Protrepsis, Año 8, Número 15 (noviembre 2018 - abril 2019). www.protrepsis.cucsh.udg.mx
135
utopía por definición, en tanto su cometido no es el de crear una fábula, ni temporalizar
un proyecto a futuro, ni mucho menos la creación de una temporalidad ni una
especialidad particular, sino que puede leérsela como un laboratorio poético en el que
se idean lógicas de organización social nuevas. De toda forma dista de cerrarse esta
cuestión.
Esta ciudad está ubicada sobre una colina y se distribuye siguiendo un
“ordo sphaeri”
de siete círculos concéntricos con murallas alrededor
. En el primero de los círculos se
encuentra un templo abierto circular, en el resto de los muros se encuentran dibujos
correspondientes a la especificidad de la zona, por ejemplo, en el primero están todas
las figuras matemáticas descritas por Euclides y Arquímedes, en el segundo se
representan todos los mares y lagos existentes, en el tercero todas las especies de
hierbas y animales, en el cuarto, las clases y propiedades de las aves y reptiles, en el
quinto los animales terrestres, en el sexto, las artes mecánicas, y sus inventores (en esta
sección es en la que se ubica además de a Mahoma y a Moisés, a Jesucristo y sus
Apóstoles). Así, puede considerarse al estado campanelleano como un espejo del
cosmos, un rasgo típico del humanismo (
Cf.
Truyol, 1968: 109). Está gobernada, como
se ha mencionado, por un Príncipe llamado “
Hoh
”, qué acumula en su soberanía el
poder espiritual y el temporal; y es, además, elegido por un colegio de magistrados que
también tienen funciones en los dos poderes. En la cadena de mando siguen tres
príncipes menores: “Pon”, “Sin” y “Mor”, que representan las tres virtudes reales (la
potestad, la sabiduría y el amor). De este modo, la Potencia tiene a su cargo el área de
la guerra, la Sabiduría, las ciencias y las artes, y el Amor, lo que se refiere a la
conservación, la reproducción y el bienestar material de la población. Esta
estructuración lejos de ser arbitraria tiene en cuenta ciertas características teológicas,
sobre todo en las atribuciones primarias a la persona de la autoridad última, pero
además metafísicas, en el sentido que más cerca se está del uno superior, mayor es la
intensidad de sus propiedades. Se consolida así, como menciona Gilson (1965: 227),
una imagen terrenal de un Dios en tres personas, y en donde la dinámica de la ciudad
responde a la irradiación de su plenitud de ser, involucrando tanto la plenitud del
ámbito social y político. No obstante, al príncipe Metafísico se le otorga una realidad
compatible con las condiciones de finitud, puesto que su poder supremo es sobre la
ciudad, la plenitud de su sabiduría es humana, y su amor abarca a la comunidad (
Cf.
Truyol, 1968: 111).
La integración social de todas las partes se alcanza, según Campanella, con la supresión
de los bienes privados, pero a diferencia de los otros textos utópicos, también se
suspende la institución de la familia. Esta necesidad de borrar cualquier vínculo privado
tiene como objetivo desplazar toda posibilidad de amor por lo propio, en tanto es de
mayor conveniencia el amor colectivo de la comunidad. Igualmente sucede con el
sistema reproductivo de la población que se verá sujeto a los conocimientos del estado,
quien organizará el encuentro de los procreadores teniendo en cuenta sus capacidades
Campanella,
1623: 417: “[...] distincta est civitas in septem gyros.”