Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
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ISSN: 2007-9273
Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019) 191-204
Ensayo.
El problema de la historia en Marx y la postmodernidad.
David Valerio Miranda
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Instituto de Investigaciones Filosóficas Luis Villoro.
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Morelia. México.
E-mail: dvaleriomiranda@gmail.com
Resumen: El objetivo del presente ensayo es contrastar la propuesta postmoderna y marxista para
comprobar que, al menos en la cuestión de la historia, se podría observar un punto de coincidencia,
en el sentido de que todo es construcción, un producto humano, incluso la realidad y la idea de
historia son históricas.
Palabras clave: Marxismo, Postmodernidad, historia, Historia, proceso, progreso.
Abstract: The aim of the present essay is to contrast the postmodern and Marxist proposal to verify
that, at least in the matter of History as story, a point of coincidence could be observed, in the sense
that everything is construction, a human product, even reality and the idea of History are historical.
Keywords: Marxism, Postmodernity, story, History, process, progress.
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Introducción.
Desde la antigüedad, los humanos se han asombrado por una infinitud de cuestiones, las preguntas
¿de dónde venimos?, ¿dónde estamos? y, ¿hacia dónde vamos?, han acompañado las reflexiones y
teorías que en diferentes momentos se han planteado.
Sin embargo, esta triada en temporalidad que inmiscuye conexión o sucesión como pasado,
presente y futuro, son nociones que ¿realmente designan el fenómeno de la temporalidad o de
progreso? Pues a lo largo de la historia se han definido de distinta manera: como la idea de la antigua
Grecia de un tiempo circular, cíclico, determinando un eterno retorno desde el cual es imposible
escapar como en las tramas de sus clásicas tragedias. También tenemos el tiempo desde la visión
judeo-cristiana, el cual es progresivo o de asenso lineal-causal, es decir, todo comenzó con el relato
del Génesis y todo acabará con lo anunciado en el Apocalipsis no siendo posible regresar al pasado
ni adelantarnos al futuro. O la propuesta de relatividad del tiempo: en diferentes circunstancias
para algunos sujetos el tiempo se percibe a velocidades diferentes en una misma ¿realidad? Así, en
un mismo escenario puede darse que algunos individuos perciban el paso del tiempo lento y de
igual manera rápido para otros o para ellos mismos.
Desde lo anterior, se muestran algunos ejemplos sobre la sensación del paso del tiempo,
circunstancias en las que cabría preguntarse: ¿existe el progreso?, ¿hay una mejoría en la forma de
vida de las sociedades?, ¿se ha aprendido de errores del pasado? Atendiendo a la historia como
progreso ¿se han evitado catástrofes?
Se puede discutir desde varias perspectivas la cuestión de si a través de la historia los humanos
progresan. Sin embargo, el presente texto se enfoca en contrastar una de las propuestas más
conocidas sobre el desarrollo histórico en cuanto progreso emitida por el filósofo alemán Karl Marx
frente a la propuesta posmoderna del fin de la historia. En lo que sigue se abre una discusión sobre
dicho tópico con el objetivo de identificar su posible impacto en el siglo XXI.
1. El desarrollo histórico como progreso en Marx
Sin exagerar, Marx puede ser considerado un erudito, un filósofo con un bagaje impresionante en
cuanto a lecturas que avalaron el planteamiento y escritura de sus teorías. A pesar de la
multiplicidad de autores que se sabe consultó, se pueden esquematizar sus principales influencias,
más aún, para desarrollar la temática de este texto, se consideran brevemente dos autores que
pudieron influir en su posterior construcción de progreso como desarrollo histórico, a saber,
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Giambattista Vico y Hegel. En el caso del filósofo italiano, se infiere que influyó en Marx porque
este teóricamente pasa de la visión de historia teológica o teleológica a historia hecha por los
humanos, como se sostiene en la siguiente cita: -según Vico-, el hombre hace la historia, Vico no
se refiere a una historia puramente política, sino a todo lo que concierne a la actividad espiritual y
material del hombre” (Lefebvre, 1975:149). Noción que inmiscuye al humano en relación con lo
que construye, produce y realiza, lo que podría designarse como progreso, ideas presentadas en su
magna obra: La Ciencia Nueva (1949). En lo que respecta al filósofo alemán (Hegel), es también
notoria en su propuesta dicha vinculación: humanos, historia y progreso pero con otros matices. De
esta manera se les ha reconocido como influencias de Marx pues en ambos autores, aun con sus
diferencias, hay una noción de Historia que deviene y ha venido progresando a lo largo del tiempo,
una noción en la que esta “Historia” se percibe como independiente de los alcances y designios
humanos en el caso del “espíritu” en Hegel (2012; 1999), como manipulada por el hombre en el
caso del desarrollo de la historia en Vico.
