Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
237
ISSN: 2007-9273
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019) 237-248
Avance de publicación:
Filosofía y revolución. Materialismo dialéctico en el siglo
XXI
1
.
Antonio Rubira León (2018).
En el marco del Dossier "Karl Marx revisitado. Pasado, presente y porvenir a 200 años de su
nacimiento", tenemos la oportunidad de compartir este avance de publicación que forma parte de la
sección introductoria de un libro que abordará el análisis del materialismo dialéctico en el debate
filosófico actual.
El autor: Antonio Rubira León nos lleva por un camino en el que nos muestra la conexión de la
filosofía con la ciencia desde la Grecia antigua, pasando por las culturas de Mesopotamia y Egipto,
la Edad Media, la Ilustración, terminando en el siglo XIX y XX. Se termina explicando cómo la
dialéctica de Hegel y Marx tiene un impacto en la realidad científica, económica y social de hoy en
día.
INTRODUCCIÓN:
Todas las grandes ideas filosóficas, científicas, económicas, políticas y sociales, es decir, todo el
pensamiento acumulado por la civilización, basado en la teoría y práctica de la actividad humana,
establece diversos métodos de análisis para comprender la realidad e intervenir en ella. Como el
ser humano, a diferencia del resto de seres vivos de la naturaleza, además de objeto de la realidad
es también motor subjetivo de ella, todo pensamiento tiene necesariamente esta dualidad:
interpretar y actuar. Incluso aquellas ideas que proponen no mediar y ser pasivas, como fomentan
las religiones, interactúan con la existencia aunque sea a través de la resignación que supone no
cuestionar la realidad. Todas las ideas, por lo tanto, tienen esta doble función: una correlación
1
El presente texto forma parte de un libro de próxima publicación. La parte que publicamos ha sido cedida
amablemente por el autor.
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
238
teórico-práctica entre el sujeto cognoscente y el objeto analizado, donde la filosofía es el
pensamiento aplicado para conectarlos.
La filosofía, como pensamiento sistemático que persigue el entendimiento de lo existente, mantiene
una relación contradictoria entre el sujeto que piensa y el objeto investigado, pues el sujeto también
es objeto de la realidad que estudia. Su expresión histórica predominante, la más habitual, aceptada
y a la postre falsa, es la subordinación del objeto como inerte e inmóvil, al sujeto diligente y activo,
creando ideas en la mente al margen del comportamiento objetivo de la realidad material -siempre
cambiante- de la que ambos forman parte. Ya sea para tratar de entender el objeto en mismo”
por medio de causas materiales -Aristóteles- o rechazar su intento desde conceptos idealistas “a
priori del sujeto -Kant-, el objeto es ubicado en posición dependiente del sujeto, como dos
elementos diferenciados. Por otra parte, de manera s correcta y consecuente con la esencia de la
realidad, pero con escasa influencia histórica, social y académica, se busca conocer el objeto como
algo vivo y en movimiento, siendo parte consustancial de la propia naturaleza del sujeto. Ya sea
para captar el cambio permanente de la materia y sus contradicciones donde nada es igual a
mismo -Heráclito-, o analizar los procesos internos en el devenir del Ser que muta en su contrario -
Hegel-, el pensamiento busca comprender el funcionamiento objetivo de la realidad de la que
forma parte, al mismo tiempo que constituir el sujeto en agente consciente de transformación -
Marx-.
De esta forma, el concepto de filosofía, del que proceden todos los modelos políticos, económicos,
sociales y artísticos, a diferencia de la noción de ciencia -aparentemente neutra y objetiva-, conlleva
la mayor controversia de la historia del pensamiento, no solo en función del objeto de estudio y su
finalidad, sino principalmente del método de análisis utilizado. Mientras en todas las ciencias
naturales y sociales se distingue entre la materia examinada y el enfoque de su conocimiento
aplicado como dos caras de la misma moneda, la filosofía busca unificarlos. Ello se refleja desde su
inicio en la antigua Grecia, donde filosofía o búsqueda del conocimiento (Philosophia) y ciencia o
conocimiento verdadero (Episteme), son el mismo concepto desde Tales a Demócrito, pasando por
Amaxímenes y Heráclito.
