué tipo de persona crees que soy?
-Perdón…
Me toma de la mano, su mano está tibia, es muy agradable. Caminamos en silencio y temo que
piense que soy una persona horrible, una masa de agua turbia desplazándose fétidamente hacia el
océano.
-Quisiera saber las cosas lindas de ti. Quiero conocer lo mejor de ti, Jorge.
Se detiene y me mira con una dulzura infinita.
-Quiero que saques lo mejor de mí.
Me besa con ternura, lo rodeo con mis brazos, él rodea mi cintura con los suyos. Nos quedamos allí
en medio de la calle besándonos, es una noche hermosa.
-Vamos le digo, más segura que nunca.
Proseguimos de la mano.
-Ya estamos cerca.
En efecto, girando la esquina se detiene en un edificio moderno, blanco, de 5 pisos. Saca su llave y
abre la puerta. Entramos. El portero despierta en la silla.
-Buenas noches.
-Buenas noches respondemos.
Subimos al ascensor. Me miro al espejo, luzco cansada pero bien. Mi maquillaje se ha desvanecido
un poco, Jorge me mira por el espejo y me abraza por detrás. Es como una fotografía. Hacemos
buena pareja. ¿Ya había dicho eso? Creo que no, creo que recién me doy cuenta en el espejo.
Cuando entramos a su departamento y observo la decoración de la sala no puedo evitar
psicoanalizar el diseño y el estilo, intentando entrever en los detalles la presencia de rasgos
psicopáticos. Es por las cosas que aprendí en Mind Hunter” y otras series y películas, supongo.
Pero es un conocimiento limitado, superficial, no nada. No puedo determinar por el sofá rojo,
los bongos, el retablo ayacuchano, las botellas de vino vacías sobre la mesa si Jorge lo hizo, si
realmente asesinó un hombre, si es un monstruo. No puedo determinar lo que siento por él, lo que
estoy haciendo. Y mientras tanto me besa el cuello, me acaricia. El nerviosismo regresa y me alejo.
-¿Dónde está el cuerpo?
Jorge se sorprende y se aleja aún más.
-Pensé que no querías saber más de eso… ¿Quieres tomar algo?
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-Tengo que saber si es cierto.
-¿Un vaso de agua?
-Ya, está bien.
Me siento en el sillón rojo, cubro mi cabeza con las manos… ¡estoy muy confundidaaaa! ¿En qué
me he metido? ¿Qué quiero encontrar? ¿Qestoy buscando? ¿Quiero enamorarme? ¿Así se busca
el amor? ¿Quiero ver el cuerpo?
Me entrega el vaso de agua, bebo un poco. ¿Y si ha puesto algo en la bebida? Dejo el vaso sobre la
mesa. Mi mente está llena de preguntas locas dando vueltas, atropellándose y quejándose como
usuarios de un autobús de transporte público excesivamente repleto. Preguntas gritando:
“¡Cuidado! ¡Somos personas! ¡¡No estás transportando animales!!”. Silencio. Necesito volcar estas
inquietudes afuera o van a acabar conmigo.
-Jorge, ¿te puedo hacer algunas preguntas?
-Claro… ¿te molesta si me siento junto a ti?
Lo pienso un segundo… bajo la mirada.
-No… es tu casa. Siéntate.
Ya me di cuenta de que estoy borracha. Para recobrar el dominio de mis sentidos decido hacerle
una entrevista espontánea para esbozar los vicios de su personalidad.
-Pin pon de preguntas. Yo pregunto, tú respondes.
Silencio.
-Ok
-Mmm… cuando… compras el pan…
-Paty.
Me silencia con un beso apasionado y largo. Su lengua siempre intenta imponerse a la mía. Sus
manos comienzan a recorrer mi espalda como estrellas de mar arrastradas por la marea. Pienso en
el cuerpo, en su cuerpo, en mi cuerpo. Me dejo llevar, cierro los ojos. Todos los cuerpos se pierden
en las profundidades de la oscuridad.
Despierto y busco mi teléfono, son las 3.40 am. Voy al baño descalza, hago el 1 con la puerta
cómplice, perdón, junta quiero decir. Me siento cómplice de un crimen que ni siquiera está seguro
de mismo. Hay una marca roja producto de la succión en uno de mis senos, en el derecho, la
observo en el espejo.
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Al recorrer el pasillo siento temor, no quiero ver fantasmas, camino rápido hacia la habitación y
cierro la puerta despacio. Jorge duerme profundamente. Ronca apenas, un bufido esporádico. Me
siento en un borde de la cama dándole la espalda y desbloqueo mi teléfono. Entro al Facebook.
Escribo su nombre en el buscador y entro a su perfil. Su foto de perfil es un camaleón verde con
ojos saltones parado sobre una pequeña rama. Su foto de portada es solo un rectángulo negro. En
la información dice que es Profesor en la Universidad Nacional Federico Villareal. Trabajó de
Sicario. Trabajó de Payaso diabólico en Circo del Terror. Dice que Tiene una relación.