Ya señalada la influencia de ambos autores, se puede analizar el tema del desarrollo histórico en
Marx por lo menos desde dos posibles nociones con significado diferente que usa en sus textos, ya
que, en concordancia con algunas interpretaciones, Marx usa el concepto “Historia” con H
mayúscula, connotando esta Historia proceso, en el sentido hegeliano de “progreso”. De igual
forma, también se puede sostener que usa el concepto “historia” con h minúscula para referirse a
la historia escrita, hecha y manipulada por el humano, en un sentido más cercano a lo planteado
por Vico. Por ejemplo, en el Manifiesto del Partido Comunista lo escribe así:
La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en
una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha
constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la
transformación revolucionaria de toda sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.
(pp. 23-24).
La cita anterior de la edición revisada manifiesta que, en efecto, cuando Marx se refiere a la
“historia de todas las sociedades hasta nuestros días” hace alusión a la historia escrita, con h
minúscula, una historia positivista que se basaba en estudios científicos y antropológicos que
arrojaron resultados sobre la distinción de clases a partir de la posesión de la tierra, investigaciones
que Marx y Engels valoraron bastante pues eran hombres de su tiempo, con un tanto de fe en el
discurso de la razón y la ciencia; posteriormente se quiso interpretar tales palabras como Historia
proceso, con H mayúscula, la gran Historia, el hecho real verdadero metafísico, en un sentido más
hegeliano.
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Sumado a esto, se puede destacar que Marx no propuso este sentido de Historia como
independiente a los humanos y con un fin fijo, es decir, el filósofo alemán no sostuvo un
determinismo Histórico pues en el mismo Manifiesto realiza afirmaciones que se contraponen a un
determinismo, por ejemplo cuando escribe: “¿Qué demuestra la historia de las ideas sino que la
producción intelectual se transforma con la producción material? Las ideas dominantes en
cualquier época no han sido nunca más que las ideas de la clase dominante” (p. 46).
Esto es, la historia escrita, la de las ideas”, ha sido escrita por la clase dominante desde sus intereses
y circunstancias, lo importante en esta afirmación es que Marx resalta que la historia” al ser hecha
por la élite dominante está hecha por lo tanto por los humanos, estos construyen y configuran lo
que sedesignado como progreso, por ello propone una inversión
1
mediante la Revolución al
transformar las condiciones ideológicas (historia) y materiales en favor de los oprimidos, en otras
palabras, si estos escriben la historia”, el futuro y progreso podrían configurarse desde los
oprimidos.
También, en el texto El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx considera en diferentes
ocasiones la temática de la historia y su desarrollo, por ejemplo, el siguiente fragmento:
Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre árbitro, bajo
circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se
encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de
todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. (p. 408).
Cita en la que otra vez es posible verificar el sentido y uso que le da el autor al concepto “historia”
así como su desarrollo y vinculación con los humanos afirmando que estos son los creadores de su
propia “historia”, discurso legado por las generaciones pasadas que determina, mediante las
tradiciones, las circunstancias de otras posteriores generaciones.