Aunque su diferenciación comienza simultáneamente con Parménides, es sistematizada
posteriormente por Platón, que no solo propone que las ideas son más verdaderas que los objetos
físicos, separando la interpretación estática del pensamiento subjetivo -idealismo- del análisis del
funcionamiento de la realidad objetiva siempre en movimiento que da lugar a las ideas -
materialismo, sino que los enfrenta a través de una metafísica orientada a desconectarlos y no a
vincularlos.
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
239
El motivo de esta disfunción no tiene causas filosóficas ni científicas sino históricas, es decir,
económicas y políticas, pues obedece a intereses materiales que las separan, debido al papel
ejercido por el poder establecido en las diferentes estructuras de las sociedades humanas -el Estado-
. De hecho, tanto la ciencia como la filosofía son fruto de la necesidad de resolver problemas
materiales de la sociedad, antes de crear teorías sobre las que interpretar e intervenir en ellos.
Incluso en el período excepcional de los siglos -VI y -V en Grecia, por su expansión colonial en las
islas del Egeo y costa de Asia Menor sin la tutela ideológica de los grandes Estados de la época, y
que da lugar al primer intento científico de la filosofía, el pensamiento es una sucesión
ininterrumpida de búsqueda de comprensión de la realidad, a remolque del desarrollo de las
fuerzas productivas bajo el control político de las clases dominantes. Desde entonces, se inicia una
deriva que enfrenta ambas disciplinas hasta hoy, como expresión externa de las contradicciones
económicas y políticas en el funcionamiento de la sociedad. De la misma forma, volver a unificarlas
es una exigencia histórica que precisa de alternativas ideológicas y sociales, tanto en el método de
analizar la realidad -pensamiento-, cómo en la forma de intervenir en ella -acción-.
Desde el inicio de la civilización en Mesopotamia y Egipto hace 5.000 años, la división entre el
conocimiento técnico aplicado -empírico y materialista-, y el pensamiento diseñado para el control
de la sociedad -místico e idealista-, como dos concepciones diferentes y contradictorias, no
encuentra un punto de inflexión hasta la antigua Grecia. Aqda comienzo un pensamiento
relativamente libre de la influencia religiosa, que busca unificar ambos aspectos de manera
dialéctica y materialista acorde con el funcionamiento de la realidad física y de la mente. Sin
embargo, no tarda más de 200 años en que se inicie una regresión parcial que vuelva a subordinar
las ideas al orden social establecido, con Platón -La República- y Aristóteles -La Política-, así como
desvincularse conscientemente de él -estoicos y epicúreos- para centrarse en el arte de vivir
individual. De esta forma, el conocimiento histórico, político, económico y social del momento de
ruptura en Grecia durante los años -600-400, resulta imprescindible para comprender las causas
del inicio de la filosofía y la ciencia como unidad conceptual, así como las consecuencias de la
escisión posterior en su devenir hasta hoy, en itinerario permanente de división entre ellas.
Los dos grandes principios de la filosofía occidental están asentados sobre concepciones
antagónicas para interpretar el mundo, simultáneamente esbozados desde su comienzo por
Heráclito y Parménides. De una parte, la relación entre el ser y el pensar, que da lugar al idealismo
y al materialismo; y de otra, la concepción mecánica o dialéctica del movimiento. Su concreción
más explícita se produce en torno a la Ley de identidad y el Principio de contradicción.
Heráclito argumenta que la realidad es física, en movimiento y cambio a través de contradicciones
y negaciones en un devenir permanente, donde el pensamiento puede acceder al conocimiento del
objeto, aceptando que éste tiene funcionamiento independiente del sujeto. Parménides, por el
contrario, rechaza el movimiento del objeto como reflejo de impresiones falsas de los sentidos, y
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
240
antepone la visión empírica del sujeto para interpretar la realidad de manera fija y estática, como
sucesión de momentos separados”. Mientras las ideas de Heráclito apenas tienen influencia ni
crea “escuela” que las desarrolle -rechazado en la Civilización Clásica, desaparecido en la Edad
Media y olvidado en la Edad Moderna, a pesar de la “revolución científica” con las leyes del
movimiento de Newton-, el pensamiento de Parménides es ampliamente absorbido y adaptado
desde Platón y la teología cristiana, hasta la metafísica racionalista de Descartes a Kant. Será
necesario esperar a Hegel y Marx -con análisis diferenciados en su aplicación-, para ver su
sistematización filosófica y política tanto en el pensamiento como en la sociedad.
