Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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gatillo, por eso empezó a jugar con dos balas y perdió, seguía vivo, también con tres de seis, cuatro
de seis, cinco de seis, hasta llegar al día culmen que el intento fue con seis de seis balas y sobrevivió.
En ese momento el propio narrador califica el suceso como una experiencia elevada a lo ideal:
Conociendo al Ruletista desde niño, sé que, de hecho, no ha sido la suerte sino, por el
contrario, la más negra de las suertes, una mala suerte sobrenatural diría yo, la que siempre
lo había caracterizado. Nunca experimentó la alegría de ganar siquiera el más pueril de
los juegos en que interviniera el azar. (Cărtărescu, 2015:59).
Para considerar la realidad del ruletista sólo queda ceñirse a la idealidad de esa experiencia, la
propia narración. En sentido estricto lo narrado y el narrador son el cuerpo ideal del relato: fungen
a la vez como génesis y crítica de las condiciones de posibilidad de la experiencia del ruletista.
Precisamente en el límite de ese recorrido de la experiencia del protagonista el narrador, quizá
Cărtărescu, al tratar de entender la realidad del relato se enfrenta al problema de cómo tratar de
relacionar la realidad conocida como posible con una experiencia que parece imposible y por tanto
irreal. Tal problema es expuesto mediante la consabida dialéctica oposicional entre la presencia y
la ausencia o, si se quiere, entre el ser de lo posible y la nada a la que pertenece la ficción y lo
imposible: la presencia pasajera y condicionada del mundo real frente a la ausencia ideal de la
literatura. El argumento viene a ser que dado que el ruletista no es posible no es, con ello el propio
narrador no existe y así toda la génesis ideal de la experiencia del ruletista sólo queda como la
presencia de una ausencia intemporal: literatura
…he apostado únicamente por la literatura. He seguido, en mi razonamiento masoquista,
pascaliano, precisamente aquello que parecía estar en mi contra. He aquí todo mi
razonamiento, eso que me hace llevar hasta el final (solo yo sé con cuánto esfuerzo) esta
“historia”: he conocido al Ruletista. Eso no puedo ponerlo en duda. A pesar del hecho de
que era imposible que él existiera, lo cierto es que ha existido. Pero hay un lugar en el
mundo donde lo imposible es posible, se trata de la ficción, es decir, la literatura. Allí las
leyes del cálculo de probabilidades pueden ser infringidas, allí puede aparecer un hombre
más poderoso que el azar. El Ruletista no podía vivir en el mundo, lo cual es en cierto
modo una forma de decir que el mundo en el que él vivía era ficticio, que era literatura.
(Cărtărescu, 2015:57; énfasis original).
Hace falta diseccionar el significado de esa supuesta oposición entre el mundo y el propio relato.
Sobre la realidad de la experiencia del ruletista se articulan entre sí lo posible, lo imposible y el azar
como el acontecimiento-bisagra que distribuye lo posible y lo imposible encarnado en el imperativo
de apretar el gatillo en cada una de las jugadas. Para definir con precisión, lo posible es el lugar
donde el cálculo de probabilidades, la causalidad y el sentido común se imponen con rigor. Es,
desde la necesidad de respirar para vivir hasta la fuerza de morir si se ponen los medios necesarios.
En tanto dominio conceptual, abarca el horizonte de todo lo que cae bajo el cielo, el espacio abierto