Con esto se vuelve a reafirmar que el filósofo alemán está sosteniendo que los discursos históricos
son hechos implementados por los humanos con impactos que configuran circunstancias de un
tiempo futuro, pero una vez más es una invención o manejo del discurso de los hombres, no una
“Historia” independiente de estos que en su desarrollo arrastra involuntariamente a los humanos
como un designio cuasi divino hacia un fin determinado. En contraste, se puede sostener que Marx
propone un desarrollo “histórico” profano en el sentido de ser manipulado por el humano, sólo que
1
Esta inversión se ha interpretado como dirigida a Hegel, pues Althusser propuso que Marx invierte a Hegel al
cambiar el desarrollo metafísico del espíritu al material, el desarrollo hecho por los humanos. (Althusser, 1981).
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el filósofo ve la posibilidad del cambio de ideología para la creación de una “historia” más justa para
los desposeídos.
Así pues, la propuesta teórica del materialismo histórico no pretendía promover una sucesión
teleológica lineal, antes bien, es un análisis de la historia escrita que muestra patrones de relación
entre lo material como posesión y los humanos a lo largo del desarrollo de las sociedades.
Sin embargo, otras lecturas de dichas propuestas y su interpretación propiciaron que se tomará por
refutado lo sostenido por Marx pues erróneamente entendieron que cuando este hablaba de
historia se refería a la “Historia” como proceso lineal con un fin al cual llegar; dado que no se llegó
al comunismo, ni siquiera al socialismo, de ase infirió que esta noción de “Historia” no tuviera
sentido, o que hubiera muerto el sentido de esta, cuestión que se aborda en la siguiente sección del
ensayo.
No sin antes abrir una cuestión que se intentará responder en las conclusiones del presente texto,
el interrogante es el siguiente: ¿realmente se interpretó plenamente a Marx en esta temática del
desarrollo histórico?, ¿es cierto que intenta pronosticar lo que era el futuro para él?
2. El fin de la Historia desde la postmodernidad
Una de las corrientes que ambicionó refutar los planteamientos filosóficos de Marx en el siglo XX
es el posmodernismo, tendencia intelectual que desde el ámbito teórico criticó cierta interpretación
de la filosofía marxista. Por esto, se comienza con una breve noción sobre posmodernidad o
posmodernismo, misma que se describe con la siguiente cita:
La posmodernidad consiste en un complejo campo cultural triangulado por tres
coordenadas históricas nuevas: 1.La sobrevivencia de la burguesía después de la Segunda
Guerra Mundial, 2. El advenimiento de la televisión y de la nueva sociedad basada en
redes de información, 3. Los cambios políticos (derrota del socialismo y triunfo del
neoliberalismo). (Arriarán, 2001: 5).
De la cita anterior resalta la indisoluble relación con el sistema político-económico neoliberal, quizá
no como una consecuencia de éste pero como un complemento teórico donde es evidente la
relación entre ambas tendencias.
Por ello, el posmodernismo se puede considerar como la tendencia teórico-intelectual que se
desarrolló en diferente temporalidad del siglo XX, pero que se comenzó a diseminar entre las
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décadas de los cincuenta y setenta hasta fortalecerse a partir de la coyuntura 1989 con el fin del
socialismo real.
¿Por qué se fortaleció dicha tendencia con ese hecho histórico? La respuesta se comprende al
considerar que tal tendencia, específicamente en filósofos como Derrida y Lyotard, pugnó por una
superación de la Modernidad comenzada entre el Renacimiento y el siglo XVI con René Descartes,
paradigma (moderno) que alcanzó el clímax con el movimiento ilustrado del siglo XVIII y sus
propuestas, que para estos (Derrida y Lyotard) se promueven hasta el siglo XX
2
donde se evidencia
su fracaso y superación ascendiendo a la Posmodernidad.
Pero, ¿por qué los proyectos de la modernidad han fracasado en el siglo XX? La respuesta de los
posmodernos se puede apreciar en la expresión del filósofo italiano G. Vattimo, así lo escribió:
Es únicamente la modernidad la que, desarrollando y elaborando en términos puramente
terrenales y seculares la herencia judeocristiana (la idea de la historia como historia de
salvación articulada en creación, pecado, redención, espera del juicio final), confiere
dimensión ontológica a la historia y da significado determinante a nuestra colocación en
el curso de la historia. (1998: 11).