Una vez se establezca lo que es la filosofía en función del método de análisis y el objeto de estudio,
que permita conocer para q sirve, hay que determinar para quién lo hace, pero no de forma
individual o universal, sino de intereses de clase, que es en realidad la manera en que se ha
expresado como utilidad práctica en la sociedad los últimos 2.500 años. El interés material de la
clase social propietaria de los medios de producción, con su cobertura ideológica dominante en la
sociedad y la estructura de poder del Estado a su servicio, constituye el motivo fundamental para
que el método de estudio y su objeto no coincidan en el pensamiento, pues ello conlleva -
implícitamente- el cuestionamiento del orden establecido. Mientras la “realidad de un momento
dado” forma parte de un proceso ininterrumpido de cambio histórico, político, económico y social
a través del movimiento permanente de la materia, que precisa de ideas que comprendan la
transformación de lo existente en su devenir, la mitología, la religión y el idealismo racional -
metafísico o empírico-, desvinculan el pensamiento de la realidad, como dos esferas de aplicación
diferente: avances técnicos en la ciencia, e inmovilismo social en la filosofía.
La ciencia, a diferencia de la apariencia que pueda suponer sus avances técnicos, no es solo una
acumulación de conocimientos cuantitativos que obtiene resultados cualitativos por su
experimentación y verificación empírica, sino un método analítico desde el cual la formulación de
hipótesis subjetivas a priori, busca conectar con la realidad objetiva para transformarla. De esta
forma, los grandes pensadores griegos anteriores a Platón, estudian patrones regulares en el
funcionamiento de la materia para comprender el mundo, diferenciándose del mito y la religión
que propagan las estructuras de poder del Estado, para centrarse en el conocimiento objetivo de la
realidad al amparo de la libertad política que proporciona el desarrollo comercial de las ciudades-
estado de las colonias griegas.
Mientras todas las ciencias físicas y naturales demuestran que el funcionamiento de todo lo que
existe en la Tierra y el Cosmos obedece a leyes regulares basadas en el movimiento, la
contradicción y la negación de lo precedente, los diferentes enfoques metodológicos para abordar
su conocimiento parten, en general, de concepciones filosóficas mecánicas, fijas y estáticas, por lo
que dicho modelo no corresponde con su objeto de estudio. La distorsión histórica entre ciencia y
filosofía expresa la deficiencia del pensamiento para conectarse con la realidad. Más en concreto,
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
241
la ausencia de unificación entre el método de análisis y su objeto, conlleva una utilización parcial,
cuando no errónea, de ambos conceptos. La suma cuantitativa de conocimientos no conduce
necesariamente al aspecto cualitativo de su comprensión, de la misma forma que describir y opinar
sobre fenómenos sociales clasificados en hechos” y datos”, no es lo mismo que analizar las causas
y efectos de los procesos de los que forman parte. De esta manera, los avances técnicos desde el
siglo XVII hasta hoy, cuando la división entre ciencia y filosofía se ensancha a pesar de los grandes
logros alcanzados, significan más una interpretación del conocimiento sobre resultados empíricos,
que un análisis de la comprensión dialéctica de su transformación y desarrollo.
La estructura del pensamiento racional en la mente humana, adquirida a lo largo del tiempo como
fruto del desarrollo económico y social, así como del propio órgano del cerebro en su evolución
como especie, todavía mantiene el hábito de pensar casi exclusivamente de manera empírica, es
decir, trasladando al cerebro solo el reflejo de los datos que aportan los sentidos. Por lo tanto, el
pensamiento dialéctico, basado en el funcionamiento de la realidad como movimiento de todo lo
material en variaciones cuantitativas a través de contradicciones que dan lugar a saltos cualitativos,
para lo que se requiere utilizar la abstracción como herramienta, escapa al normal entendimiento
humano y al sentido común, al no percibir de manera tangible todos los elementos que conforman
el desarrollo interno de los procesos que configuran el cambio permanente de todas las cosas
existentes.
