Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
228
otra cosa que su propia falta "no hay sujeto sin que haya, en alguna parte, afánisis del sujeto, y en
esta alienación, en esta división fundamental, se instituye la dialéctica del sujeto" (Lacan, 1987:
229; citado en Biset et al., 2015: 194). El efecto político será una insatisfacción permanente. El
sujeto quiere y no quiere ser reconocido, quiere ser y no ser amo, quiere morir y es lo último que se
le ocurre... El gran Otro tampoco las tiene todas consigo. Por otra parte, el deseo no tiene nada que
ver con la necesidad ni con la demanda. Y, por último, en el deseo se trata de jugársela, nunca de
saberse con los dados cargados. Nada está decidido.
CINCO.
Después de cierto momento, ya nadie cree en el sujeto. El llamado estructuralismo, en concreto,
desconfía del término: ya sea una función variable y compleja del discurso (Foucault), o un
operador vacío entre significantes (Lacan) o un lugar vacío en la estructura que interpela al
individuo a ocuparlo (Althusser), su lugar es una suerte de butaca suelta. En Francia, la discusión
gira en torno a dos tríadas: por un lado, experiencia-sentido-sujeto y, por el otro, racionalidad-saber-
concepto. Los cabecillas de cada bando son Sartre y Merleau-Ponty, por una parte, y Cavaillés,
Bachelard, Koyré y Canguilhem por la otra. En el psicoanálisis hay trasvases: Freud introduce la
racionalidad y Lacan reintroduce el sentido. Luego, Alain Badiou intentará pensar al sujeto como
lugar por llenar, pero habría cuatro líneas fundamentales: política, arte, matemática (ciencia) o
amor. En el fondo, la noción de sujeto es el cruce entre ambas tendencias dominantes. La idea
subyacente es no producir un concepto excluyente o general del sujeto. ¿Quién –Lacan o Badiou–
es menos cerrado? Roque Farrán lo resuelve acudiendo a Spinoza: "Lo real del sujeto es el afecto"
(Biset et al., 2015: 223). Cada pensamiento es un afecto. Lo político es un espacio entre otros: la
posición de Ernesto Laclau es, por ende, abusiva. Tampoco por el flanco del cogito se agota. ¿Dónde
termina y dónde comienza un sujeto? Desde la perspectiva de la inmanencia, el sujeto no pasa de
ser un pliegue; desde la metafísica psicoanalítica, el sujeto es un nudo. Así se entiende la
transpoliticidad del individuo, su seguir dándose una identidad: el sujeto se anuda y se
reanuda: "¿Qué o quién, entonces, viene después del sujeto? Otra vez el sujeto" (Biset et al., 2015:
237). La historia, asegura Farrán, es inmanente; nadie está excluido por principio, pues la historia
puede cerrarse o puede abrirse. Es una manera de establecer la libertad del sujeto: no está
determinado por nada. Es una "falla o punto ciego" de la estructura, afirma, con Lacan y Badiou,
Daniel Groisman. No es que digan lo mismo: el primero es anti-filósofo, el segundo no. ¿Qué
significa esto? Que el Saber Absoluto, en el caso del psicoanálisis, dicen, ha sido exorcizado. ¿Un
aprendizaje que acusa la filosofía, o sólo Alain Badiou? Incluso su mujer, Bárbara Cassin, de
acuerdo con Groisman, lo dice: el psicoanálisis es una “neosofística” (2015: 250). Badiou, diga lo
que diga, es filósofo: no hará más que dar vueltas sobre la amenaza –latente o patente– del sujeto
del inconsciente. La filosofía está sobreprotegida; se requiere un discurso –un dispositivo– más
enérgico que la sacuda. El cerco filosófico impide al filósofo admitir lo insimbolizable; una vez más:
¿a toda la filosofía, o sólo a Badiou? Y, de rebote: ¿contra qué está vacunado el psicoanalista? ¿Acaso