Para estos pensadores, la modernidad está contaminada de una visión judeocristiana que propone
un principio y un fin, una concepción histórica de falso progreso y ascenso lineal en que la
humanidad se guiaba para encontrar la solución totalizante de sus problemáticas, visiones
modernas que en el siglo XX se terminan, han fracasado, con sus Estados “democráticos” fallidos,
convertidos en totalitarismos y máquinas de la masiva deshumanización (la razón instrumental
3
).
Aquí cabe resaltar principalmente la crítica de Jean François Lyotard, en su libro La condición
posmoderna, donde embiste los que para él fueron los cuatro metarrelatos de la modernidad, como
lo son 1) El cristianismo, 2) El Iluminismo (la razón y ciencia), 3) El capitalismo y 4) El marxismo.
Para el presente ejercicio solo se está considerando al marxismo, al ser identificado desde esta
perspectiva como uno de estos metarrelatos.
Por tanto, las tendencias teóricas que proponían un mejoramiento de la humanidad en su conjunto
y su entorno socio-ambiental, como las socialistas, fueron criticadas, pues desde esta perspectiva el
socialismo tiene su fundamento en la imaginación política del hombre moderno, y sin embargo,
2
Para profundizar acerca de la filosofía Moderna e Ilustrada consultar: Copleston (2004, vols. 2-3); Villacañas et al.
(2004).
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Razón instrumental, término que refiere usar el conocimiento o la ciencia con fines pragmáticos,el fin justifica los
medios”.
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esta se ve sometida a la modificación constante que las circunstancias le imponen como condición
de sobrevivencia” (Furet, 1999: 11). Es decir, en ocasiones el hombre se enfrenta a virajes que
continuamente le mutan de circunstancias siéndole difícil la determinación y planificación de
algunos aspectos, por ejemplo, la producción material; he aquí un argumento postmoderno al
sostener un ordenamiento global, totalizador, como imposible de realizar justamente como la
noción de “Historia”.
Por esto, ya no sólo con argumentos economicistas evidenciaron fallas en los llamados sistemas del
“socialismo real” que se identificaron con Marx, pues:
Esa creencia en la posibilidad de una transformación política, económica y social e
igualitaria y democrática es la que se halla hoy bajo los ataques sisteticos no sólo de los
neoconservadores, si no también, aunque de manera muy diferente de los diversos tipos
de posmodernistas. (Denitch, 1991:11).
Discurso que denota un diálogo sobre el fin del socialismo real al que considera fue no sólo de
índole neoconservadora-neoliberal (economicista), sino también, de carácter postmoderno, la parte
de estos desencantados teóricos que exaltan el fracaso de los proyectos modernos y, por tanto, la
necesidad de su abandono.
La crítica a este aspecto, se enfocó como una regresión hacia el pasado y su desarrollo, ya que, los
disputadores vuelven algunos siglos para señalar las supuestas fallas desde Giambattista, el filósofo
florentino del siglo XVIII que como anteriormente se ha dicho, también es asociado a Marx como
influencia, pues:
La idea de Vico de construir una historia ideal” y de trazar su círculo eternose encuentra,
aplicada a la sociedad, en los sistemas utópicos cuyo propósito es resolver de una vez por todas la
“cuestión social”. De ahí su obsesión por lo definitivo y su impaciencia por instaurar el paraíso lo
antes posible, en el futuro inmediato, especie de duración estacionaria, de Posible inmovilizado,
falsificación del eterno presente. (Cioran, 2003: 145; énfasis original).
Desde esta lectura, la Historia de la humanidad con dicho enfoque moderno tenía un fin que es el
progreso y ascenso o mejoramiento en cuanto a las condiciones de vida, mismo que parece haberse
estancado, fallado o perdido, por lo que es el ocaso de los grandes metarrelatos que guiaban el
progreso y mejora de la humanidad junto con su entorno. Contexto en el que surgen nuevos
paradigmas teóricos, un ejemplo
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La teoría de “el fin de la Historia” nació en el año 1989 como una conferencia. Unos meses
más tarde se convirtió en el artículo “The End of History?” por encargo de los editores de
la revista neoconservadora de relaciones internacionales The National Interest. El
artículo tenía como uno de sus principales atractivos que adelantaba los acontecimientos
de 1989, con la caída del muro y de la desintegración de los países del denominado
“socialismo real”. Su anticipación, sumada a un efecto propagandístico digno de un gran
lanzamiento cinematográfico así como la pertenencia a la administración Bush de
Fukuyama, hicieron que fuese inmediatamente perejil de todos los guisos intelectuales del
momento. (Sanmartín, 2004: 260-261).