No obstante, la ciencia exacta de las Matemáticas, tan valorada y admirada en todas las esferas
sociales y académicas -pues a diferencia del rechazo al pensamiento dialéctico, éstas no cuestionan
el orden establecido-, también utiliza la capacidad de abstracción del pensamiento para cuantificar
la realidad buscando patrones de comportamiento, ya que números, volumen, masa, superficie o
longitud, son conceptos de la mente que no existen en la materia. El pensamiento abstracto busca
extraer las características comunes de un fenómeno a través del análisis de las diferentes partes de
un proceso aún no concreto ni tangible. De hecho, este es el método que da origen a la filosofía y la
ciencia en Grecia con Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, Alcmeón y Demócrito:
investigar pautas y regularidades en el funcionamiento de la realidad arjé- para interpretar el
mundo, es decir, comprender la materia en movimiento, al margen del misticismo y la superstición,
incluyendo la abstracción matemática de Pitágoras. El pensamiento abstracto, expresado ya por los
Neandertales y Homo sapiens hace 40.000 años con pinturas en las paredes que representan no
solo figuras de animales que trasladan de la percepción sensible, sino también elementos
geométricos, donde puntos, discos y rayas no lo son, es una primera muestra de la capacidad de
superación del mimetismo empírico en expresar ideas más allá de la captación sensorial.
Sin embargo, a diferencia de las matemáticas, que son un medio de conocimiento como lo es la
capacidad de abstracción, pero no el conocimiento mismo de la realidad por su valor
exclusivamente subjetivo y cuantitativo -aunque algunos como el positivismo lógico lo defiendan-,
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
242
la filosofía abarca una mayor amplitud que la diferencia de éstas: la intervención humana en la
configuración de la propia realidad objetiva también de forma cualitativa, donde las matemáticas
son solo una herramienta del pensamiento y no un fin en sí mismas. De esta forma, la lógica formal,
el sentido común y la ley de identidad, que son los fundamentos empíricos del positivismo como
pensamiento dominante desde el siglo XIX, sirven para captar la apariencia de lo existente en la
sociedad y la naturaleza de manera inmediata, con objeto de describir la realidad. Sin embargo, la
lógica dialéctica, aplicada a la causalidad y según el principio de contradicción, permite analizar la
esencia de los grandes problemas de la historia, sus acontecimientos y el desarrollo científico, a
través de estudiar la realidad como proceso ininterrumpido y comprenderla en las causas y efectos
que provocan los cambios y transformaciones permanentes que la conforman.
El pensamiento abstracto es imprescindible para hacer filosofía, ciencia, matemáticas y arte. No
obstante, existen diferencias cualitativas en su aplicación: empezando con Heráclito y Demócrito
respecto a Parménides y Platón, dando lugar a una primera división del pensamiento entre
idealismo y materialismo y, a continuación, entre el movimiento mecanicista de la Lógica formal
de Aristóteles y Kant, basada en la deducción y la experiencia, con la Lógica dialéctica de Hegel y
Marx, asentada en la contradicción y negación como proceso en movimiento. Por lo tanto, el
imprescindible ejercicio de la abstracción en la mente, no solo se convierte en un andamio en el
que apoyarse para la construcción de las ideas, sino en la conexión de las mismas con el
funcionamiento objetivo de la realidad para actuar en ella.
No es suficiente quedarse en meras abstracciones de las cosas reales como hace el idealismo
racionalista y metafísico en la construcción de conceptos a priori desde la exclusividad del sujeto,
sino la vinculación del pensamiento -abstracto y metafísico-con la realidad del objeto, donde las
ideas deben materializarse. Producto de estos antagonismos, se llega al punto donde se concentra
el núcleo de toda la división en la historia del pensamiento, sea filosófico o científico: la Ley de
identidad, donde el objeto es siempre igual a sí mismo y cuando cambia ya es otro, y el Principio de
contradicción, donde el objeto es y no es simultáneamente, fruto del cambio interno de manera
permanente que lo transforma.
