Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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antonomasia de la praxis. Si estamos en lo cierto y, efectivamente, este es el sentido
primigenio de la praxis, entonces existen todos los elementos para comprender la
praxis como la actividad técnica del artesano, la
téchne
del pensamiento griego; en
términos marxistas en la praxis productiva, la actividad del obrero que fabrica un
objeto. Es decir, la praxis es comprendida como la actividad de fabricación o
producción. Por ello, el propio Sánchez Vázquez cuando explica la diferencia entre la
πρᾱξις griega y la praxis que él defiende, señala que propiamente hablando debería usar
la palabra ποίησις, poiésis en lugar de praxis
. Así mismo podemos recordar que se ha
puesto énfasis en el arte como forma superior de la praxis frente a la actividad teórica,
por razón de que esta última se mantiene en la esfera del objeto para conocerla,
mientras que la praxis artística lleva a cabo un grado mayor -por decirlo de alguna
manera- de humanización debido a la plasmación de subjetividad humana en el objeto
creado. Evidentemente, el marxismo -y no sólo el de Sánchez Vázquez- afirma que no
debemos interpretar de esa manera la praxis en Marx. Por ejemplo, en
Dialéctica de lo
concreto
Karel Kosik señala que interpretar de esa manera la praxis sólo se puede llevar
a cabo por la perspectiva de la pseudoconcreción, es decir, por la falsa comprensión que
tiene el sentido común sobre la realidad que se le presenta, pero que la perspectiva
filosofía, o sea la perspectiva que alcanza el concreto de pensamiento, no puede
comprender la praxis tomando como punto de partida la dicotomía teoría-practica, sea
que se le otorgue primacía a la teoría -lo cual es la perspectiva de la filosofía griega
antigua: Platón y Aristóteles- sea que la primacía se le otorgue a la práctica -que es la
perspectiva moderna de Descartes, Bacon, Kant, Hegel- (Kosik, 1976: 235-246).
Sánchez Vázquez, por su parte, señala que la interpretación de la racionalidad de la
praxis como una racionalidad técnica o productivista no tiene fundamento, porque la
racionalidad valorativa, es decir aquella que tiende a la emancipación del ser humano,
tiene siempre es la determinante, puesto que impregna los propios medios e
instrumentos, discriminando los que sirven para alcanzar la emancipación de los que
no (Sánchez, 1983: 387-403).
No obstante estas advertencias del marxismo, no es sencillo desprenderse de la
producción técnica o fabricación de productos como significación por antonomasia de
la praxis, si el marxismo no quiere renunciar a la intervención de la conciencia como
productora de fines y como originadora de las intenciones en la definición de la praxis.
Pues es probable que la praxis sin esa creación de fines e intenciones ya no pueda ser
la base y fundamento, es decir, el aspecto ontológico distintivo del ser humano como
sujeto de su vida, de la sociedad y de la historia. La comprensión del ser humano como
sujeto -de la fabricación de objetos artificiales, de sus acciones morales, de la
transformación de la sociedad o creador de la historia-, es decir, como el ente que es la
causa de los movimientos que se llevan a cabo para la fabricación, la acción moral, la
transformación social o el motor de la historia, desde antaño se ha concebido como un
“En verdad, si quisiéramos ser rigurosamente fieles al significado del término griego correspondiente,
deberías decir ‘poiésis’ donde decimos ‘praxis’ y la filosofía cuyos conceptos fundamentales pretendemos
esclarecer deberíamos llamarla ‘filosofía de la poiésis’” (Sánchez, 2003: 28).