Teoría propuesta por un miembro del gabinete de George Bush (presidente norteamericano del
contexto), que es el pensador, sociólogo y economista Francis Fukuyama, exposición que tendrá un
fuerte impacto en las discusiones teóricas del momento. (Sanmartín, 2004: 260-261).
Partiendo de esto se percibe que, tal como Sanmartín señala, cuando Fukuyama se refiere al “fin
de la Historia”, se refiere a Historia con H mayúscula, es decir, no historia entendida como
“acontecimientos” o historia escrita, sino Historia como la inevitable “evolución ideológica [y
material] de la humanidad; Historia Universal”. Conceptos propios, de acuerdo con Sanmartín, de
Marx, Hegel y Kojève (2004: 261).
Una Historia totalizante que polarizó el mundo por lo que, al caer el “socialismo real”, dicha noción
de Historia metafísica quedó atrás abriendo paso a la democracia o, lo que algunos llamaron, la
“tercera vía”, como alternativa entre socialismo y capitalismo.
Por tanto, la propuesta del materialismo histórico identificado con los sistemas del “socialismo real”
y su errónea interpretación de éste es rebatida, sin embargo, si bien dicha propuesta nunca propuso
predecir un futuro sí nos hablaba de un recorrido que la humanidad había desarrollado y, desde su
idealismo optimista, seguiría trazando con la consciencia histórica y la “consciencia de clase”
siempre con miras a mejorar y hacer de las sociedades humanas sociedades más justas, libres y
equitativas, cuestiones que Marx presentó como mera especulación no como leyes rígidas de un
necesario desarrollo y por lo tanto, predicción.
Qui las nociones coincidían en la lógica de un devenir, bien sea lineal o con diferentes
acepciones, al final del cual se proyectaba una transformación trascendente de la humanidad en su
conjunto; entendida así la “Historia” y el anunciar su muerte, aún en el campo teórico, tendrá
implicaciones de impacto práctico y cotidiano, como políticas, morales, sociales y por supuesto
económicas.
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Contexto en el cual los pensadores como Gianni Vattimo y E.M. Cioran coinciden en cierto
sentido con Fukuyama y arremeten despreciando con despotismo teórico los fundamentos ya
señalados, haciendo hincapié en la cuestión de que ante el fracaso de la modernidad queda la
incertidumbre: ¿Cuál es el fin?, ¿cómo guiarnos?...
¿Cómo entonces constituir una nueva sociedad? Habría que cambiar de manera de ser, y
desear, no el fin del mundo, sino el de esta forma de civilización, el fin de la Historia. Y
éste es el tema favorito de E.M. Cioran: despotricar contra la Historia para desmitificarla
y contra los defensores del progreso y del Devenir, contra aquellos que creen participar
en el avance de la civilización, provocándolo, promoviendo con sus acciones y discursos.
(Seligson, 2003: 11).
El llamado “fin de la Historia”, la pérdida de la brújula o el comienzo del extravío de las verdades
puras, de los absolutos, se le da la bienvenida a la incertidumbre, el relativismo que, para algunos,
deviene inevitablemente en nihilismo, la esperanza de mundos mejores y utopías, que apuntaban
hacía objetivos o fines ideales, fijos, perfectos, se derrumban ante el aparente fin de la Historia. Sin
embargo, ante este ineludible cataclismo cabría preguntar si la propuesta postmoderna puede ser
criticable, pues:
¿A qué se refieren, por ejemplo, los filósofos posmodernos cuando hablan de “la
modernidad”? Es evidente que nunca se refieren a ciertos países, sino siempre a un
proceso abstracto, de tecnificación y enajenación universal. Por eso, a veces, aparece en
las versiones del posmodernismo filosófico de raíz heideggeriana, un tono fatalista y
apocalíptico. ¿No será mejor, entonces, hablar de procesos diferentes de modernización?