Nada de lo que existe en la realidad material es fijo, estático ni permanente, sino que todo está en
movimiento, cambio y transformación, como lo demuestran todas las ciencias prácticas y empíricas
de fenómenos reales, sean objetivas del funcionamiento de la naturaleza -Física, Química, Biología
o Astronomía-, o subjetivas de la actividad humana -Sociología, Psicología, Historia, Economía,
Política o Antropología-. Nada puede permanecer siempre igual a mismo sin transformación
cuantitativa y cualitativa, sea a través de cambios lentos, como la deriva continental en la superficie
del planeta apreciable en millones de años, o rápidos, como la rotación de la Tierra sobre sí misma
perceptible diariamente.
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
243
Por su parte, las ciencias puras de las Matemáticas -incluyendo La Lógica formal como “principios
de razonamiento válidos”-, son convenciones idealizadas por medio de la capacidad de abstracción,
donde meros, figuras geométricas, así como valores y conceptos, buscan patrones de
comportamiento subjetivos. De esta forma, no son un fin en sí mismo, sino herramientas al servicio
de la actividad práctica de los seres humanos. Por el contrario, la abstracción del pensamiento
aplicado a la realidad, sea de un objeto material orgánico o inorgánico, puede acceder a comprender
que nada es igual a mismo, es decir, permanente y sin cambio, aunque no lo perciban los sentidos,
como exponen Heráclito, Hegel y Marx. Solo es posible considerar las cosas de manera fija y
estática, si permanecen artificialmente en el pensamiento abstracto y no sean capaces de
concretarse en la práctica de lo existente, como plantean Parménides, Platón, Leibniz o Kant.
Como toda ciencia se caracteriza por su objeto, método y finalidad, el dominio de las concepciones
idealistas, fijas, estáticas y mecánicas, hacen de la filosofía un enfoque de la mente y la razón al
margen de los procesos reales de la existencia material y social. Tampoco el movimiento
mecanicista de Aristóteles, Newton o Darwin conecta totalmente con la realidad, pues su método
y conclusiones empíricas choca con la validez dialéctica de sus innovaciones, comprendiendo
mejor las consecuencias de sus logros que las causas de sus descubrimientos. Por el contrario, el
pensamiento más certero y desarrollado en la conexión de la capacidad de abstracción con la
realidad material, lo esboza Heráclito en la percepción, lo sistematiza Hegel en la teoría, y lo aplica
Marx a la sociedad.
Nada es igual a mismo nunca, ni siquiera en un momento dado”, pues mientras siempre hay
cambio perpetuo en el espacio, nunca hay paralización del tiempo. Todo lo que perciben los
sentidos humanos son aproximaciones limitadas de la apariencia de las cosas, que siempre se
encuentra en diferentes momentos” de procesos ininterrumpidos. El pensamiento abstracto
utilizado en el análisis de causas, con el estudio concreto de los efectos, es lo que permite una
aproximación a la comprensión de la realidad, como un devenir permanente transformado por
cambios cualitativos y cuantitativos que anulan lo precedente, entendiendo por ello un proceso
objetivo, no una consideración subjetiva, antes de la intervención consciente de los seres humanos
para transformarla. Todas las ciencias físicas y humanas tienen como fundamento la búsqueda de
causas para comprender sus efectos, por lo tanto, confirman de manera explícita -se reconozca o
no- que todo lo susceptible de análisis forma parte de un proceso, cuya apariencia empírica y
estática es solo un “momento de transición” captado parcialmente por los sentidos.
Por lo tanto, el pensamiento abstracto de las ideas innatas de las religiones y sus dogmas de verdades
eternas a cargo de mitos y dioses, o de la filosofía idealista, racionalista y metafísica de Platón,
Descartes o Kant por medio de la ética y la moral, son postulados subjetivos de la mente que de
manera atemporal tratan de hacer del mundo un lugar estable, fijo y seguro con valores universales,
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
244
separado de la realidad material, histórica, social y de clase, que siempre es cambiante,
contradictoria y nueva.
Los valores morales desde las antiguas religiones, pasando por la filosofía idealista de Platón y la
escolástica cristiana, hasta el imperativo categórico kantiano, proponen comportamientos
individuales, pretendidamente universales en el ser humano, al margen del tiempo y el espacio,
esto es, de la historia, la sociedad y la realidad material de sus diferentes clases sociales. Es decir,
son proposiciones subjetivas al margen del movimiento objetivo de los procesos de transformación
de todo lo existente. En definitiva, valores artificiales que no son ni “verdaderos” ni “universales”,
sino que obedecen, fundamentalmente, a la adaptación individual con el orden establecido del
funcionamiento de las cosas, sin cuestionar la realidad social.
La interpretación empírica de la realidad por medio de buscar la comprensión exclusivamente en
el conocimiento de los datos aparentemente finalistas -como objetos fijos independientes unos de
otros-, provoca elevar a la categoría de esencia lo que no es más que apariencia. De esta forma, el
relato plano y lineal de lo que acontece percibido en el ahora” -presente-, o en el pasado” -historia-
, se antepone al análisis dialéctico del cómo” y el por qué es” o ha sido así”, soslayando la
causalidad indeterminista del cambio permanente. De eta forma, tomando la parte por el todo, se
confunde la apariencia con la esencia, sin diferenciar la realidad objetiva de la subjetividad
arbitraria. Si todo lo que existe es materia en proceso permanente de cambio y transformación a
través del movimiento, tanto de la naturaleza orgánica como inorgánica, el pensamiento también lo
está. Sin embargo, a diferencia del resto del mundo natural, el ser humano tiene la capacidad de
transformarlo por medio de ideas que conecten o desconecten con el funcionamiento de la realidad
natural de la que forma parte. El pensamiento, como acción humana consciente, antes de ser sujeto
cognoscente para interpretar libremente la realidad -lo que lleva haciendo la filosofía racional
desde Grecia-, es objeto dependiente de sus limitados sentidos a través de los cuales trata de
captarla. Por esta razón, el pensamiento está inicialmente subordinado a la materia, antes de aplicar
una interpretación de ella.
De la misma forma que actualmente el cerebro humano tiene mayor capacidad para el habla -
adquirida por el desarrollo económico y social de su evolución- que para la escritura -muy posterior
a la primera-, la forma de estructurar el pensamiento tiene en la tradición empírica y mecánica una
influencia mayor que el movimiento dialéctico, que requiere pensar, más allá de la percepción de
los sentidos, utilizando la capacidad de abstracción. No obstante, esta importante aportación
metafísica puede derivar en una alteración que desconecte el pensamiento del objeto analizado,
como hace la Teoría de las ideas de Platón, o bien unificarlo, como hace Hegel con la dialéctica en
La ciencia de la lógica. Algo que por otra parte tiene lugar en el arte, la música, la poesía y solo
parcialmente en la ciencia, es necesario trasladarlo al pensamiento filosófico, político y económico,
para captar la realidad e intervenir en ella de manera consciente.
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
245
La filosofía idealista de Platón con su “teoría de las ideas o las formas”, desarrolla el sujeto de
Parménides como una derivación razonada de la religión, que ha sido bendecida, justificada y
aceptada por todas las clases dominantes en la sociedad hasta hoy en día, aunque sea ajena a la
realidad material, social y política desde entonces. Este es el motivo tanto de su relevancia histórica
como de la influencia de su pensamiento, hasta el punto de tener más importancia universitaria y
social que todos los grandes pensadores griegos anteriores juntos. Sin embargo, muchos de ellos
tienen mayor validez para la filosofía, la ciencia y la política que Platón, incluyendo los maltratados
sofistas. A diferencia de Aristóteles, que ni entiende a Heráclito ni tiene su profundidad, Platón le
comprende pero lo rechaza, de la misma manera que a Demócrito y su teoría materialista de los
átomos, pues habiendo escrito menos libros que éste, nunca le nombra en sus diálogos, más que
para pedir que aquellos sean quemados.