Incluso dentro de los países europeos existen distintos modos de transición a la
modernidad. (Arriarán, 2001: 15).
Cuestión que puede ser sólo una, sí, pero de las más fuertes críticas hacia la postmodernidad pues,
como apunta Arriarán, ¿a qué se refieren con modernidad? Ya que este concepto puede
identificarse como un concepto polisémico: ¿modernidad como progreso espacial?, ¿cómo ideología
evolutiva?, ¿en qué sentido lo entienden?
Cuando se atienden las cuestiones anteriores salta a la vista los vacíos y debilidades de las teorías
postmodernas, pues es claro que la modernización ideológica o estructural que se presentó en
Europa no fue un proceso único que se desarrolló al mismo ritmo en todo el mundo. Panorámica
que tal vez fue considerada por algunos teóricos ya que al proponer la muerte de una “Historia”
totalizante se tendría que aceptar una diversificación de desarrollos.
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Es decir, siguiendo a Arriarán, la modernización de cada país depende del desarrollo histórico de
cada uno de estos, aun en un mismo continente como lo es el caso de Latinoamérica: no es la misma
noción de modernidad en países formados a base de la inmigración como Argentina, Uruguay y
Chile, que otros que tenían una gran presencia de pueblos originarios, como México, Perú, Bolivia
y Ecuador. Arriarán, citando a Bolívar Echeverría, habla de “diversas configuraciones históricas”
de modernidad a partir de su “forma ideal” siendo la “modernidad capitalista” una de dichas
“variantes” (2001: 16).
Es explícito pues, que la modernidad no se desenvolvió ni se entendió de la misma manera en
Latinoamérica que en Europa, “no podía haber una sola modernidad […] por el contrario, la
modernidad se manifiesta en formas muy diversas en las sociedades actuales” (Kozlarek, 2014: 98),
por lo tanto, el agotamiento de los proyectos entendidos como modernos para ellos, los
postmodernos, ¿perderían su validez de este lado del mundo? ¿Su nihilismo pesimista podría
contagiar la esperanzadora idea de repensar otras modernidades no occidentales? Cuestiones que
invitan a:
…intentar explicar entonces el colapso del “socialismo real” con base en el esquema del
conflicto entre la modernidad y la modernización.
El supuesto socialismo tal como se estableció históricamente en la ex Unión Soviética,
requiere una explicación en términos de un fracaso y de una derrota. Esto tiene que ver
sin duda con la falta de la modernidad cultural. (Arriarán, 2001: 17).
Crítica que se le ha planteado a la filosofía marxista, incluso se le ha tachado de querer
homogeneizar las sociedades al momento de proponer la igualdad y equidad, aunque cabe destacar
que Marx propuso esa equidad e igualdad jurídica y económica como alicientes o elementos de la
realización de la humanidad, tal como se propone en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844
(en Fromm, 2012: 97-205) consignando las situaciones de injusticia que se viven en el capitalismo
como el trabajo enajenado”; así, en esta y en toda su obra en general, conserva esa lógica de buscar
la realización libre y consciente de la humanidad, visión lejana de interpretaciones que proponen
una homogeneización del tipo “Historia Universal”, en la que difícilmente se daría la realización
libre y consciente de los individuos.
O peor aún, devienen en una de las plausibles consecuencias de la postmodernidad que directa o
indirectamente realiza una “apología de los fundamentalismos nacionalistas. En el momento
actual, luego del derrumbe del ‘socialismo real’ y del triunfo del neoliberalismo, resurge este tipo
de expresiones irracionalistas” (Arriarán, 2001: 9).