A lo largo de los siglos XIX y XX, todas las ciencias por medio de descubrimientos aplicados,
demuestran de forma concluyente que las ideas de Heráclito están vinculadas con la realidad,
mientras las de Parménides son negadas, pues solo constituyen una concepción del mundo idealista
de la mente. Sin embargo, la influencia filosófica, política y científica de Parménides, es muy
superior hasta hoy a la de Heráclito, debido no solo al control ideológico de las estructuras de poder
del Estado bajo la envoltura política que lo facilita, sino a que su alternativa filosófica está
protagonizada por el empirismo y materialismo mecanicista desde el siglo XVII, dejando su
significación dialéctica con el único apoyo de consistencia en Hegel y Marx, sin duda los dos
pensadores peor tratados académica y políticamente de los dos últimos siglos.
Incluso cuando los avances científicos como el comportamiento de las partículas subatómicas en la
Mecánica cuántica; la disfunción del espacio-tiempo en la Teoría de la relatividad; o la
indeterminación posicional de los electrones del Principio de incertidumbre, demuestran un
comportamiento dialéctico en el funcionamiento de la materia a través del cambio, la contradicción
y la negación, su enfoque metodológico previo es mecanicista, y sus logros obtenidos lo hacen más
por aproximación empírica que por utilizar el mismo método que las valida. De esta forma, las
hipótesis para la experimentación científica tienen el método fijo y estático de Parménides,
mientras la demostración empírica corrobora el cambio y la transformación interna que expone
Heráclito. No obstante, algunas derivaciones de este idealismo-racional-religioso, con elementos
materialistas que aceptan el movimiento como en Aristóteles, Spinoza y Locke, permiten cierto
distanciamiento del idealismo y la religión. Sin embargo, lo hace de manera mecánica y estática, sin
sacar las últimas consecuencias del Principio de Causalidad, que algunos de ellos admiten, pero sin
entender el Principio de Contradicción, que todos ellos rechazan.
La aplicación práctica más significativa de la historia del pensamiento filosófico es la intervención
política, por ser donde se concretan los aspectos más relevantes de la actividad humana, tanto en la
naturaleza como en la sociedad. En última instancia, todo pensamiento busca la unidad de teoría y
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
246
práctica, sea filosófico o científico. De hecho, la mayor parte de los grandes pensadores con una
teoría del conocimiento propia -Platón, Aristóteles, Spinoza, Locke, Kant, Hegel o Marx- han
elaborado también obras políticas. No obstante, es preciso subrayar que dichas ideas obedecen a
una concepción filosófica previa, es decir, de una consideración de principios metodológicos para
interpretar la realidad, y no derivando éstos de su posición política. Por lo tanto, antes de valorar la
expresión concreta del pensamiento en su variante práctica, es preciso hacer lo propio con sus
estructuras básicas o método analítico, que incluye como herramientas tanto elementos sensibles,
empíricos y experimentales, como intangibles, abstractos y metafísicos. Este es el motor del que
surge todo el pensamiento, no solo filosófico y político, sino científico, económico y social.
La otra gran variante de la filosofía, de hecho la más simple, reduccionista, divulgada y que menos
tiene que ver con su verdadero propósito, son las doctrinas éticas y morales -en realidad una
variante idealista-religiosa- muy del agrado siempre de las clases dominantes de cada modelo de
sociedad clasista. Su objetivo es servir como normas de comportamiento individual de supuestos
valores universales, al margen de las diferencias económicas, históricas y de clases sociales. Al igual
que ocurre con las ideas políticas, también hay pensadores relevantes en este aspecto como Séneca,
Montaigne o Rousseau, pero éstos no significan aportaciones originales a la teoría del conocimiento
sobre el funcionamiento de la realidad.
Si la filosofía y la ciencia tienen como fundamento la comprensión de la realidad a través de la
búsqueda de causas del movimiento de la materia; la adaptación del pensamiento para estudiar su
desarrollo; y dotarse de ideas y medios para intervenir en ella y transformarla, ante la actual crisis
orgánica del sistema económico y la estructura del Estado a su servicio, la filosofía solo puede ser
revolucionaria, o no es nada. La encrucijada política y social como resultado del proceso gestado
desde la gran recesión de 2008, está rompiendo las costuras sociales de un sistema económico que
parecía tener bajo control su dominio ideológico desde la caída del estalinismo. Todo pensamiento
sin acción -filosófico y científico- es inútil, no sirve más que para justificar el orden existente.
El pensamiento filosófico actual está encerrado en algunas facultades universitarias como
expresión del saber intelectual de manera individual, o bien, como exposición ocasional en los
medios de comunicación, siempre para criticar aspectos secundarios del funcionamiento de la
sociedad y nunca para analizar las causas fundamentales de la crisis del sistema. La filosofía en el
siglo XXI es una actividad casi reducida al mundo académico, donde se estudia como
departamentos estanco nombres, ideas y escuelas- por parte de unos estudiantes que no
manifiestan mayor interés -salvo la minoría de universitarios que la eligen- que aprobar la
asignatura.
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
247
Fuera de las aulas está prácticamente desaparecida del mundo político, económico y social -casi
como en la Edad Media- salvo algunos artículos en prensa de auto-considerados o designados
“filósofos, que realizan análisis éticos sobre la actuación de gobiernos y Estados donde en modo
alguno se cuestiona el sistema establecido. Ser un “filósofo” no es opinar, explicar o desarrollar las
ideas de otros, sino crear teorías originales propias. Sin embargo, el pensamiento filosófico -
denostado socialmente por inútil y enclaustrado en las aulas como consuelo de erudición
individual-, constituye el arma más poderosa para analizar la realidad -física, política, económica y
social- como paso previo a la intervención subjetiva para transformarla de manera colectiva. De
esta forma, por medio del pensamiento aplicado a la actividad humana -resultado de las
necesidades materiales de la sociedad- podemos estudiar las bases objetivas que han dado lugar a
la evolución de las ideas hasta hoy, y la encrucijada en que se encuentra la filosofía y la ciencia,
fruto de la crisis estructural del sistema capitalista.
El objetivo filosófico sigue siendo la conexión con la ciencia, como forma de superar el
distanciamiento entre ambas los últimos 2.500 años. En último extremo, la ciencia no es otra cosa
que el logro consciente de adecuar el pensamiento a la realidad, por medio de la intervención
humana. El de la filosofía no puede ser otro. La Teoría de las formas de Platón, La Lógica de
Aristóteles, el Empirismo de Hume, o el conocimiento a priori de Kant, son intentos fracasados de
lograr unificar el pensamiento con el funcionamiento de la realidad, aunque hayan supuesto
avances parciales como la utilización del pensamiento abstracto, las interrogaciones metafísicas o
la repercusión de los sentidos en la mente.
El objeto de este trabajo es poner en valor el pensamiento dialéctico y materialista -denostado y
aplastado política y académicamente- como el más avanzado para el análisis y la intervención
individual, social y de clase, en la vinculación con su verdadera significación científica, esto es, la
unificación de la subjetividad humana con la objetividad de la naturaleza de la que forma parte.
Solo de esta manera dejarán de ser diferentes los conceptos de ciencia y filosofía, dentro de su
inevitable proceso de interacción mutua, donde la actividad humana es el motor de su
transformación.
Para conseguirlo, es imprescindible recuperar el pensamiento de Heráclito, Hegel y Marx, por
constituir el soporte intelectual más completo y avanzado desde el punto de vista de entender la
realidad de manera científica, acercándonos a un método de análisis que complemente el
conocimiento empírico con la capacidad de abstracción, y aplicar el pensamiento a captar el
devenir de los procesos que conforman el momento de lo que consideramos realidad concreta para
intervenir en ella. Mientras Heráclito es la inspiración más brillante del pensamiento antiguo -
oportunamente silenciado a favor de los justificadores del orden establecido como Platón y
Aristóteles- y Marx llega al punto culminante de anulación de la filosofía como religión razonada,
convirtiendo el ser humano en protagonista de su propio destino transformando la sociedad -
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
248
convenientemente manipulado por la aberración del estalinismo como coartada-, Hegel es el mayor
sistematizador del método de acercamiento a la complejidad que conforma el proceder de la
realidad: la dialéctica.
Acceso Abierto. Este artículo está amparado por la licencia de Creative Commons
Atribución/Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC
BY-NC-SA 4.0). Ver copia de la licencia en: https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/deed.es