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Propuestas que sin dificultad alguna podríamos calificar como peligrosas y retrógradas como lo es
la cuestión del Nacionalismo, que resurge como parte de esta crisis contra la modernidad y el
socialismo (Denitch, 1991: 18), y la tildamos de peligrosa no perdiendo de vista justamente la
experiencia de los nacionalismos del siglo XX.
Siendo estas sólo algunas de las consecuencias teóricas y prácticas del paradigma postmoderno,
¿podrá aún el postmodernismo sostenerse como teoría y propuesta filosófica? En caso de ser
afirmativa la respuesta, en definitiva ¿Filosofía marxista y postmodernidad son irreconciliables, o
existirán algunos puntos de traslape entre ambas tendencias teóricas?
Conclusiones
El intentar refutar la propuesta filosófica de Marx desde la crítica postmoderna del fin de los
metarrelatos identificando el discurso de Marx entre estos puede resultar erróneo, por lo que aún
es discutible.
El autor de El capital no sostiene un determinismo Histórico en el que se fragüe un proceso forzoso
que la humanidad tendría que atravesar hasta llegar al comunismo, la cuestión histórica en Marx
es precisamente eso, histórica, con h minúscula, una historia escrita, hecha y manipulable por los
humanos, no independiente a estos; en este sentido los postmodernos coincidirían con el filósofo
alemán en sostener la nula existencia de una Historia metafísica y determinista independiente al
hombre.
Deconstruir los discursos para identificar las ideas dominantes que prescriben la supuesta idea
única de “Historia”, o lo que Marx llamo “la ideología”, son aportaciones sostenidas por Derrida en
su obra Espectros de Marx, lo que sería un punto de traslape entre el filósofo alemán y la
postmodernidad al aceptar solo una “historia”, escrita y hecha por los humanos, asumiendo a su vez
una actitud crítica frente a las visiones puristas y totalizantes de “Historia” que desde la ideología
de las clases dominantes se imponen.
La visión en la que, la idea de historia de Marx y la postmodernidad se oponen, es producto de
identificar la propuesta del filósofo alemán desde la interpretación Soviética, misma que podría
considerarse adulterada, sin defender una pureza ontológica de estas teorías. Marx no realizó
ciertas afirmaciones que se le acuñan, por ejemplo: “Engels sale con una teoría que dice que el
capitalismo caerá inevitablemente, que se autodestruirá” (Gascón, 2018: 19) con esto, se puede
sostener como un error leer al filósofo teutón interpretando sus teorías como el respaldo de un
ascenso lineal, en todo caso esa propuesta se puede encontrar desde Engels e impulsada por el
estalinismo.
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En suma, la importancia de lo sostenido por Marx y en cierto sentido también por la
postmodernidad respecto a la historia, es resaltar que ésta es una construcción humana, la
diferencia residiría en que el postmodernismo se interpreta en su mayoría en el sentido fatalista
nihilista y en menor medida crítico como el caso de Derrida.
Marx quizá rescataría esta facultad humana de manipular y ser dueños del futuro, del progreso, es
decir, de construir nuevas realidades, confiando en que se despertaría la consciencia de clase que
impulsaría la revolución ideológica, por lo tanto, considera el comunismo como una especulación,
una sociedad a la que posiblemente se puede llegar confiando en que los humanos son los que crean
estas sociedades.
Por esto también se ha calificado la propuesta de Marx como filosofía práctica, o praxis, entendida
como actividad consciente que propone realizar una coherencia materializando las ideas en la
práctica, es decir, haciendo la historia, mostrando así la noción de ésta en Marx.
Y aquí el resultado del objetivo del presente ensayo, contrastar ambas propuestas donde se puede
notar que, al menos en la cuestión de la historia, se podría observar un punto de coincidencia entre
Marx y la propuesta postmoderna en el sentido de que todo es construcción, un producto humano,
incluso la realidad y la idea de historia son históricas.
La conclusión ya queda en quien puede leer estas líneas, es decir, tomar esto con el nihilismo y
desilusión de cierta tendencia postmoderna, entregándose a la irresponsabilidad de la indiferencia,
o tomarlo con el entusiasmo y optimismo de Marx, buscando forjar la historia mediante la
inferencia y transformación del mundo.
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